Damián—¿Franco, Xandro, cómo están?—Muy bien, Franco está recuperándose rápido, y Xandro por su lado está en perfectas condiciones. —Me informa Renzo.—¿Han averiguado de lo que sucedió en mi casa? —Inquiero aprovechando la oportunidad de que a Antonella se la han llevado para hacerle otros exámenes.No había querido tocar frente a ella este tema de la explosión en mi casa.—Fuga de gas en la cocina. —Arrugo mi entrecejo a lo que me indica Renzo. Veo muy imposible que en mi casa hubiera fuga de gas cuando soy meticuloso con mi hogar.—De ser así, ¿cómo fue posible?, algo debió ocasionar la fuga, o alguien. —Estoy en este momento donde comienzo a sospechar sobre cualquier cosa.No me resultaría extraño que lo que sucedió fuera planeado por alguien.—Bueno, hasta el momento no han encontrado nada más que una fuga. —Me informa Trino.—¿Cómo quedó mi casa? —Renzo y Trino se miran.—Echa un asco, por el momento deberás vivir en otro lado. Aún conservas tu pent-house —Miro a Trino de malh
AntonellaLo que menos me esperaba en estos momentos de mi vida, era tener que encontrarme en la habitación de una clínica, a mi esposo besándose con una mujer que fue su amante, y lo peor de todo, que la enfermera y mi madre tuvieran que también presenciarlo. Debe tener una buena explicación para esto, porque de no tenerla haría que este matrimonio llegara hasta aquí. Una vez le dije que no iba a tolerar más infidelidades de su parte, espero que esto, y confío en que así sea, solo haya sido una broma pesada de esa mujerzuela. —Antonella…—¿Qué significa todo esto, Damián? —Mi madre se ocupa de inquirir, justo en el momento que aparece Daniela.—¿Pasa algo? —ella pregunta al notar la tensión que existe en la habitación.—De todo, tu hermano se estaba besando con una antigua amante. —Digo, quizás esté siendo dramática, porque en el fondo de mi corazón quiero creer, quiero confiar que Damián no lo pidió, y que ella se atrevió a hacerlo.—¡¿Qué?! —Grita mi cuñada y centra su mirada en
DamiánYa Antonella y yo nos encontramos de alta, he comprado un nuevo pent-house y es donde viremos por el momento mientras remodelan nuestra casa. Mi esposa ha estado indiferente conmigo después de lo que sucedió en la clínica con Fabiana, y todo empeoró cuando otras mujeres fueron a verme sin importarle la presencia de mi esposa. Intenté prevenir que ellas se acercaran a nosotros, pero su empeño en querer ver como me encontraba las llevó a casi todas burlar a los hombres que protegían la entrada de nuestra habitación, logrando así colarse dentro y saltar sobre mí en frente de quien estuviera ahí. Eso ha mantenido a Antonella muy desanimada, incluso me trajo de nuevo problemas con sus hermanos y padres. Ellos se niegan a creerme y dan por hecho que ellas aún continúan siendo amantes mías cuando no es así. Supongo que mis acciones del pasado me están trayendo repercusiones en mi presente. Antonella se quería ir con sus padres, pero le rogué que no lo hiciera y que viniera conmigo
Antonella—Hola, pequeño de nombre feo.Odio se mete con el nombre de mi bebé.—Deja a Lolo quieto, envidioso, ya quisieras tú tener un nombre tan original como el de nuestro hijo melenudo.Comienza a burlarse de mí.—Me gusta el mío, tranquila.Me alegra saber que hemos podido solucionar nuestras diferencias. Ahora que estoy más calmada, puedo decir con seguridad que esas mujeres fueron enviadas a causar problemas. Claro, obvio, no descarto la idea de que en realidad Damián les rompió el corazón.A pesar de que hemos tenido unos días tranquilo, no dejo de estar inquieta. Dentro de mí crece un mal presentimiento, de que esta tranquilidad solo sea una mentira para hacernos bajar la guardia.—Oye, necesito que me prometas algo, infierno. —Juego con su corbata.—A ver.Respiro profundo y luego libero el aire.—Que te cuidarás y no me dejarás viuda. Tengo un mal presentimiento.Baja la mirada, toma una de mis manos y deja un beso en cada una.—Jamás. Recuerda que soy muy egoísta, tanto a
DamiánY aquí me encuentro en plena cocina, oyendo las instrucciones de mi cocinera favorita. Ella hace que olvide todo lo que sucede fuera con sus ocurrencias anormales. Por un momento pareciera que el peligro no nos rodea, o que las críticas por la noticia del mi supuesto hijo no existieran. Antonella, con su sonrisa, me ayuda a despejar mi mente de lo que ocurre y se lo agradezco muchísimo. Ya deseo poder tener una vida normal con ella, donde llegue del trabajo y la encuentre esperándome, donde salgamos un sábado en la mañana y regresemos en la noche exhaustos de la diversión. Donde pasemos un domingo juntos encerrados en nuestra habitación viendo películas o, mejor aún, donde pasemos un fin de semana ella y yo junto a nuestros futuros hijos. Mi tesoro más preciado es ella, esa pequeña mujer con rostro de ángel, pero con alma de diablo, esa pequeña morena delgada de cuerpo y amplio de corazón.Esa pequeña es mi luz y mi mundo entero.—¡Oh, infierno! —Su grito me saca de mis pensa
Damián—Necesito hablar con él.El detective se rehúsa. —No puedes aún, Damián, debes esperar.¿Cómo puede decirme que debo esperar cuando ya he esperado demasiado?—Voy a entrar, y no me importa su opinión. No vine hasta aquí, solo para ver que está ahí metido. Supongo que Franco y usted llegaron a un acuerdo, así que déjeme entrar.Franco le lanza una mirada y el señor asiente.—No puede tardar mucho. —Me indica la puerta.Sin pensarlo, entro. El muy desgraciado solo se ríe con esa expresión sádica que me causan náuseas.—¡Al fin has llegado!Tomo asiento frente a él.—¿Quién te pagó para intentar hacerle daño a mi mujer?Soy directo con mi pregunta, y de aquí no me iré sin respuesta.—No sé de qué hablas.Tomo aire, conteniendo las ganas de matarlo.—¿Quién te está pagando? —vuelvo a preguntar.—No sé de qué hablas. —Cierro mis ojos. Ya su rostro se ha tornado serio—. El que esté aquí no quiere decir que ella esté a salvo. Puedo volver a escaparme o alguien podría ayudarme a
AntonellaDespierto cuando escucho la puerta de la habitación, ser abierta, miro en esa dirección y sonrío contenta de saber que se trata de mi encantador infierno quien ha llegado.Verlo aquí me tranquiliza, estaba tan preocupada por él que me quede dormida para estar tranquila. Si continuaba despierta los nervios me iban a terminar matando.—Al fin has llegado. —Damián se sienta a mi lado.—Cielo, necesito mantenerte a salvo. —Su tono de voz es diferente, como cuando quieres llorar, pero te niegas a hacerlo porque consideras que no vale la pena—. No puedo dejar que nadie te hiera. —Sus ojos se cristalizan, intenta ser fuerte para no llorar, pero aquel cruel sentimiento lo vence y se desploma—. Aun cuando me cueste, tengo que detenerlo, por tu bien, por el nuestro. Sin importar cuanto me duela debo hacerlo.Ver como se encuentra mi infierno me parte el alma, y también me da un indicio de que sabe quién es.—¿Ya sabes quién es?Asiente cabizbajo.—Ya me estoy encargando. Debo asegurar
Damián—¡Trino, no! —grito cuando noto con claridad sus intenciones.Mi corazón late sin ningún tipo de control. Él baja su arma y ríe fuerte, haciendo que mi precioso cielo se desplome en lágrimas.Pensar que me la puede arrebatar de mi lado me desequilibra. Por un momento pensé que iba a disparar. ¿Vivir sin ella? No podría. ¿Continuar solo sin ella? Eso es imposible. ¿Volver a amar a otra persona? Jamás lo haría. Todo mi amor es para ella. Siempre así lo será.Intento llegar a su lado, pero Trino está pendiente de cada movimiento que hago. Estoy lejos de él, así no puedo arrebatarle el arma. Debo pensar en algo ya mismo.—¿Te causó pánico ver cómo pude matarla?Juro que si llego a su lugar lo mato con mis propias manos.—¿Cómo entraste aquí? —Aún no me explico cómo llegó aquí antes que nosotros. Nadie sabía de este lugar, excepto Xandro y Franco. Aparte, ellos revisaron todo el pent-house.—Bueno, tengo mis trucos —me encuentro confundido—. Tomen asiento, les contaré todo desde