AntonellaDamián y yo estamos de regreso en la casa. Mi bebé loco corre en mi dirección y ladra. De seguro me reclama el hecho de que lo abandonara. Lo subo a mis brazos y acaricio su melena. Lo apapacho como si fuese un osito. Francamente, lo extrañé.Damián nos contempla. Por más que se haga el duro termina vencido por nuestro cariño.—Si no regresaba pronto, tu madre me iba a quitar a la cabeza. —Lo toma y despeina su melena—. También te extrañé. Prometo llevarte para la próxima.Se ve tan tierno.—Serás un excelente padre, infierno.Mi comentario le llegó al fondo de su corazón. —Eso es lo que más deseo, Antonella. No quiero fallarte a ti ni a nuestros hijos.Y no lo hará, confío plenamente en él.—Verás que tendrás razón. Nuestros hijos serán muy afortunados de tenernos como padres y nosotros de tenerlos a ellos como nuestros hijos.Sus ojos se cristalizan —Ya quiero que ese momento llegue. Anhelo verte con tu barriga grande, estar a tu lado al momento que nuestro bebé llegue a
Damián—Damián, desde anoche hemos notado por las cámaras de seguridad que un auto ha rondado la calle, y también han tomado foto de la vigilancia de la mansión. —Bebo mi café mientras respondo unos correos y escucho atentamente a Franco.—¿Y hoy por la mañana? —inquiero.—No. También recibimos información de los escoltas que cuidan a su madre y el mismo vehículo estuvo rondando cerca de la casa donde vive y haciendo lo mismo que aquí. —Miro a Franco cuando menciona que han estado también vigilando a mi madre.—Eso es terrible, Damián. —Opina Trino, quien ha venido temprano a traerme unos informes, avise que no iba a poder ir hoy a la compañía porque Antonella había amanecido con fiebre.—No entiendo quién puede odiarme tanto para jugar conmigo de esta manera. Hemos intentado tratar de averiguar quién es la persona que está detrás de todo esto y no lo hallamos, es como si fuera un fantasma. —Golpeo el escritorio, este juego comienza a molestarme.—¿Y si lo que quieren es asustarte? —P
Damián—¡Franco! —Despierto gritando el nombre de Franco tras traer de recuerdo ese último momento del accidente, miro a mi alrededor y me encuentro con mi hermana y mi madre, quienes se me abalanzan encima al ver que he despertado.—Damián, hijo, gracias a dios, despertaste.—Dani… ¿Estás bien? —pregunto al ver que tiene rosetones en su rostro y una mano vendada.—Sí, no me paso nada malo, puedes quedarte tranquilo. —Miró mi mano y quito de ella la vía intravenosa para levantarme e ir a buscar a Antonella.—Damián, ¿Qué crees que haces? —inquiere mi madre.—Voy a buscar a mi esposa, ella… dime que está bien, madre. —Asiente confirmándome el estado de salud de mi esposa.—Está fuera de peligro, puedes estar tranquilo. —Niego a lo que me pide mi hermana. Yo necesito ir a verla y saber que en realidad está bien.Ellas podrían estar mintiéndome para que yo me quede tranquilo.—No intenten detenerme, voy a ir a verla. —Me bajo de la cama y mi madre y mi hermana intentan detenerme, en ese
Damián—¿Franco, Xandro, cómo están?—Muy bien, Franco está recuperándose rápido, y Xandro por su lado está en perfectas condiciones. —Me informa Renzo.—¿Han averiguado de lo que sucedió en mi casa? —Inquiero aprovechando la oportunidad de que a Antonella se la han llevado para hacerle otros exámenes.No había querido tocar frente a ella este tema de la explosión en mi casa.—Fuga de gas en la cocina. —Arrugo mi entrecejo a lo que me indica Renzo. Veo muy imposible que en mi casa hubiera fuga de gas cuando soy meticuloso con mi hogar.—De ser así, ¿cómo fue posible?, algo debió ocasionar la fuga, o alguien. —Estoy en este momento donde comienzo a sospechar sobre cualquier cosa.No me resultaría extraño que lo que sucedió fuera planeado por alguien.—Bueno, hasta el momento no han encontrado nada más que una fuga. —Me informa Trino.—¿Cómo quedó mi casa? —Renzo y Trino se miran.—Echa un asco, por el momento deberás vivir en otro lado. Aún conservas tu pent-house —Miro a Trino de malh
AntonellaLo que menos me esperaba en estos momentos de mi vida, era tener que encontrarme en la habitación de una clínica, a mi esposo besándose con una mujer que fue su amante, y lo peor de todo, que la enfermera y mi madre tuvieran que también presenciarlo. Debe tener una buena explicación para esto, porque de no tenerla haría que este matrimonio llegara hasta aquí. Una vez le dije que no iba a tolerar más infidelidades de su parte, espero que esto, y confío en que así sea, solo haya sido una broma pesada de esa mujerzuela. —Antonella…—¿Qué significa todo esto, Damián? —Mi madre se ocupa de inquirir, justo en el momento que aparece Daniela.—¿Pasa algo? —ella pregunta al notar la tensión que existe en la habitación.—De todo, tu hermano se estaba besando con una antigua amante. —Digo, quizás esté siendo dramática, porque en el fondo de mi corazón quiero creer, quiero confiar que Damián no lo pidió, y que ella se atrevió a hacerlo.—¡¿Qué?! —Grita mi cuñada y centra su mirada en
DamiánYa Antonella y yo nos encontramos de alta, he comprado un nuevo pent-house y es donde viremos por el momento mientras remodelan nuestra casa. Mi esposa ha estado indiferente conmigo después de lo que sucedió en la clínica con Fabiana, y todo empeoró cuando otras mujeres fueron a verme sin importarle la presencia de mi esposa. Intenté prevenir que ellas se acercaran a nosotros, pero su empeño en querer ver como me encontraba las llevó a casi todas burlar a los hombres que protegían la entrada de nuestra habitación, logrando así colarse dentro y saltar sobre mí en frente de quien estuviera ahí. Eso ha mantenido a Antonella muy desanimada, incluso me trajo de nuevo problemas con sus hermanos y padres. Ellos se niegan a creerme y dan por hecho que ellas aún continúan siendo amantes mías cuando no es así. Supongo que mis acciones del pasado me están trayendo repercusiones en mi presente. Antonella se quería ir con sus padres, pero le rogué que no lo hiciera y que viniera conmigo
Antonella—Hola, pequeño de nombre feo.Odio se mete con el nombre de mi bebé.—Deja a Lolo quieto, envidioso, ya quisieras tú tener un nombre tan original como el de nuestro hijo melenudo.Comienza a burlarse de mí.—Me gusta el mío, tranquila.Me alegra saber que hemos podido solucionar nuestras diferencias. Ahora que estoy más calmada, puedo decir con seguridad que esas mujeres fueron enviadas a causar problemas. Claro, obvio, no descarto la idea de que en realidad Damián les rompió el corazón.A pesar de que hemos tenido unos días tranquilo, no dejo de estar inquieta. Dentro de mí crece un mal presentimiento, de que esta tranquilidad solo sea una mentira para hacernos bajar la guardia.—Oye, necesito que me prometas algo, infierno. —Juego con su corbata.—A ver.Respiro profundo y luego libero el aire.—Que te cuidarás y no me dejarás viuda. Tengo un mal presentimiento.Baja la mirada, toma una de mis manos y deja un beso en cada una.—Jamás. Recuerda que soy muy egoísta, tanto a
DamiánY aquí me encuentro en plena cocina, oyendo las instrucciones de mi cocinera favorita. Ella hace que olvide todo lo que sucede fuera con sus ocurrencias anormales. Por un momento pareciera que el peligro no nos rodea, o que las críticas por la noticia del mi supuesto hijo no existieran. Antonella, con su sonrisa, me ayuda a despejar mi mente de lo que ocurre y se lo agradezco muchísimo. Ya deseo poder tener una vida normal con ella, donde llegue del trabajo y la encuentre esperándome, donde salgamos un sábado en la mañana y regresemos en la noche exhaustos de la diversión. Donde pasemos un domingo juntos encerrados en nuestra habitación viendo películas o, mejor aún, donde pasemos un fin de semana ella y yo junto a nuestros futuros hijos. Mi tesoro más preciado es ella, esa pequeña mujer con rostro de ángel, pero con alma de diablo, esa pequeña morena delgada de cuerpo y amplio de corazón.Esa pequeña es mi luz y mi mundo entero.—¡Oh, infierno! —Su grito me saca de mis pensa