DamiánMe encuentro sentado de frente a la cama, observando a Antonella dormir. Estoy molesto por el comportamiento que ella tomó anoche. Nunca antes nadie me había hecho doler la cabeza como ella lo ocasionó ayer. Cuando me enteré de que había gente extraña en mi casa, regresé lo más rápido posible, encontrándome así una esposa borracha. Verla en ese estado no me agradó para nada. Antonella no es mujer de emborracharse y tampoco de dar espectáculos, pero últimamente ha tenido comportamientos infantiles que no comprendo. Cuando nos casamos, ella era diferente, una chica madura e inteligente que resolvía los problemas con sensatez. Ahora le dio por armar espectáculos y llevarme la contraria para verme enojado. Es como si le satisficiera verme así.Ella me encanta y me gusta de una forma alocada. El problema es que no tengo idea de cómo acercarme y hacérselo saber. Me da miedo arruinarlo y que luego todo vuelva a ser como siempre. Sé que debo mejorar mis actitudes y ser ese hombre román
Antonella Salgo del salón de clases junto con mis amigas, quienes no han dejado de sentirse preocupadas por mí y por lo de la fiesta.—Sabía que era una mala idea haber hecho esa fiesta —habla Amelia, que acomoda su cabello—. ¿Vieron su rostro? Juro que en ese momento mojé mis pantalones. En cuanto lo miré entrar, sabía lo que pasaría. Amiga, ese hombre da miedo cuando está enojado, hace que cualquiera se haga en los pantalones. El cabrón infunde pánico.Me reí.—¡No hables así, Amelia! Juro que en tu otra vida fuiste hombre.—¿Y qué te dijo? —Dalia se intriga de saber qué sucedió luego de que todos se fueran.—Me reprendió. Afortunadamente, arreglamos las diferencias como adultos, sin peleas ni discusiones, incluso nos emocionamos y casi pasó aquello. Por suerte, Dani llegó en ese momento para salvarme.Estaré agradecida con Dani por haber aparecido. Estaba muy nerviosa en ese momento.—¡¿Qué?! —Las dos se exasperan.—Amiga, no es por presionarte, pero debes cogerte a ese rubio. Es
AntonellaLlego a casa de mis padres luego de haber ido a almorzar con Damián y Daniela. A pesar de haber dejado los términos claros con él, continúo molesta, y mucho más después del escándalo que armó en el restaurante por el hecho de que un imbécil me guiñara el ojo. No entiendo cómo puede ser tan impulsivo y no pueda controlar un poco su temperamento. Puedo comprender el que hay hombres abusivos a los cuales se les debe dar un alto, pero el problema es que Damián a todo aquel que me mira lo quiere golpear.—Cariño, ¿Cómo te va en la universidad?—Muy bien. Mañana tengo un examen muy importante y espero pasarlo. He pasado varios días estudiando. —Tomo asiento en el sofá luego de dejar mis cosas tiradas a un lado.—¿Aún eres desordenada, Antonella? —me pregunta con sus manos en la cintura.—Estoy trabajando esa parte de mi vida. Te prometo que no volveré a dejar mis cosas regadas. —Me levanto a darle un beso para después ir a la cocina—. ¿Hay helado? —inquiero ansiosa de algo frío y
DamiánDoy vueltas por la oficina sin saber qué le diré a Antonella sobre el supuesto viaje de negocios. Aunque ella no lo demuestre, está más que molesta. Es obvio que fue una humillación. Aparte de eso, debo sumarle la escena de hoy. Estoy consciente de que aquello me terminó de hundir. El rostro de Nella lo decía todo.—Me estás mareando, Damián, ya deja de dar vueltas —me habla Trino, mi amigo, alguien que conozco desde casi toda mi vida. Diría que es como mi hermano—. Vamos, viejo, ella no te dirá nada. —Bebe un trago de whisky.—¡Claro que sí, y muchas cosas va a decir! Si tan solo hubieras visto su hermoso rostro cuando vio la nota. Pude notar el dolor en él, Trino, y no solo eso, también vi decepción. Ella se decepcionó de mí. —Paso mis manos por mi cabello—. Ayer hablamos e hicimos un trato, trato que no estoy cumpliendo.—¿Por qué te preocupa tanto lo que ella piense? —Me observa con curiosidad.—Sabes muy bien que esa mujer es mi debilidad, y no de ahorita, sino desde hace
AntonellaEstoy con mis amigas en el centro comercial, comprando ropa para el viaje a Hawái. Damián aún no está contento de que vaya al viaje, porque odia la idea de que otros hombres me puedan ver en traje de baño. Habíamos quedado en que iba a mejorar sus celos, pero resulta que no ha sido así. Es tan posesivo, y eso me asfixia. Yo necesito mi espacio, aire fresco. Quiero hacerle entender que no siempre puede vivir celándome de todos, eso no es sano ni para él ni para la relación que se supone, estamos intentando conllevar.Le ha dicho a Daniela que, si algún hombre se me llega a acercar o algo malo me pasa y ella no hace nada para evitarlo, la desheredará y la desterrará por completo de la familia. Díganme si no exagera demasiado. Como puede dejar a Daniela caer una responsabilidad como esa en tal caso que me ocurra algo.Damián tiene que encontrar la manera de cambiar ese estilo tan posesivo de ser, y sé que no será pronto, pero debo lograr que así sea.—Me gusta este, ¿y a t
DamiánNo puedo creer que haya terminado aceptando ese estúpido viaje, donde muchos hombres verán con ojos de hambre el cuerpo de Antonella. Sé que debo confiar en ella, pero soy hombre y he actuado muchas veces de ese modo con mujeres, así que, por ende, temo que se le acerquen mucho. Le advertí a Daniela que cuidara muy bien de ella y que no permitiera a ningún imbécil acercarse, porque donde así sea voy y la traigo de regreso a casa.Sé que soy muy posesivo con ella, y eso deja en claro mis inseguridades. También me dan celos.«¿Celoso? ¿De verdad dije eso? ¡Ay, no!».¿Para qué negarlo si me cabrea que otro observe a mi mujer? Mi afán de casarme con ella no era solo por diversión o capricho, es por algo más intenso, y quiero experimentarlo con ella a mi lado.—¿Se puede saber con quién peleas?Frunzo mi ceño al no comprender la pregunta que me ha realizado Trino.—¿De qué hablas?Termina de entrar a mi oficina para ir al minibar y servirse un trago.—Llevo rato parado en la puerta
AntonellaAl salir de la universidad, vamos rumbo al aeropuerto. Ya Daniela y Damián se encuentran allá esperándonos con las maletas. Todas llegamos y bajamos del auto de Franco, que es uno de los tantos guardaespaldas que me pone Damián para que cuiden de mí todo el día. Es un hombre paranoico y no me deja salir sin él o Xandro.Bajamos de la camioneta y caminamos hasta ellos.Daniela tiene una sonrisa en su rostro y Damián es todo lo contrario. Si por él fuese, estuviera ya mismo en casa.—¡¿Listas para irnos, chicas?! —habla Daniela emocionada.—¡Oh, sí! —respondemos las tres al mismo tiempo.Ellas suben en el avión privado de mi esposo… Esperen, ¿dije esposo? ¡Vaya! Qué lindo me suena.—Quiero que me llames al llegar, Antonella. Quiero ver tu llamada cada diez minutos, y donde no me llames en esos diez minutos iré a buscarte.Entrecierro mis ojos y lo miro mal.—Te llamaré únicamente cuando llegue, más no cada diez minutos, así que deja de estar drogándote, Damián.Respira profund
DamiánEs sábado y muchos tuvimos que venir a trabajar, ya que este mes estamos recargados de trabajo y necesitamos adelantar. Por supuesto, se les pagará muy bien a quienes han venido, que, por cierto, han sido la mayoría. La reunión que se lleva a cabo en este momento marcha bien. En este instante estoy a punto de comprar el terreno donde crearé una de mis nuevas obras. No requiero de otra empresa. Aun así, no está de más tener otra. Quiero una agencia de publicidad especializada en el sector del cine. Me gusta la farándula y siempre he vivido rodeado de ella. Mi familia toda su vida ha sido adinerada y muchos han sido actores y famosos muy importantes. Mi hermosa madre era modelo y actriz. Se retiró de ese mundo hace dos años. Mi hermana es modelo también, pero se inclina más por los negocios, al igual que yo. Mis planes son elevados y quiero que sea la mejor. Quiero convertirla en la número uno, y es algo que no me será difícil, ya que mi apellido resuena en todos lados. —Señor