AntonellaEstoy con mis amigas en el centro comercial, comprando ropa para el viaje a Hawái. Damián aún no está contento de que vaya al viaje, porque odia la idea de que otros hombres me puedan ver en traje de baño. Habíamos quedado en que iba a mejorar sus celos, pero resulta que no ha sido así. Es tan posesivo, y eso me asfixia. Yo necesito mi espacio, aire fresco. Quiero hacerle entender que no siempre puede vivir celándome de todos, eso no es sano ni para él ni para la relación que se supone, estamos intentando conllevar.Le ha dicho a Daniela que, si algún hombre se me llega a acercar o algo malo me pasa y ella no hace nada para evitarlo, la desheredará y la desterrará por completo de la familia. Díganme si no exagera demasiado. Como puede dejar a Daniela caer una responsabilidad como esa en tal caso que me ocurra algo.Damián tiene que encontrar la manera de cambiar ese estilo tan posesivo de ser, y sé que no será pronto, pero debo lograr que así sea.—Me gusta este, ¿y a t
DamiánNo puedo creer que haya terminado aceptando ese estúpido viaje, donde muchos hombres verán con ojos de hambre el cuerpo de Antonella. Sé que debo confiar en ella, pero soy hombre y he actuado muchas veces de ese modo con mujeres, así que, por ende, temo que se le acerquen mucho. Le advertí a Daniela que cuidara muy bien de ella y que no permitiera a ningún imbécil acercarse, porque donde así sea voy y la traigo de regreso a casa.Sé que soy muy posesivo con ella, y eso deja en claro mis inseguridades. También me dan celos.«¿Celoso? ¿De verdad dije eso? ¡Ay, no!».¿Para qué negarlo si me cabrea que otro observe a mi mujer? Mi afán de casarme con ella no era solo por diversión o capricho, es por algo más intenso, y quiero experimentarlo con ella a mi lado.—¿Se puede saber con quién peleas?Frunzo mi ceño al no comprender la pregunta que me ha realizado Trino.—¿De qué hablas?Termina de entrar a mi oficina para ir al minibar y servirse un trago.—Llevo rato parado en la puerta
AntonellaAl salir de la universidad, vamos rumbo al aeropuerto. Ya Daniela y Damián se encuentran allá esperándonos con las maletas. Todas llegamos y bajamos del auto de Franco, que es uno de los tantos guardaespaldas que me pone Damián para que cuiden de mí todo el día. Es un hombre paranoico y no me deja salir sin él o Xandro.Bajamos de la camioneta y caminamos hasta ellos.Daniela tiene una sonrisa en su rostro y Damián es todo lo contrario. Si por él fuese, estuviera ya mismo en casa.—¡¿Listas para irnos, chicas?! —habla Daniela emocionada.—¡Oh, sí! —respondemos las tres al mismo tiempo.Ellas suben en el avión privado de mi esposo… Esperen, ¿dije esposo? ¡Vaya! Qué lindo me suena.—Quiero que me llames al llegar, Antonella. Quiero ver tu llamada cada diez minutos, y donde no me llames en esos diez minutos iré a buscarte.Entrecierro mis ojos y lo miro mal.—Te llamaré únicamente cuando llegue, más no cada diez minutos, así que deja de estar drogándote, Damián.Respira profund
DamiánEs sábado y muchos tuvimos que venir a trabajar, ya que este mes estamos recargados de trabajo y necesitamos adelantar. Por supuesto, se les pagará muy bien a quienes han venido, que, por cierto, han sido la mayoría. La reunión que se lleva a cabo en este momento marcha bien. En este instante estoy a punto de comprar el terreno donde crearé una de mis nuevas obras. No requiero de otra empresa. Aun así, no está de más tener otra. Quiero una agencia de publicidad especializada en el sector del cine. Me gusta la farándula y siempre he vivido rodeado de ella. Mi familia toda su vida ha sido adinerada y muchos han sido actores y famosos muy importantes. Mi hermosa madre era modelo y actriz. Se retiró de ese mundo hace dos años. Mi hermana es modelo también, pero se inclina más por los negocios, al igual que yo. Mis planes son elevados y quiero que sea la mejor. Quiero convertirla en la número uno, y es algo que no me será difícil, ya que mi apellido resuena en todos lados. —Señor
DamiánLuego de unas cuantas horas, he llegado a Hawái. Subo a otra camioneta y trato de contenerme para no matar a mis hombres. Hablaré con ellos en privado. Primero hablaré con Daniela, quien tiene mucho que explicar.Cuando llego al hotel, lo primero que me encuentro es a mi hermana con la mirada baja. Camino hasta ella y la obligo a verme a los ojos, que están rojos. También noto el miedo que tiene.—Lo siento. —Una lágrima se le escapa.Estoy furioso, tanto que no la voy a mimar como siempre.Entramos al ascensor. Por fortuna, estamos nosotros dos y tres de mis guardaespaldas.—Solo te pedí una cosa, Daniela, ¡¿por qué no pudiste cumplirla?!Se sobresalta y comienza llorar más fuerte.—Lo siento, Damián, todo fue muy rápido. Ella estaba con nosotras y luego dijo que iría al baño, luego unos de los escoltas al ver que ella se movió de nuestro lado fue a donde se encontraban los baños para vigilar, pero Nella desapareció…—¿Desapareció? —pregunto con sarcasmo—. ¡¿Quién desaparece f
AntonellaHa transcurrido tres semanas desde el incidente en Hawái. Ese mismo día que llegó Damián allá, me trajo de vuelta a casa. Por primera vez no opuse resistencia. Quería salir de ese lugar y estar en casa. Mis padres aún no saben lo que pasó, y mis hermanos menos. Si se llagasen a enterar, lo culparán a él.Daniela volvió a su hogar y la madre de Damián llegó ayer de sorpresa.Ahora me encuentro en mi cama acostada. Damián está frente a mí, completamente desnudo. Mis ojos no pierden detalles de ese escultural cuerpo. Me deleito con la vista que me ofrece. Admiro sus cuadros bien marcados, sus pectorales firmes y su… su gran cosa bien armada, apuntando en mi dirección. Las mejillas me arden de vergüenza y mis ojos se mantienen bien abiertos. Aunque me da un poco de pena, no puedo evitar morder mi labio tras sentir el deseo que crece dentro de mí por él. Damián sonríe con picardía y sube sobre mí. Acaricio su pecho con delicadeza y absoluta admiración. Recorro todo su abdomen si
Damián Ambos estamos en la dichosa reunión, esperando por la persona con quien vamos a negociar. Al parecer, ellos están interesados en que sea socio de la empresa. Cualquiera desearía tenerme como socio de algún negocio. Digamos que mi popularidad y mi manera tan excelente de trabajar hacen que cualquiera me quiera tener como aliado que como enemigo.—Están tardando demasiado —me quejo.—Ya cálmate, han pasado dos minutos. —Trino entorna la mirada.—Exactamente, dos minutos que para mí son eternos. Sabes que no me gusta la impuntualidad. Solo yo lo puedo hacer, pero otro no.Abre la boca y la vuelve a cerrar de inmediato.—Qué descaro el de la gente. —Se quita de mi lado para ir a pedir un trago.—¿Me estás esquivando?Asiente.—Sí, me das vergüenza. Por todo peleas. Pareces un viejo amargado. —Me hace entrega de mi trago.—No te quito la cabeza porque eres mi amigo, por desgracia, pero lo eres. —Bebo.—Ten paciencia. Envejecerás rápido. Ya tienes incluso hasta canas de tanta amarg
AntonellaEs domingo y aún estamos aquí en Nueva York. Damián permanece dormido. Sé que no se despertará aún, así que iré a trotar mientras él descansa un poco más. Cambio mi vestimenta por ropa adecuada, coloco los audífonos en mis oídos y saco efectivo de su cartera para comprar agua.Estoy dando vuelta en un parque. Cuando ya me siento muy cansada, me detengo, me doblo un poco y toco mi pecho. Mi corazón está acelerado y mi garganta, seca. Observo un restaurante y camino hasta allá para comprarme mi agua, pero me detienen del brazo, haciéndome sobresaltar.—¡Por dios, Nicolás! —Mi corazón se ha vuelto a acelerar.—Qué alegría encontrarte aquí, mi hermosa Antonella. —Me contempla con ternura.—Qué sorpresa —es lo único que digo. No quiero que Damián se aparezca y me encuentre con él aquí.—¿Estás sola? —No deja de mirarme.—Vine con Damián, Nico.Él entristece su mirada.—Ya. —Se aleja un poco y mira a todos lados—. ¿Lo quieres?Su pregunta me desconcierta.—¿Qué? —No sé qué contest