DamiánIncómodo por lo que está sucediendo, le doy un beso a mi cielo, que duerme como lo que es, un angelito. Con cuidado, bajo su cabeza de mi pecho y me levanto de la cama para ir a la cocina por agua o quizá algo más fuerte. Al llegar abajo, saco una botella del estante, me sirvo en un vaso y lo bebo todo. Hago lo mismo un par de veces más. Necesito controlar mis nervios. Si ella me ve así, se preocupará y lo que menos quiero es que así sea. Por mi cabeza rondan muchas preguntas, entre esas cómo escapó y quién es el que le da información tan privada sobre mí. Me molesta. Me enfada cuando no tengo las repuestas que necesito. ¿Por qué todo esto cuando ella y yo íbamos de maravilla? ¿Por qué justamente ahora nos pasa esto? No quiero que mi vida o la de ella acabe aquí. Aún nos queda por vivir y ser felices.Vuelvo a servir otro trago. Cuando lo voy a beber, algo pasa por mis pies. Suelto el vaso, y este se quiebra en el suelo dándome el mayor de los sustos. Ya de por sí estoy nervi
AntonellaDamián me dejó en casa de mi madre hace más de una hora. No quiere dejarme sola en casa, así que quiso llevarme a su empresa, pero no acepté y le propuse que me dejara aquí donde mi madre, que de igual manera estaré protegida por los escoltas de papá. No quiero solo por esta vez nada más, oponer resistencia a lo que dice solo por qué no quiero que él sea el más perjudicado. Aunque me busquen a mí, sé que él saldrá herido.Tengo miedo de que ese hombre me encuentre y haga de mí lo que se le antoje. Temo estar de nuevo bajo su asqueroso cuerpo mientras me toca y me hace asquerosidades, las cuales no pudo lograr aquella vez. Es que no puedo ni imaginarme ese momento. No sé cómo existen hombres tan sucios que puedan herir a una mujer de tal manera, más bien deberían cuidarnos, y nosotras hacer lo mismo con ellos.Espero que ese hombre jamás se me acerque, y si lo llega a hacer, estaré preparada para al menos defenderme e incluso a mi infierno si así debe ser.—Gracias por presta
DamiánEl sonido que emite Lolo cuando ladra en la puerta de mi habitación hace que me despierte antes de la hora de siempre. Bostezo ante el sueño y miró a mi lado a mi hermosa esposa dormir.Antonella… una mujer sencilla, natural, espontánea y loca, logró atraparme a mí, al jodido diablo que no se dejaba mandar por nadie y menos por mujeres. Con ella soy todo lo contrario. Me dice “Lánzate de un puente” y lo hago. Me pide el mundo y se lo soy. Ante ella me pongo de rodillas. Ante ella me vuelvo tierno y romántico, y todo para verla sonreír. Quién pensaría que yo, el más rudo de todos, me volvería un poeta de mierda. Eso sí, solo para ella, porque para el resto de mundo que se jodan en el infierno.Mi motivo a vivir son mi madre y mi hermana, ahora también lo es mi cielo.¿Yo pensar en hijos? Eso jamás se me había ocurrido, es más, me cuidaba de eso. ¿Ahora? Ahora quiero cinco con mi cielo hermoso. Ella no quiere, pero ya verá que sí los tendremos. Bueno, serán seis, porque ya tenemo
DamiánMientras Antonella continúa durmiendo, yo miro el obsequio que ella recibió ayer por parte de Nicolas, junto con una nota donde volvía a resaltar que cada vez estaba más cerca de lograr recuperarla.Mis pensamientos en este instante son todo un desastre, no tengo la certeza de que sea él quien contacte con el hombre que intento causarle daño a Antonella, pero tampoco tengo a quien más responsabilizar. Podría ser cualquiera, algún resentido conmigo, por arruinar su negocio, por despreciar su trabajo o por no aceptar sus propuestas. Son tantos lo que puedan querer verme hundido, que no sabría decir con exactitud cuál es quien se acerca a ser el culpable. Este tema me va a volver loco.—Vamos a dormir. —Antonella palmea la cama invitándome.—No puedo, debo ir al trabajo. —me levanto de mi asiento solo para ir a darle un beso en la frente.—Hueles rico, diablo. Me gusta ese olor. —Absorbe todo mi aroma—. ¿Te vas a ver con alguien? —Toma asiento en la cama—. Estás muy guapo y perfu
Damián Ya casi es la hora de salida. Dani se fue luego de que yo le contara lo que ocurría. Mi cielo debe estar en casa ya, esperándome para irnos. Dani se encargó de que me dejen la habitación lista para cuando lleguemos, así Antonella de una vez verá su sorpresa. No puedo creer que yo, Damián Lancaster, haya recurrido a mi hermana para que diera las ideas. Soy un desastre. Decepciono a mi esposa al no haber sido yo quien tuviera ideas propias para sorprenderla. Termino de apagar mi portátil y de tomar las cosas que me voy a llevar, cuando de repente la puerta se abre, dejando a la vista a mi hermosa Antonella. Seguro está impaciente porque no fui temprano a casa.—¿Por qué has tardado tanto? —Coloca las manos en su cintura.—Nella, aún no es la hora de salida.La invito a tomar asiento, pero, como siempre, se niega.—Igual. —Camina hasta mi escritorio.—¿Ya tienes todo listo para el viaje?Asiente feliz de saber que nos tomaremos unos días.—Sí, solo falta el que pagará todo.
AntonellaEsa luz fuerte me hace despertar enojada. Me siento en la cama y observo a todos lado, buscando al culpable. Damián no está en la habitación, quién sabe a dónde iría. Bajo de la cama y camino hasta el baño. Me doy una ducha fría.Una vez lista, me encamino hasta la puerta para abrirla al escuchar que la camarera tocaba.—Señora Lancaster, su esposo, la esperaba abajo en el restaurante del hotel.Sonrío al escuchar eso.—Muchas gracias.Salgo de la habitación y me detengo en el ascensor. Espero a que las puertas se abran. Cuando eso pasa, mi vista se fija en… ¿Nicolás? —Antonella.¿Qué hace él aquí? —¿Estás siguiéndome?Mi pregunta lo toma por sorpresa.—¡¿Qué?! Estoy aquí por negocios. No tenía idea de que tú estarías aquí. —contesta con molestia.—N-Nico, lo siento… No, lo siento.Él sale del ascensor.—Estás hermosa. —Me recorre con la mirada—. Me cuesta creer que aún sigas con él, pero ¿sabes qué? —Detiene las puertas—. Aún sigues siendo mía y no voy a dar tregua. —Busc
DamiánSalgo del centro comercial tomado de la mano con mi cielo hermoso y discutiendo con ella porque ahora resulta ser que a mí Antonella se le metió en la cabeza entrenar defensa personal. ¡Yo puedo defenderla! No voy a dejar que se someta a eso. Puede lastimarse mientras entrena, y eso sería hacer que yo aniquile al idiota que la hirió, aunque no sea su culpa.—Voy a practicar quieras o no defensa personal. Tengo que defenderme sola y defenderte a ti.Metemos todas las bolsas en la camioneta.—No, mi respuesta es no, y si me desafías, me veré en la obligación de internarte en un psiquiatra.—Bueno, ve planeando como me internaras, porque yo tomaré clases de defensa personal.«Qué mujer tan molesta es mi cielo».—Puedes lastimarte gravemente, mi amor.Se sienta en mis piernas, como de costumbre.—No lo haré, diablo. De verdad es muy importante para mí defenderme y defenderte a ti. Entiendo que no tengo la misma fuerza que tú, pero ya verás que no dejaré que nadie me ponga ni una ma
AntonellaDamián y yo estamos de regreso en la casa. Mi bebé loco corre en mi dirección y ladra. De seguro me reclama el hecho de que lo abandonara. Lo subo a mis brazos y acaricio su melena. Lo apapacho como si fuese un osito. Francamente, lo extrañé.Damián nos contempla. Por más que se haga el duro termina vencido por nuestro cariño.—Si no regresaba pronto, tu madre me iba a quitar a la cabeza. —Lo toma y despeina su melena—. También te extrañé. Prometo llevarte para la próxima.Se ve tan tierno.—Serás un excelente padre, infierno.Mi comentario le llegó al fondo de su corazón. —Eso es lo que más deseo, Antonella. No quiero fallarte a ti ni a nuestros hijos.Y no lo hará, confío plenamente en él.—Verás que tendrás razón. Nuestros hijos serán muy afortunados de tenernos como padres y nosotros de tenerlos a ellos como nuestros hijos.Sus ojos se cristalizan —Ya quiero que ese momento llegue. Anhelo verte con tu barriga grande, estar a tu lado al momento que nuestro bebé llegue a