Los siguientes días fueron para Eloísa una montaña rusa, su madre y ella se pusieron al día de todo lo que se habían perdido la una de la otra en los años que estuvieron distanciadas.—Debí ser más valiente y tomar un avión para verte —dijo Frida, mientras se tomaba un café.—No podrías haberlo hecho —recalcó Eloísa—. Tu miedo a las alturas…—Ni me lo recuerdes —le interrumpió. Frida le tenía fobia a volar y a estar en edificios muy, muy altos. Esa había sido una de las principales razones por las que no corrió detrás de su hija cuando decidió quedarse en Europa.—Nunca es tarde para que recuperemos el tiempo perdido, mamá —dijo, colocando una galleta en el plato vacío.—Me alegra que decidieras volver, hija, también me hace muy feliz verte con Lucas, es tan apuesto y educado, no hay mejor hombre para ti, que él.Eloísa carraspeó.—¡No puedo creer que sean novios! —expresó emocionada.—Soy yo quien se siente afortunado de tener a Isa en mi vida, señora Frida —habló Lucas a su espalda.
Holly hizo un puchero al saberse en desventaja ante su hermano, mientras Henry y Mina sonreían ante la efusividad de Bastian, que daba pequeños saltitos de alegría, pero sin soltarle las manos.Henry estaba feliz y agradecido, no podía ni quejarse, ni pedir más de lo que tenía hoy en día, pero en el fondo, rogaba por, que su felicidad durara para siempre. Había recuperado a la mujer que amaba y tenía dos hijos maravillosos y otro en camino, por quienes vivir y trataría de ser mejor esposo y padre.—Henry —susurró Mina al verlo llorar.—Te amo —le dijo en respuesta, mientras se inclinaba para dejarle un beso en los labios, acción que provocó que los mellizos se taparan los ojos para “no ver” el beso de sus padres.—¡Aquí no! —pidió Holly, arrancando sonrisas a sus padres, hermano y hasta en el doctor que limpiaba el vientre de Mina y le indicaba que podía levantarse de la camilla.Henry fue el primero en soltar la mano de Mina, luego siguieron los mellizos, mientras él ayudaba a Mina a
«Va a casarse el próximo verano»«Va a casarse el próximo verano»Alec se llevó la copa a sus labios y apuró su contenido, sentía que el nudo en su garganta iba a asfixiarlo. Mientras las palabras de Taylor se repetían como un mantra en su cabeza, él se mordió el labio y se tragó el gemido de dolor que nació en su pecho.—¿De veras? —preguntó, apartando la mirada de Paul y mirando a Taylor.—Sí, aún no es del dominio público, creo que van a anunciarlo dentro de poco —comentó, bebiendo un sorbo de champaña.—Entonces, ¿cómo lo sabes? —le cuestionó elevando una ceja.Taylor le sonrió.—Soy su productor, hay pocas cosas que no sé de él —susurró.Alec no pudo evitar preguntarse si Taylor también sabía de ellos, eso sería… terrible, muy bochornoso, aunque cabía la posibilidad y que todo lo que el productor quería era hacerlo saber para que se alejara de Paul.—Tienes razón —musitó Alec, sintiendo el sabor metálico de su propia sangre, pues se había mordido la lengua para no preguntar nada
La duda fue una de las cosas que atormentaron a Alexander durante varios días y semanas. ¿Había estado tan borracho como para no darse cuenta de sus acciones? ¿Tan idiota había sido para ceder ante Lisa? Él no quiso pensarlo más, de una u otra manera, no podría cambiar lo sucedido, en caso de que haya llegado a suceder algo entre ellos. Alexander decidió incluso no compartirlo con nadie, ni siquiera con Adam, que era su amigo y confidente.—Te ves cansado, ¿por qué no te vas a casa y te tomas la tarde libre? —preguntó Adam, luego de terminar la reunión a la que habían asistido juntos.—No quiero estar en casa, prefiero pasar la tarde metido entre papeles.—¿Hay algo que necesito saber? —cuestionó Adam, cruzándose de piernas.—Nada, Adam, no hay nada nuevo en mi vida.—¿Qué hay de la pelirroja del antro?—No volví a verla y tampoco estoy interesado. Ya te lo he dicho —reiteró.—De acuerdo, ¿vienes por unos tragos esta noche?—Prefiero no beber —respondió con rapidez.Adam asintió, no e
Adam tuvo que contener la risa ante la lengua viperina de Belinda, mientras Henry y Mina lucían sorprendidos por el intercambio de palabras entre Alex y la pelirroja.—Te aseguro que yo sería el hombre más feliz del mundo mundial si este hombre —dijo Alec, señalando a Alex con las manos—, fuese gay, te aseguro que haría hasta lo imposible para que se fijara en mí, pero es más recto que una flecha —añadió Alec, saliendo en defensa de Alex.Belinda enarcó una ceja.—Quizá no seas su tipo —refutó—, aunque, en resumidas cuentas, tampoco es mi problema donde él quiera meter el pito —soltó.El rostro de Alex enrojeció ante las palabras de la mujer.—¡No tienes que ser tan vulgar! —espetó, dispuesto a enfrentarla.—¿Vulgar? Bueno, si quieres que llame a las cosas por su nombre lo haré —dijo, acercándose a Alex para susurrarle al oído—. No es mi jodido problema donde metes el pene o si prefieres que te lo metan.Alexander tomó la mano de la mujer y sin previo aviso la arrastró hacia el
«No tienes ni la mejor idea»No, no la tenía. Alec jamás se hubiese imaginado que Taylor tuviese algún tipo de interés en él y menos que tuviera poco reparo en demostrárselo delante de mucha gente, muchos actores que podían cuestionar su sexualidad, pero al él parecía no importarle. Su lengua se presionó contra su labio para que le cediera el paso.Alec tuvo toda la buena intención de resistirse, pero falló cuando la mano de Taylor atrapó su cintura y la otra presionó ligeramente sobre sus mejillas. La presión y la falta de aire le hicieron abrir la boca y fue entonces cuando la lengua de Taylor saqueó su boca y sintió que se mareaba.La pasión de Taylor era tan abrumadora, que pronto él perdió la batalla, llevó sus dedos a los cabellos del productor y los enredó en los cortos y negros cabellos, presionando para que el beso fuese más profundo.Alec podía culpar al alcohol que había bebido esa noche, podía culpar a su corazón que se había roto al ver a Paul con su novia o culpar a Tayl
Los siguientes días pasaron con prisa, mientras el vientre de Mina crecía un poco más y su bebé continuaba desarrollándose con satisfacción, la vida de Eloísa era un caos, su madre continuaba rechazando a su padre, le pedía, no, le ¡exigía el divorcio!, pero no era capaz ni de llamar al abogado para que procediera.—No puedes seguir actuando de esta manera, mamá —dijo, colocando una taza de té delante de Frida, era el tercero de la noche.—Voy a divorciarme, Isa —insistió.Eloísa asintió.—Bien, entonces…, supongo que no tendrás problemas en que Lucas llame al abogado, ¿verdad cariño? —preguntó Eloísa a su novio, sentado en la sala, hablando por teléfono con su suegro, quien esperaba abajo.—Ningún problema, Adam es muy eficiente, puede contactar a uno de sus colegas para que se ocupe del divorcio —dijo tan alto, como para que Gaspar escuchara al otro lado de la línea.Lucas Hamilton jamás hubiese imaginado ser el celestino de sus suegros, de hecho, no entendía cómo había termin
«¡Evan está llegando!»«¡Evan está llegando!»Henry se quedó de piedra al escuchar a Mina, su corazón latió con prisa, mientras todo parecía detenerse en ese momento.—¿Evan? —preguntó aturdido—, ¿nuestro Evan? —repitió.Mina apretó los labios entre sus dientes, el dolor estaba atravesando su cuerpo, mientras Henry parecía petrificado delante de ella y sus ojos estaban abiertos, como dos platos.—¿Sabes? —se las arregló para preguntar—. Te amo, te adoro con todo mi ser, Henry, ¡pero te juro que, si no mueves tu lindo trasero ahora mismo, voy a castrarte! —gritó al mismo tiempo que una nueva contracción se abría paso por su cuerpo.Era una contracción distinta a la anterior, el dolor nacía en su bajo vientre y corría a su columna vertebral. Mina sintió que iba a partirse en dos.—¡Date prisa! —le urgió—. ¡De lo contrario, espero que estés preparado para recibirlo tú! —exclamó sosteniendo su vientre.Henry, Hope y Blake salieron del estupor ante las palabras de Mina, Hope corrió hacia l