Izan Ribeiro La tenía a mi lado y todavía no podía creerlo. Pensé que la había perdido para siempre, que no tendríamos otra oportunidad juntos, pero aquí estábamos, contra todo pronóstico.Esperaba a mis bellezas en la recepción del hotel. No quise llevarlas a la casa de mis padres. Tengo dinero de sobra para pagar un hotel entero para nosotros, pero sería demasiado arrogante de mi parte, y ese Izan ya está en el pasado. Al final, el dinero y el poder que tanto deseaba no significan nada cuando pierdes a la persona que amas, mi dinero no me devolvería a Alana ni curaría a mi hermana. Mis padres no se rinden y no perdemos la fe de que pronto todo esto será un mal sueño.Escucho unos tacones acercándose y giro sobre mi eje, mi corazón late con fuerza al ver a las hermosuras que me sonríen llenas de felicidad. Ariel es la primera que corre a mis brazos, y la alzó, admirando su belleza «mi dulce patito», sus pequeñas manos se aferran a mi cuello.—¡Estás hermosa, amor! —le digo, besando
Sus miradas irradiaban felicidad y ardían llenas de deseo; los latidos de sus corazones desbocados se podían escuchar a kilómetros. Izan sostiene su mano y la lleva a sus labios, dejando un beso tierno y prolongado. Alana no puede más que aferrarse a su saco y besarlo con fervor. Las miradas están encima de ellos y los flash se hacen presentes. —Mañana saldremos en primera plana de las revistas más importantes, sabes que para el mundo somos primos aunque en realidad sólo compartimos la etiqueta—le dice Alana, acariciando suavemente su mejilla, mientras Izan deja un beso en la punta de su nariz.—Yo mismo les daré el encabezado, si lo desean, no me importa que digan o las demás personas, solo tú eres lo más importante —agarra su mano y textea un mensaje en su teléfono rápidamente, sus ojos brillando con determinación.—¿A dónde iremos? —pregunta curiosa, mientras se aferra a su costado.Sus ojos azules brillaban con la oscuridad de la noche, dejando más cautivado a Izan.—A un lugar
—¡Te amo, Izan! —gritó, abriendo los brazos y mirando al cielo estrellado. No podía pedir más; era la máxima felicidad experimentar amor y adrenalina junto a su mejor amigo.No sabía cuánto habían conducido, ni deseaba bajar. Era la primera vez que subía a una máquina así, pero el trayecto había terminado frente a la clínica de su tío Fabián. Izan bajó de la moto y la tomó por la cintura para ayudarla. Entrelazó sus dedos con los de ella y Alana no pudo evitar sonreír.—Solo tu padre es capaz de crear algo así en el rascacielos de su clínica —dijo mientras subían al ascensor.—En este lugar mi madre convenció a mi padre de volver y le dijo que estaba embarazada de Maia, ¿recuerdas? —Alana sintió un nudo en la garganta y asintió sin poder decir más—, esa temporada en tu casa fue la mejor de mi vida. Estaba a tu lado y me sentía feliz.—Todavía, mi padre tiene la grabación y siempre la veía escondida hasta quedarme dormida en su estudio. Te extrañé cada segundo, minuto, hora, día, mes y
ALANA GERBER —¿Que si me arrepentía de esperar hasta el día de hoy? No, no lo hacía. No pensé que experimentaría tantas emociones, todo era nuevo. Era perfecto delante de mis ojos, y yo lo era también para él. Mis mejillas se tiñen de rojo solo al recordar cómo me tenía y todo lo que hicimos.Sonrío mientras viene caminando hacia mí, solo con el mero boxer y su cabello suelto, muerdo mis labios y se acuesta a mi lado y trae una tarro de helado de fresa en sus manos. «¡Qué hombre!», pienso, admirando cada músculo definido, sus bíceps y abdominales. Mis manos no pueden dejar de tocarlo.—Come, porque después jugaremos un rato —me ordena con una sonrisa traviesa, riendo al verme fruncir el ceño. Señala entre mis piernas y mis labios se abren mientras me cubro los ojos.—¡No hagas eso, Izan! Me da vergüenza —le digo, pero él aparta suavemente mis manos de mi rostro y deja una caricia en mi mejilla.—Esa palabra no existe conmigo, así que sácalo de tu diccionario, princesa —dice, dejan
Dos semanas habían pasado, dos semanas que se volvieron una sola perdona. No había una noche sin besos y caricias; su felicidad era casi completa. Se miraban a los ojos sin poder creer que estaban juntos, y su familia aceptaba su unión, solo faltaba que los padres de Izan regresaran, pero la pequeña Maia seguía en tratamiento. Los padres de Alana se habían ido junto a sus hermanos. Ariel, mientras ellos trabajaban en los nuevos diseños bajo el cuidado de Pavel y Tobías.En el taller de diseño automotriz de su padre, la luz tenue se filtraba a través de las cortinas de terciopelo. Sus mejores trabajadores estaban en otra mesa terminando el diseño de su padre, mientras él creaba el del Ruso. Serían más de cien coches y el apellido de su padre se jugaba en todo esto. Aquí sólo harían una muestra y luego trasladarían su creación a las empresas en Rusia, para así poder mover la droga de una país a otro, a los Estados Unidos.Izan admiraba a Alana y podía sentir su mirada sobre ella. Cruzó
Alana apoyó su cabeza en los acolchados del sofá, perdida en su mirada mientras él bajaba su tanga. Sus dedos rozaron sus labios vaginales, arrancándole un suspiro.—Siempre estás lista para mi —murmuró Izan, dejando una línea de besos por su muslo hasta llegar a sus vértices. Aspiró profundamente entre ellos— me fascina tu olor, pero más tu sabor.Los dedos de Izan se movieron con habilidad, acariciando y explorando con delicadeza pero con intención. Su humedad lo dejaba ver lo receptiva que era siempre, solo por él. Alana cerró los ojos, su respiración acelerándose mientras el placer se acumulaba en su cuerpo.—Izan... —susurró, su voz cargada de deseo y necesidad.Izan sonrió contra su piel antes de pasar su lengua suavemente por sus pliegues, disfrutando cada reacción de Alana. Sus manos se aferraron a los brazos del sofá, buscando anclarse en algo mientras su cuerpo temblaba bajo el toque experto de Izan. La lengua de Izan no esperó, paseándose por sus pliegues y mordiendo cada u
Ariel viene tomada de la mano con Pavel. Sonrió al verla, un ser inocente que solo necesitaba una madre que la amara. Es tan dulce y espontánea, tiene mucho de mi tía Sam. Pavel asiente al verme y he notado lo ausente y distante que ha estado con Izan. Su mirada azulada se mantiene perturbada, y aunque siempre está serio, se puede distinguir que no es el mismo de antes.—¡Mami! —grita Ariel, soltando la mano de Pavel y corriendo hacia mí. Suelto el bolso deportivo para sostenerla en brazos.Cada día viene a buscarme junto a Pavel o Izan cuando salgo de mis clases. Hoy está hermosa con su tutú y sus moños rosados.—¡Mi patito lindo! —digo mientras beso su mejilla y ella pasa sus bracitos regordetes por mis hombros—, ¿estás lista para ir a ensayar?—Me gustaría ir para que mis abuelitos... —dice Ariel, pero se interrumpe cuando nota a Pavel ponerse tenso. No entiendo por qué, pero tampoco sé a cuáles abuelos se refiere. Desde hace dos meses, a mis padres también les dice abuelitos, algo
La empresa en Rusia estaba desbordada de personas, coches, reporteros de revistas y compradores que se mantenían en primera fila. La elegancia del lugar dejaba a todos deslumbrados, y el poder de Izan y su padre se manifestaba claramente en cada detalle. La presentación del nuevo coche marcaría sus nombres permanentemente en el mundo del automovilismo. Aunque el padre de Izan no comprendía completamente por qué habían decidido crear el coche en Rusia en lugar de Boston, había confiado en Izan, desligándose de la empresa para atender a su hija y deseando fervientemente que ella venciera al cáncer.Los asistentes esperaban impacientes y Sergio miraba a todos lados buscando a Melissa. Ariel le pedía que la cargara y continuaba conversando con su mejor amigo, olvidándose temporalmente de Melissa. El coche, la creación más importante, permanecía oculto detrás de dos puertas de acero puro, esperando su gran revelación.Alana lucía un hermoso vestido blanco que caía hasta sus tobillos, dejan