Capitulo 2

Llegar sin previo aviso, solo preocupo a su hermana al verlo con sus ojos de angustia, Sergio la saluda y busca con la mirada a Felipe, su mejor amigo y, esposo de su hermana, solo él, es la solución. Pero, se consigue con una jovencita de cabello crespo que salta a sus brazos.   

—Tío, ¿qué haces aquí? ¿Mi tía y mis primos han venido contigo? Estoy muy aburrida— le hace pucheros y hala de su brazo para que tome asiento—, tío, estoy estudiando ruso, mi padre dice que cuando sea mayor viajaré a vivir con mi hermano.  

Sergio ríe al ver lo imperativa que es Maia, sonríe y Samantha que nota que nada está bien, con una mirada Maia comienza a hacer berrinches. Sergio, acaricia su cabello rizado sonriendo con melancolía al viajar al pasado.  

—Mami, pero…  

—Cariño, vine solo por trabajo, pronto verás a tus primos.   

Maia termina por levantarse y mira a su madre con súplica, Sergio al verla que desea quedarse interviene.  

—Sam, déjala, solo quiero hablar con Felipe. ¿Está en casa? —Maia chilla y toma asiento de nuevo sonriendo de oreja a oreja.   

—¿Pasó algo con Alma y los niños?  

—Es Alana…  Se ha comprometido— decirlo solo le causa rabia y dolor.  

—¿Qué? ¿Comprometido? ¿Con el árabe? ¡Ay, me muero! — chillo Maia saltando del sofá.   

—¡Maia, cuento tres y no está ni un solo mechón de tu cabello aquí! — ordenó su madre y esta corre escalera arriba rápidamente, antes de llegar al último escalón siente un leve mareo, pero eso no la detiene. 

Se lanza en su cama y marca el número de su prima. 

—¡Alana se casa! ¿Cuéntame todo? ¿No puede ser? ¿Ya no quiere a mi hermano? Yo, jamás compartiría a mi esposo, ¿está de acuerdo con ser una más de las esposas?  

Melissa no está de ánimos y mira a su madre, como se devuelve con la bandeja de comida de la habitación de Alana, sus hombros caídos y su cabeza casi besando sus pies.  

—Eso escuché, las cosas no están bien aquí en casa…— suelta con tristeza—, mis padres están muy tristes. Matías solo espera que Alana abra la puerta de su habitación, piensa que como el hombre de la casa debe hacerle caso y la verdad, Maia, no sé nada de lo que pueda sentir mi hermana, sabes que es muy reservada y distante.   

Maia guarda silencio y siente tristeza también.  

—Mi papi, no dejará que eso suceda. Alana es mi cuñada y cuando venga a jugar conmigo hablaré con ella  — Melissa ríe y niega por lo infantil que es su prima y terminó por despedirse para unirse con su hermano mellizo con la esperanza que Alana los deje entrar.   

Samantha escuchaba todo lo que le contaba su hermano y no podía creer que Alana le dijera esas palabras tan hirientes. Lo abraza, dándole todo su apoyo, el dolor que debe sentir es incomparable. Alana es su vida, su todo, fue su luz en medio de la oscuridad que vivía cuando perdió su familia, Alma y sus hijos son todo para él. Le dice dónde encontrar a Felipe y, Sergio sube al coche que le ha prestado su hermana y no duda ni un segundo en ir tras la única persona que quitara el problema de raíz.   

Felipe está en su oficina, leyendo la propuesta de su hijo, los años llegaron de golpe y su edad avanzó en un abrir y cerrar de ojos, y necesita evaluar todo, siente un pálpito que las cosas no están bien como le hace creer; pero su éxito es evidente, su hijo a su corta edad es uno de los mejores diseñadores de automotriz y su marca le ha quitado el puesto número uno.   

La puerta se abre con fuerza. Felipe levanta la mirada de su computador y acomoda sus gafas, y se queda sorprendido al ver a Sergio.   

Su rostro desesperado y sus manos temblorosas indican que algo grave estaba sucediendo, llaga frente a él apoyando sus puños en el escritorio.  Felipe, quita sus gafas y arquea una ceja, antes de quedar sin palabras con lo que diría su amigo:  

—¡Quiero que mates a Jasiek! — sus ojos se llenan de lágrimas, ni él mismo puede creer lo que ha dicho, lo pensó toda la noche, pero no se atrevía a decirlo en voz alta.  

Felipe, mira como limpia su rostro con rabia y se pone de pie, para darle un abrazo a su mejor amigo. Joseph, el gerente de su empresa y amigo de ambos, entra en ese momento.  

—Hermano, cálmate y toma asiento, necesito que me expliques qué sucede.  

—¡Joder, Felipe! ¡Alana se comprometió…!  

—Joseph, trae unos tragos y doble — ordena sin mirarlo y coloca la mano en el hombro de Sergio.  

—Para mí un jugo de manzana, por favor — pidió mientras toma asiento y pasa las manos con frustración por su rostro.  

 Felipe ríe y le ordena a Joseph que traiga lo que pide.  

—¿Me pides que mate a Jasiek y luego quieres jugo de manzana? — bromeó.  

—Eso no es nada para ti, tienes contactos. Eres tú, Felipe, está en ti…, ayúdame, me quieren quitar a mi pequeña. ¡Está a punto de cometer el mayor error de su vida! — exclama y limpia las lágrimas de sus ojos, lo que menos desea es que su hija sufra como su madre—, quiere casarse con ese hombre y, ¡no puedo permitirlo! ¡No puedes permitirlo, es tu sobrina!  

«Mi nuera»— se reprime por lo que piensa en ese momento y sacude sus pensamientos.  

Felipe se pone en su lugar, su chiquita viene a su cabeza y es capaz de desaparecer a quien sea por ella. Sin embargo, ese era el Felipe del pasado y el creador le ha dado una nueva oportunidad después de vencer el cáncer.  

— Tranquilízate, Sergio. Cuéntame todo con calma. ¿Por qué crees que es un error? — le pregunta, Joseph le llega con las bebidas, le entrega a Sergio su vaso de jugo—, recuerda que Alana es una mujer.  

Sergio lo mira con rabia y se levanta de golpe.  

—¿Tú también? ¡Es mi princesa! Ponte en mi lugar, piensa en Maia, es una hermosa jovencita, ¿dejarías que un degenerado venga a envolverla, cuando tu sexto sentido como padre te grita que algo está mal? — lo señala con su dedo y Felipe lo entiende perfectamente—, no tiene buenas intenciones y más aún cuando sabes que no será solo ella, que tendrá que vivir con ese hombre y miles de mujeres más— explota y camina hacia la puerta. Joseph, que ha escuchado todo, se mantiene en silencio—, si no puedes ayudarme, me voy.   

Felipe se masajea las sienes tratando de pensar qué hacer.  

«¿Fingir un accidente, algo rápido? No, mejor será hacerla entrar en razón» cierra sus ojos, negando por lo que ha pensado.  

Joseph carraspeó para llamar la atención, ahora es padre también de un pequeño niño. No tiene la dicha de vivir junto a él, pero hace todo lo posible por estar presente en su vida.  

—Tengo una idea— murmura y Sergio espera que diga algo más—, jefe, recuerda la cláusula…  

—¿Cláusula? — indaga Sergio y mira a su amigo como curva sus labios en una sonrisa perturbadora, cuando Joseph lo ilumina.  

Felipe busca su celular, no le responde a su amigo y marca la solución a su problema…  

En un rincón oscuro de Rusia, entre música clásica, se encontraba Izan, el magnate con más poder e influencias, cerrando el trato de su vida, el poder y el dinero se habían vuelto algo vital para él, no podía saciarse, quería más y más. Seguro que dentro de poco tendría el manejo de las empresas de su padre y cierra el acuerdo, estrechando su mano con el mafioso más importante del país.   

Uno de sus hombres se acerca y le informa que su padre está en la línea. Izan mira al ruso y este, antes de levantarse, agarra el maletín lleno de fajos, sin dejar de mirarlo en busca de intimidarlo, sin embargo, no lo logra.   

Mira a sus hombres y se va, soltando una sonrisa perversa. Izan pide que apaguen la música antes de atender la llamada de su padre.  

—Padre, estaba seguro de que llamarías.  

—Izan, no es por lo que piensas, aunque sí tiene que ver un poco.  

Izan se alarma.  

—Explícate, tengo todo planeado para ir a manejar las empresas— gruñe tratando de mantener la calma.  

—Escúchame, te quiero en casa en menos de una semana. Regresaré a Boston con tu madre y tu hermana. Nos vemos en mi empresa, tienes que cumplir una cláusula antes de tener el poder.  

La tensión en la sala era palpable mientras Sergio escuchaba atentamente las palabras de Felipe. Cada frase pronunciada por su amigo resonaba en su cabeza, y cuando finalmente comprendió el plan de Felipe, su rostro se llenó de ira.  

—¿Cláusula a tu hijo? ¿Tu único heredero? ¡joder!— grita y estalla el jarrón que tenía al frente contra la pared, algo que no pasa desapercibido para su padre, sus escoltas dan un paso atrás.   

—Maia, también es mi heredera, no se te olvide, Izan Ribeiro. Adiós, más te vale estar aquí en menos de una semana. Nos vemos el viernes en “mi empresa”  

Resalta lo último provocando que la ira suba en Izan, destroza la mesa y la botella de licor caro que tenía al frente y su teléfono móvil también paga las consecuencias.  

«Esto no puede estar pasando» Llama con su mano a su mejor amigo y mano derecha Pavel Ivanov.  

—Arregla todo, pausa toda mi agenda y prepárate, regreso a Boston y tú, vienes conmigo.  

—Señor y….  

—No sé, Pavel, no sé… — murmura y busca su otro móvil, para llamar a la razón de su mayor preocupación.  

En la oficina de Felipe, Sergio se sale de control cuando su amigo le explica la solución a su problema.  

— ¡¿Cómo te atreves a proponer algo así?! ¡¿Crees que dejaré a mi hija a merced del irresponsable de tu hijo?!— La voz de Sergio temblaba de furia mientras clavaba una mirada acusadora en Felipe, quien permanecía sereno ante su reacción.  

—Cálmate, hermano. Recuerda que es tu sobrino también es Izan. ¿O prefieres que se case con Jasiek?   

—Aunque este plan solo retrasaría lo inevitable, pero algo es algo— interviene Joseph, Felipe le da una mirada que lo hace evaporarse de la oficina muerto de la risa.  

Sergio se levantó de su silla, su semblante enrojecido y comenzó a dar pasos agitados por la habitación.   

—Mi hija no se utilizará como parte de ese absurdo plan!   

Felipe se acercó a Sergio con calma, tratando de apaciguar la situación.  

—No podrías con la carga de conciencia de tu primer plan— palmeó su espalda—, sé que es difícil, pero realmente es lo único que tenemos y también necesito de esto, para ver con mis ojos en que se ha convertido mi hijo, cómo se desenvuelve en la compañía.  

—Por favor, Felipe. Es un magnate siendo apenas un crío, que más quieres…  

—Humildad… eso quiero.   

Felipe se sintió abrumado por la intensidad de la situación. Pero, se mantuvo firme en su convicción de que su plan era lo mejor para todos. Con un suspiro resignado, Sergio dejó caer su cuerpo en el sofá.  

En busca de la solución encontró un problema mayor; sin embargo, una parte de él confiaba más en su sobrino que en Jasiek. La tensión en la habitación comenzó a disiparse lentamente, dejando espacio para la esperanza.   

—¿Vivirán con ustedes o conmigo? — pregunta Sergio mientras tiene sus ojos cerrados, pensando que es suficiente tiempo para que su hija cambie de opinión y dé esa manera, alejar a ese hombre de su lado.  

Felipe se pone de pie y agarra las llaves de su coche, Sergio abre los ojos al ver que no responde, Felipe se detiene un momento y Sergio posa su mano en su pecho al sentir que el aire de falta cuando su mejor amigo dice:  

—Vivirán solos —responde Felipe con su voz cargada de seriedad.  

Sergio no puede procesar las palabras de su amigo.  

«¿Vivir solos?»  

La idea se siente como un golpe en el estómago, dejándolo sin aliento  

—¿Solos? —balbucea, luchando por no comprender lo que eso significa.  

Sus ojos se abren con incredulidad, su pecho se aprieta con un dolor insoportable. La habitación da vueltas a su alrededor, su respiración se vuelve pesada. Un mareo lo envuelve, su mente lucha por mantenerse en pie ante la abrumadora respuesta.   

Felipe se ríe y llega a su lado, le pide que se calme, no pensó que se pondría de esa manera.  

—¡Joseph, trae un trago! — grita y su amigo, niega y se aleja de él.  

—Eso, no…  

—¿El trago o que vivan juntos? Si es lo segundo, está estipulado— sisea, aunque en realidad no lo está, pero es la mejor manera que Alana y su hijo vuelvan a recuperar su amistad.  

«No pueden vivir juntos. Izan es un desquiciado» piensa con desesperación, su corazón latiendo con fuerza en su pecho.  

Un zumbido ensordecedor llena sus oídos mientras lucha por mantenerse erguido. Felipe se alarma y al verlo que no es un juego.  

—¡Sergio! —exclama Felipe, con su voz llena de preocupación.  

 Sergio se pone de pie y se tambalea, su visión se nubla y, con un último suspiro, cae al suelo en un desmayo repentino

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