Charlotte
Me quedé esperando que Luciano me de razón alguna, estoy sentada en la camioneta mientras fumo un cigarro. Lía quedó en una de las bodegas, ella quedó encargada de revisar algunos documentos, su especialidad es los números así que debo explotar sus habilidades. Siento como mi presión se sube por todo lo que está sucediendo. El tabaco es lo único que en estos momentos me alivia. Le pedí a mi chofer que se fuera, mientras que no tenga más confianza con él, no puedo darle la oportunidad para que se integre más en mis cosas.
Luciano no tardó en aparecer en mi camino, me gusta demasiado su eficiencia, no podría confiarle todo esto a alguien más, él no solo es mi mano derecha, también es mi amante clandestino, nunca he tenido una relación y nunca la tendré soy más de disfrutar el momento, de disfrutar a los hombres. El amor y todo eso es una babosada, eso no va conmigo, esas cosas solo te pueden despejar del camino verdadero, tengo muy claro que el placer no se debe mezclar con los negocios.
—¿Conseguiste información? —Él se quita sus lentes y niega.
—Solo tenemos información de las personas que estuvieron allí, fueron seis, aunque todos lo niegan, hay dos que están muy nerviosos, sin embargo, pensé que era necesario que estuvieras allí.
—Está bien. Entre más pronto salgamos de eso, mucho mejor.
—Lo otro, es que conseguí una cita con unos nuevos socios. Son nuevos en la ciudad y transportan buena calidad.
—Suena bien —contesté al mirar por la ventana, estoy alarmada ante cualquier movimiento.
—El único problema es que ellos quieren vernos, bueno, verte en una hora.
—¿Quienes se creen para darnos órdenes? Soy yo quien decide a que horas vernos, o en que momento.
—Son unos que nos van a generar mucho dinero y eso es lo único que te debe importar preciosa. Así que iremos a la bodega y luego, saldremos para donde ellos ¿Te parece? —Él agarra mi mejilla, pero desvió su beso. Lo último que quiero es estresarme más.
—Maneja rápido, que la incertidumbre me va a acabar.
Llegamos hasta una de las bodegas en San Giuseppe, está es una de las especiales ya que allí nos encargamos de torturas. Al entrar, algunos de nuestros hombres tienen a los demás atados. Me pongo un par de guantes y camino a pasos largos.
—¿Entonces? Me imagino que ya tienen respuesta a lo que sucedió en una de mis instalaciones —dije con autoridad.
Nadie habla, todos bajan la cabeza y eso me desespera más, nadie acepta un error y eso no es perdonable.
—Está bien, nadie responde. Entonces tendré que pagar con cada uno de ustedes. —Saqué mi arma y disparé al techo. Algunos gritos agudos se escucharon.
—Pero señora… Señora nosotros no tenemos nada que ver con eso. —Una mujer de unos treinta años se levanta, la miro y voy y la hablo muy de cerca.
—¡Siéntate! y jamás te iguales con alguien como yo, ustedes no son más que herramientas para poder conseguir lo que deseo. —Ella se sienta y baja la mirada—. Ustedes no deben mirarme a los ojos, no se ganaron ni el más mínimo respeto con lo que acaba de pasar.
El silencio se hizo presente, nadie se atrevía a decir nada. Mire a Luciano que parecía estar disfrutando todo esto.
—Entonces ¿Quién prendió fuego? necesito que me digan quién carajos fue. —Nadie decía nada, empuñe mis manos llena de frustración, no puedo creer que me quieran ver la cara. Mire a Luciano para hacerle la seña.
Él sonrió y disparó a uno de ellos. Algunos gritaron mientras otros solo permanecieron en silencio.
—¿Tendré que repetir? o ¿Acaso prefieren que la siguiente vaya a la cabeza de alguno de ustedes? —Entre todos se miraron para luego mirar a uno de los hombres allí sentados.
—Un hombre se acercó y fue el que tal vez inició todo, se veía muy sospechoso. Pensé que de pronto era alguien de seguridad de usted señora. Lo siento mucho por no cumplir con mi trabajo. —Me acerco a él, tiene su uniforme de guarda, él tan solo baja la cabeza y pide disculpas ¿Cómo si eso pudiera devolver los billetes que perdí? —Él solo miraba todo el lugar, no lo había visto jamás, le aseguro que ninguno de acá tiene algo que ver.
Claramente no les creo, alguien tuvo que dar dinero por eso, ellos saben que si alguien se acerca deben prender fuego.
—Espero que no hayan sido tan estúpidos de dar información de más a ese hombre misterioso, porque les aseguro que sus familias son las que saldrán pagando todo ¿Entienden? —Todos asienten con su cabeza, doy media vuelta y le hago señas a los francotiradores—. Acaben con ellos.
Caminé y Luciano fue tras de mí, se escuchó el eco de los disparos.
Ahora vamos camino a la bahía, al restaurante bar que hay allí, supuestamente allí nos van a esperar aquellas personas, me da mucha curiosidad que alguien se haya atrevido a meterse conmigo, por lo general soy yo quien busca a mis socios, ellos a mi no.
Ahora no solo debo enfrentarme a lo que me corresponde a diario, sino que también debo buscar quien se atrevió a meterse en mi camino, nunca nadie lo había hecho.
Al llegar observó a mi alrededor, Luciano hizo bien su trabajo, nuestro personal está listo, en caso que deban abrir fuego y empezar una batalla campal con tal de defendernos, lo van a hacer. La bahía es uno de mis lugares favoritos para hacer reuniones.
—¿Pudiste averiguar algo de aquellas personas misteriosas? es la primera vez que escucho de ellos —le dije, él sacó su teléfono y me enseñó la fotografía.
—Son ellos, la única información que tenemos es que vinieron de América. No sabemos nada más. —Me enseña eso y ruedo mis ojos, no puedo creer que sean los mismos sujetos del cementerio, lo único interesante es que podré descubrir quienes son—. Pero no te preocupes, tal vez sean unos más del montón que solo quieren quedar bien contigo, sabes a la perfección que nadie se va a atrever a competir contigo.
En mi mente no dejaba de procesar esos rostros, en especial el del hombre no despegaba su mirada de mí.
—Luciano, quiero que los vigiles, espero que hoy podamos solucionar algo. Adicional vas a buscar a la persona que hizo eso creéme que no vamos a tener compasión, acabaron con demasiado cargamento y no vamos a tolerar eso.
—Lo sé. No te preocupes que las cosas se harán como tu digas.
Mientras que Luciano maneja, acomodo mi maquillaje, recordando las palabras de aquel sujeto en la fábrica, alguien tuvo que filtrar información. Llegamos hasta la bahía, un lugar transcurrido en horas de la mañana, somos privilegiados en usar este lugar, algunos miembros de la policía están bajo nuestras órdenes así que ellos se encargan de que nadie aparezca por aquí. Bajamos del auto, con la plena seguridad de que aquí solo saldrá un victorioso y esa soy yo.
Hay una van color blanco, con vidrios polarizados ya estacionada, veo mis mejores francotiradores en la parte superior de los inmuebles cercanos. Veo como se abre la puerta y salen ellos, con suficiente prepotencia que solo ellos la pueden creer. Se acercan y uno de ellos habla.
—¿Podemos entrar? —Asentimos y ellos siguieron de primeras, al entrar una gran mesa con licor nos esperaba. Todos tomamos asiento, el ambiente era tenso, el juego de miradas por ambas partes era arrasador.
—No sabía que debíamos traer alguna mujer para divertirnos —habla el mayor de los hombres, con gracia. Este tenía algunas canas a los costados de su cabeza. Luciano arruga el ceño y me mira negando con la cabeza—. Nos dijeron que era una reunión de negocios ¿Aquí acostumbran hacerla con las mujerzuelas? —comenta con burla, mantengo mi rostro serio. No puedo creer la falta de profesionalismo.
—Soy la encargada de esto ¿Te suena el apellido “Musolini”? —me acerqué mientras lo miraba—. Soy su hija, soy la dueña y señora de todo este lugar, soy la encargada de que las cosas funcionen. Ahora no me interesa hablar con intermediarios, mis planes son grandes así que les conviene ¿Cuál es el jefe? si es que hay uno. Por lo que veo solo pueden hablar con superioridad falsa. Se escudan en sus fachadas de machos alfas, pero en el fondo son obviamente unos payasos —dije con rabia.
Todo dentro de mí, era una bomba de tiempo, que iba a explotar en menos de nada.
—Somos tres en esto, así que te… —Uno de ellos le hace señas al mayor para que evite hablar más.
—Soy yo, Adriano D’ Angelo, soy el jefe. Ellos son mis hermanos, Donato el mayor y Enzo el menor. —Él se presenta, su barba de algunos días le daba su toque misterioso, su cuerpo marcado y su rostro perfilado dejaba una invitación clara—. Es un gusto conocerla…
Su mirada me taladraba con tanta intensidad que sentía que me estaba quemando.
—Que bien, mira Adrino, quiero que seamos claros, a mi no me gustan los juegos y estas bromas fuera de lugar, son puestas en su sitio de otra forma, les daré mi voto de confianza ¿Qué quieren?
—Me parece bien… —Señala con su mano pidiendo mi nombre.
—Charlotte, —besa mi mano, subiendo su mirada poco a poco, generando suficiente tensión en mi.
—Queremos ser los encargados de transportar su mercancía, tenemos suficientes contactos en América. Eso puede ser útil para usted mi querida dama. —Sirve dos copas, mientras los demás están observando en silencio, él bebé primero y luego lo hago yo.
—¿Qué te hace pensar que necesito que ustedes trabajen para mí? —Me acerco a él, baje mi mirada hasta sus labios y luego la subí a sus ojos.
—Le aseguro que no trabajaremos para usted, trabajaremos con usted. Tengo un buen presentimiento de esto, si desea puede ponernos a prueba. —Él le hace señas a su hermano menor, esté trae un maletín—. Aquí hay una gran cantidad de dinero, tómelo como una muestra de mi lealtad, nuestra lealtad.
Luciano miro el maletín, mientras el verde de los billetes sobresalen.
—Una oportunidad nada más y le aseguro que será un placer, en ambas partes.
Me puse de pie, para luego caminar a la salida.
—Nos veremos el lunes, tienen solo una oportunidad. Les aseguro que si fallan no los quiero volver a ver en este lugar.
Ante la sonrisa ladeada de Adriano salí de allí, bastante curiosa por ver que puede suceder con él.
CharlotteTodo el camino mantuve mi mirada en el teléfono, quitando esa sensación que había percibido con estos hombres allí, porque tenía una sensación de haberlos visto mucho antes. Observe la ventana, el cielo nublado anunciaba que pronto empezaría a llover. —Te veo muy pensativa, no has dicho nada desde que salimos de ese lugar. ¿No estarás pensando en aceptar la propuesta de esos hombres? —mira por el retrovisor mientras me habla —. Porque no fue muy difícil deducir sus intenciones, especial porque ví como te miraban. —Chasqueo con mi lengua, no puedo creer lo que estoy escuchando. —¿A qué quieres llegar con eso? Porque déjame decirte que tu jueguito de palabras no van conmigo.—Charlotte, los dos sabemos todo lo que manejas, es muy claro darse cuenta que cualquier hombre estaría encantado por deslumbrarte y poder quedarse con tus cosas —comenta mientras gira el volante con brusquedad.—¿Estás pensando o simplemente hablando en voz alta? Porque de ser así como tú dices, tú no
CharlotteApague mi cigarro y observe al frente, una persona en una motocicleta completamente vestida de negro, estaba adelante de nosotros. El claxon sonó en repetidas ocasiones pero aquel sujeto no se movía. —No se preocupe señora, de inmediato iré a ver que quiere —La voz ronca de Fabrizio suena, mientras mi concentración está principalmente en aquel hombre.Irreconocible a primera vista con su casco y su vestimenta, pero demostraba tener fuerza y era realmente intrigante, su cuerpo ancho, me hacía mojar los labios. Fabrizio se ubicó frente a él, le decía algo que claramente no podría escuchar desde aquí, movía sus manos reclamando y claramente exigiendo que se hiciera a un lado. Levanté una ceja cuando vi que se retiró el casco, movió su cabeza acomodando su cabello mojado, sonreí con picardía, no puedo creer que sea ese mismo hombre. Abrí la puerta del carro, fui caminando lentamente haciendo sonar la punta de mis zapatos altos, lo observaba detrás de Fabrizio, sus brazos cruza
CharlotteOmití el hecho que estaba él aquí, ¿cómo coincidimos en este lugar? es una gran incógnita que tarde o temprano voy a averiguar, mientras tanto, decidí continuar con lo que estaba. Moví mis caderas al ritmo de la música, me encanta este tipo de música. Esa que hace que tu cabeza vuele. Él sacó de su bolsillo aquel polvo que necesitábamos para que la noche continuará de manera única, movió mi cabello haciendo una gran presión, en mi espalda, estaba tan deseoso como yo de pasar la noche. Luego de probar aquel manjar continuamos con nuestra celebración, en estos momentos los demás habían aparecido a mi alrededor. Me senté cuando la temperatura de mi cuerpo subió, mi vestido se pegaba de sobre manera en mis curvas pronunciadas, Luciano puso su mano en mi trasero mientras acariciaba mi pierna. —Me desobedeciste, te dije que te fueras a hacer algunas cosas por allí, no te di permiso de venir a ninguna fiesta —dije. Él lamía sus labios mientras seguía con su juego de miradas—. Es
Adriano Mi cabeza da vueltas, de rabia. No puedo creer que todo salga mal y la maldita mujer no quiera aceptar el trato con nosotros… ¿Quién pu7as se cree? no entiendo porque ella cambia de opinión y juega con mi cabeza. No tengo claro que debo hacer para que ella caiga en mi juego, es mi maldito juego y no el de ella. Me quedo mirando como ella baila, con tanta sensualidad que hace que deba apretar mi centro, evitando que algo en él crezca. Ese hombre, ese que fue con ella a la reunión está aquí, sin contar que la está besando y tocando de una manera bastante estresante para mí, claramente no quiero que ella esté feliz, no quiero que ella esté bien porque eso arruinaria de muchas formas lo que tengo planeado. Entre peor le vaya mucho mejor, porque sé que es una de las formas que puedo aprovechar para desquitarme y sacar todo el odio que traigo acumulado.Él la toca de forma sensual y ella parece disfrutarlo, todo esto está haciendo que mi cabeza explote. No puedo creer que mientras
CharlotteLlegué hasta la azotea de la casa de Nicol, allí es donde puedo estar cubierta la mayor parte del tiempo, al menos hasta darme cuenta exactamente que sucedió, en especial si eso era para mí o para cualquier otra persona que estuviera en el lugar. No tardó en llegar Luciano, con un hombre, lo tenía sujeto y apuntaba en su cabeza, evitando que de esa forma él se escapara de su agarre. —Te traje uno de los que estaba disparando, no fue difícil someterlo. Al parecer dejaron de seguir una orden y pretendieron camuflarse con los demás. Aquel hombre no dice nada, mantiene su mirada helada y sin rumbo. Nicol también llegó, ella mira la escena sin poder opinar nada, su trabajo poco tiene que ver con el mío. así que no tiene permitido hacer preguntas o dar ideas, sin embargo, nosotros sí podemos prestarles alguna ayuda, ofreciendo mercancía de cualquier tipo, claro está, ella debe darme un mayor porcentaje de ganancias. Me quedé mirando a Luciano, está realmente furioso, lanza al
CharlotteLlegué temprano al puerto, hoy llegaba uno de los cargamentos más importantes del último trimestre. Con este cargamento podremos suministrar pedidos a unos cuantos países más. Luciano está encargado de verificar que la cantidad sea correcta. Me hago a un lado. Este último cargamento, lleno de armas me costo demasiado dinero, por tal motivo debo garantizar que sea entregado en mayor medida a las manos correctas, no me gusta que las cosas se salgan de control. Se acerca Fabrizio, él hace silencio ante lo que ve, creo que fue suficiente advertirle que no puede hacer nada que ponga en peligro la vida de su tía, es el único familiar que le encontramos y eso lo voy a aprovechar de sobre manera, lo que me sorprendió fue como él tomó las cosas tan bien, como si estuviera esperando que yo le diera este "voto de confianza" para poder sentirse importante, supongo que fue por su pasado triste y precario, de alguna forma me identifico con él, sufrió tanto de niño que siento que es la pe
CharlotteEntramos al contenedor, este era uno de mis favoritos, aquí fue donde cometí uno de mis primeros “delitos” , lo invité a sentarse en una de las tantas sillas que habían, retiré las gafas de sol que tenía puestas, él estaba mirando con desconfianza, se veía completamente serio y unas cuantas gotas de sudor aparecieron en su frente. —¿Qué hacemos acá? —él cuestiona, su voz sale ronca. Pasa un escalofrío por mi cuerpo. Definitivamente, él deberá calmar esa sed que está creciendo dentro de mí, de alguna u otra manera. —Quiero mostrarte lo que sucede cuando alguien se entromete en mis asuntos. —Su rostro cambió. —Meterme en tus asuntos es ¿querer trabajar en conjunto contigo? porque si es así, te veo mal —dice como si me estuviera retandome—. Charlotte, creo que te equivocas conmigo. Parece que estás segura que puedes someterme a tus cosas, te respeto, te admiro. Sin embargo, solo quiero trabajar contigo, no quiero ser tu enemigo. —¿Te estás dando cuenta en la forma en la qué
Adriano Llegó a la casa lastimado, mis piernas me tiemblan y mi abdomen duele. Abro la puerta de la casa, me derrumbé cuando entré. Una de las mujeres del servicio me ayudó a levantar, mientras llamaba a uno de mis hermanos. En mi mente solo podía pasar la imagen de la hija de pu7a esa, cada día que pasa la odio más. Donato baja las escaleras y me ayuda a levantarme. Para luego llevarme hasta el sofá y pedirle a esta mujer que llame a un médico. —¿Esto te lo hizo ella? —cuestiona furioso.—Fue uno de sus gatos, pero ella dio la orden. —Frunzo las cejas.—Debería matarla de una vez por todas, esa mujer no merece ni un solo segundo de compasión —habla, para alistar su arma—. Te dije desde un principio que tu plan no serviría para absolutamente nada, sin embargo, preferiste conformarte con tus decisiones. ¿No te estás dando cuenta que lo estás haciendo mal? —me grita. Como puedo me levanto, en estos momentos el nivel de adrenalina se ha bajado por mi cuerpo, mi cerebro simplemente s