Aiden Baker
La plática de mi padre en medio de una cena nos tenía totalmente entretenidos, los chistes de Andrew casi hacen que Charlotte escupiera su bebida por la risa, Margaret el tema de la moda en París y el viaje que harán en una semana junto a su novio Elías, quien solo bromeaba con ella, y fingían discutir, mi madre solo nos observaba en silencio del otro extremo de la mesa, sus ojos brillaban por algún motivo, tenía la leve sospecha del por qué, de todos inclusive. La noche era cálida, divertida y me sentía por primera vez, tranquilo, cómodo entre ellos, y no tenía que buscar un pretexto para escapar de la cena. Al contrario...no quería irme.
—Charlotte, estás invitada el próximo viernes a cenar. Si no tienes planes, y claro, si no te hemos asustado, eres bienvenida.
No me sorprendió la invitación de mi madre. Inclusive, tenía la tentación de hacerlo yo mismo cuando fuese a dejarla a su casa.
—Oh, muchas gracia
Charlotte Murphy El corazón latió apresuradamente. Mi respiración era agitada, sentí algo en medio de mi estómago. ¿Acaso era las «mariposas» de las que tanto se habla? Aun así, estuve a punto de volver a decir algo, la pena empezaba aparecer a escena, pero el toque de su pulgar en mis labios hizo que todo cambiara. Tenía una chispa dentro de mí, y no entendía nada. Solo quería que me besara, recuerdo como era, y esa barba me hace tener pensamientos...extraños. Nos separamos, y encendió el auto. No entendí por qué la decepción se apoderó de mí. Avanzamos en silencio, me abracé a mí, y cerré los ojos. No había pedido el beso por el efecto de alcohol, estaba totalmente en mis sentidos. Repasé todo lo que había pasado en la noche, alguna señal de algo que había malinterpretado... pero... nada. Ahora estaba confusa. ¿Se había molestado por pedirle que me besara? Si él había dicho que... Su voz me interrumpió.
Aiden Baker Era el lunes por la mañana y había llegado un poco antes de mi hora normal. Andrea todavía no tomaba lugar en su área de trabajo. Era una especie de sensación que no podía explicar. El sábado en la madrugada había recibido mi «Oportunidad» con Charlotte, y ya me moría por que llegara viernes para decirle a mi familia. Intentaba no marcar el teléfono de cada uno de ellos y decirles...pero tenía que recuperar el control de todo, porque sin más se había salido de mis manos, y no era algo en mí que sucediera. —¿Señor Baker? —la voz de Andrea me hizo salir de mis pensamientos, y de borrarme la sonrisa de tonto que tenía en todo mi rostro. —Necesito antes de que comiences a trabajar, me des cinco minutos de tu tiempo. Toma asiento por favor... —Si, señor Baker—se puso nerviosa. Pero no tenía por qué, el nervioso era yo. No sabía cómo preguntarle lo siguiente sin verme como un... «hombre sin experiencia» —Q
Charlotte Murphy —La nota musical del.…—tocaron la puerta y entraron después de dar autorización. Se disculparon y me informaron que tenía pasar a oficina. Arrugué mi frente al escuchar eso. —Un minuto...gracias—terminé de dar la clase, y con cuidado llegué a la sala de maestros. Escuché murmuros emocionados, y cuando me vieron entrar me tomaron de la mano y me acercaron a la mesa. —¡Charlotte! Tienes un paquete... Mis manos emocionadas tocaron la caja que me habían acercado, tenía un papel liso y lo retiré con cuidado, y escuché los jadeos de emoción al abrirla. El aroma impregnó mis fosas nasales. Y mis manos se deslizaron dentro de la caja. —Rosas...—susurré cerrando los ojos. Acaricié el largo tallo, no tenía espinas. Y llegué a los pétalos...eran delicados, aterciopelados y me imaginaba blancas. —Aquí tienes la tarjeta...—y para mi sorpresa estaba en Braille. «Gracias por mi oportunid
Aiden Baker La abracé más a mí, cuando su voz se quebraba. Cerré los ojos pensando lo peor. Intentaría ser paciente para saber la historia que la llevó a dejarme plantado, y si su ex estaba involucrado, juraba por mi vida, que daría con él...y lo mataría con mis propias manos. —Aiden...—susurró mi nombre mientras se apretaba a mi cintura, me hacía sentir demasiado cálido. Tomé aire y lo solté sutilmente. La rabia se había hecho presente... —Estoy aquí. Y confirmo, yo cuidaré de ti, Charlotte. Pero mi mente ya estaba trabajando en ello. No tendría suficiente paciencia, así que... buscaría información por mi cuenta. *** Estaba dejando a Charlotte en su departamento dos horas después, habíamos cenado en mi restaurante del muelle y en estos momentos estaba cerrando la puerta detrás de mí. Mi mirada se posó en la puerta de ese departamento por largos segundos. Intentaba calmar to
Charlotte Murphy Estaba abrazada a mí, cuando entró Lizzy al departamento. No sabía si decirle unas cuantas cosas con mi furia. Pero decidí que no. Podría decir cosas que nos lastimarían y no era así. Tenía que tranquilizarme. No quería pelear por su exceso de comunicación con Aiden acerca de mi pasado. —Charlotte. —¿Por qué le has contado de Austin? —dije en un tono bajo. —Se me ha salido cuando menos lo pensé, sabes que ese asunto aún me tiene dolida. —¿Qué más le has dicho? No quiero que empiece a meter las manos donde no debe. Tomó mi mano y le dio un apretón. —Charlotte...Aiden solo quiere cuidar de ti, si ha esperado cinco años, ¡cinco años! ¿Quién en su vida esperaría a una mujer durante cinco años sin saber nada de nada? Él te ha encontrado por casualidad, ¿Te ha soltado desde entonces? ¿Verdad que no? Ha estado siguiéndote y cuando menos lo pienso, ya estás yendo a cenar a
Aiden Baker «Mitchell» el apellido se repitió en mi mente, una y otra vez. Estaba camino a mi departamento cuando todo empezó armarse en mi cabeza. Marqué el número de Walton. —Si, señor Baker. —preguntó del otro lado de la línea mi mejor hombre de confianza. —Walton, sé que no es hora adecuada para llamar, pero necesito algo. Quiero saber de una persona su nombre es: «Austin Mitchell» inglés, fue maestro suplente de música en alguna escuela en Londres, fue agente de Charlotte Murphy hace más de cinco años... —Si, señor Baker. En cuanto tenga la información se la haré enviar. —escuché el ruido del teclado a toda prisa. —Gracias. —Y cuelgo. Aprieto las manos en el volante hasta ponerlos pálidos. Las palabras de Lizzy suenan constantes en mi cabeza. Sin rumbo manejé por toda la ciudad, hasta llegar al lugar donde creía que necesitaba estar unos momentos. Casa de Andrew
Charlotte Murphy Había despertado con una extraña en el centro de mi estómago. No entendí el por qué. Era viernes y no tenía clases por ser día festivo. Comencé en mi mente a organizarme para poder ir al aeropuerto por Aiden, eran tres días desde que se había marchado a San Francisco de último momento por trabajo y quería darle una sorpresa, sin olvidar que era la cena en casa de sus padres. —¿Charlotte? —escuché al otro lado de la puerta la voz de Lizzy. Sonaba algo extraña. —¿Sí? —¿Sé puede entrar? —Si, pasa—me senté hasta recargar mi espalda en el respaldo de la cama. Escuché los pasos... La puerta se cerró y eso me hizo arrugar mi entrecejo. No cuadraba los pasos cerca y la... ¡El perfume de Aiden! Intenté no sonreír. —Dime Lizzy. ¿Qué pasa? ¿No es muy temprano? La cama se hundió cerca de mí. Tomé aire lentamente y lo solté. Era un sentimiento algo inquieto y esa pizca
Austin Mitchell (Horas atrás) Los Ángeles, California. Jenna Williams tocaba el piano bien, pero no necesitaba «bien» necesitaba que fuese «perfecto» pero como siempre tengo que seguir exigiendo. A veces me frustraba y la manera en que torcía sus labios y se lamía los labios, creía que con eso ya la tendría en la cama. Pero no. No estaba interesado en una rubia, flaca y con dedos esqueléticos. —Austin... La voz de Jenna me atrajo a la realidad. Solté el aire bruscamente mientras me ponía de pie de mi butaca frente al gran escenario donde se encontraba ella sentada en el banquillo. El piano forte de cola la hacía ver demasiada insignificante. Estaba revalorando en buscar otro posible prodigio de la música. Pero por el momento tenía que bastarme ella... —¿Y ahora qué? —Pregunté frustrado y ella solo se encogió. Negó rápidamente y sus dedos comenzaron a tocar. Subí los escalones y me