Charlotte Murphy
—La nota musical del.…—tocaron la puerta y entraron después de dar autorización. Se disculparon y me informaron que tenía pasar a oficina. Arrugué mi frente al escuchar eso. —Un minuto...gracias—terminé de dar la clase, y con cuidado llegué a la sala de maestros. Escuché murmuros emocionados, y cuando me vieron entrar me tomaron de la mano y me acercaron a la mesa.
—¡Charlotte! Tienes un paquete...
Mis manos emocionadas tocaron la caja que me habían acercado, tenía un papel liso y lo retiré con cuidado, y escuché los jadeos de emoción al abrirla. El aroma impregnó mis fosas nasales. Y mis manos se deslizaron dentro de la caja.
—Rosas...—susurré cerrando los ojos. Acaricié el largo tallo, no tenía espinas. Y llegué a los pétalos...eran delicados, aterciopelados y me imaginaba blancas.
—Aquí tienes la tarjeta...—y para mi sorpresa estaba en Braille.
«Gracias por mi oportunid
Aiden Baker La abracé más a mí, cuando su voz se quebraba. Cerré los ojos pensando lo peor. Intentaría ser paciente para saber la historia que la llevó a dejarme plantado, y si su ex estaba involucrado, juraba por mi vida, que daría con él...y lo mataría con mis propias manos. —Aiden...—susurró mi nombre mientras se apretaba a mi cintura, me hacía sentir demasiado cálido. Tomé aire y lo solté sutilmente. La rabia se había hecho presente... —Estoy aquí. Y confirmo, yo cuidaré de ti, Charlotte. Pero mi mente ya estaba trabajando en ello. No tendría suficiente paciencia, así que... buscaría información por mi cuenta. *** Estaba dejando a Charlotte en su departamento dos horas después, habíamos cenado en mi restaurante del muelle y en estos momentos estaba cerrando la puerta detrás de mí. Mi mirada se posó en la puerta de ese departamento por largos segundos. Intentaba calmar to
Charlotte Murphy Estaba abrazada a mí, cuando entró Lizzy al departamento. No sabía si decirle unas cuantas cosas con mi furia. Pero decidí que no. Podría decir cosas que nos lastimarían y no era así. Tenía que tranquilizarme. No quería pelear por su exceso de comunicación con Aiden acerca de mi pasado. —Charlotte. —¿Por qué le has contado de Austin? —dije en un tono bajo. —Se me ha salido cuando menos lo pensé, sabes que ese asunto aún me tiene dolida. —¿Qué más le has dicho? No quiero que empiece a meter las manos donde no debe. Tomó mi mano y le dio un apretón. —Charlotte...Aiden solo quiere cuidar de ti, si ha esperado cinco años, ¡cinco años! ¿Quién en su vida esperaría a una mujer durante cinco años sin saber nada de nada? Él te ha encontrado por casualidad, ¿Te ha soltado desde entonces? ¿Verdad que no? Ha estado siguiéndote y cuando menos lo pienso, ya estás yendo a cenar a
Aiden Baker «Mitchell» el apellido se repitió en mi mente, una y otra vez. Estaba camino a mi departamento cuando todo empezó armarse en mi cabeza. Marqué el número de Walton. —Si, señor Baker. —preguntó del otro lado de la línea mi mejor hombre de confianza. —Walton, sé que no es hora adecuada para llamar, pero necesito algo. Quiero saber de una persona su nombre es: «Austin Mitchell» inglés, fue maestro suplente de música en alguna escuela en Londres, fue agente de Charlotte Murphy hace más de cinco años... —Si, señor Baker. En cuanto tenga la información se la haré enviar. —escuché el ruido del teclado a toda prisa. —Gracias. —Y cuelgo. Aprieto las manos en el volante hasta ponerlos pálidos. Las palabras de Lizzy suenan constantes en mi cabeza. Sin rumbo manejé por toda la ciudad, hasta llegar al lugar donde creía que necesitaba estar unos momentos. Casa de Andrew
Charlotte Murphy Había despertado con una extraña en el centro de mi estómago. No entendí el por qué. Era viernes y no tenía clases por ser día festivo. Comencé en mi mente a organizarme para poder ir al aeropuerto por Aiden, eran tres días desde que se había marchado a San Francisco de último momento por trabajo y quería darle una sorpresa, sin olvidar que era la cena en casa de sus padres. —¿Charlotte? —escuché al otro lado de la puerta la voz de Lizzy. Sonaba algo extraña. —¿Sí? —¿Sé puede entrar? —Si, pasa—me senté hasta recargar mi espalda en el respaldo de la cama. Escuché los pasos... La puerta se cerró y eso me hizo arrugar mi entrecejo. No cuadraba los pasos cerca y la... ¡El perfume de Aiden! Intenté no sonreír. —Dime Lizzy. ¿Qué pasa? ¿No es muy temprano? La cama se hundió cerca de mí. Tomé aire lentamente y lo solté. Era un sentimiento algo inquieto y esa pizca
Austin Mitchell (Horas atrás) Los Ángeles, California. Jenna Williams tocaba el piano bien, pero no necesitaba «bien» necesitaba que fuese «perfecto» pero como siempre tengo que seguir exigiendo. A veces me frustraba y la manera en que torcía sus labios y se lamía los labios, creía que con eso ya la tendría en la cama. Pero no. No estaba interesado en una rubia, flaca y con dedos esqueléticos. —Austin... La voz de Jenna me atrajo a la realidad. Solté el aire bruscamente mientras me ponía de pie de mi butaca frente al gran escenario donde se encontraba ella sentada en el banquillo. El piano forte de cola la hacía ver demasiada insignificante. Estaba revalorando en buscar otro posible prodigio de la música. Pero por el momento tenía que bastarme ella... —¿Y ahora qué? —Pregunté frustrado y ella solo se encogió. Negó rápidamente y sus dedos comenzaron a tocar. Subí los escalones y me
Aiden Baker —¿Estás seguro de lo que quieres hacer? —preguntó Andrew mientras duda en marcar el número en su móvil. —¿Me ves con cara de que no quiero hacerlo? —suelto mientras me cubro la mano con una venda, y la sangre comienza a traspasar la delgada tela. Estamos en la parte trasera de la camioneta. Josh está tecleando algo en su tableta. otro guardaespaldas llamado Mario al volante, y Walton de copiloto...ah, y Austin en la cajuela. Sabía que no estaba bien. No era lo correcto. Pero en estos tiempos cualquiera con sangre en sus manos, podría salir libre. Y antes de hacerlo haremos un viaje... —Muy bien. Sabes que estoy contigo, y en caso de que caigamos en la cárcel, nuestra madre puede cuidar de Ava...—murmura Andrew para el mismo, pero todos en el auto lo escuchamos perfectamente. —Calma Andrew, no es que lo vayamos a matar. Andrew asiente. —Yupi—murmura mientras teclea el nú
Aiden Baker Parpadeo varias veces para confirmar que mi mente está realmente viendo una «Freidora Industrial» Andrew tira del otro lado de la sabana que la cubría hace unos momentos. Su sonrisa me hace pensar que realmente debe de disfrutar mi cara de sorpresa. —¿Es en serio? Creí que era una de tus bromas...—suelto mientras camino hacia él. Él me guiña el ojo divertido mientras acaricia su puño del golpe de hace unos segundos. —Creo que si entra en la freidora, ¿Qué opinas? —mi reacción lo hace divertirse más y vuelve a guiñar el ojo y hacer un movimiento con su barbilla hacia Austin. Y es cuando entiendo su juego. «Realmente quiere dar un escarmiento de miedo, antes de entregarlo a las autoridades» Me meto en mi papel. —Si, creo que si cabe. —Austin se gira aturdido hacia nosotros. Al ver la freidora tarda en entender de qué se trata, hasta que Andrew la enciende
Aiden Baker El auto se detuvo en el edificio de departamentos de Charlotte. Andrew me observó detenidamente. —Respira, Aiden. —creo que me ha visto demasiado nervioso. —Gracias por todo. —le digo con una media sonrisa. —Me divertí, pero realmente no creí que la freidora estuviera realmente encendida. Si no fuese por los números digitales que parpadeaban realmente Austin estuviera frito... Recuerdo su rostro pálido. —No pasó a mayores. Ve a casa y descansa. —le digo antes de irme. Bajo del auto, mientras el quipo va a dejar a mi hermano a su casa. Al perderse en el tráfico de la mañana, mi mirada se clava en el edificio de ladrillos. Algo me había arrastrado hasta acá. Entré decidido y crucé con un grupo de mujeres que van a hacer deporte y me miran descaradamente. Al llegar al piso de Charlotte puedo ver a Lizzy subir los escalones distraída. —Aiden…—dice sorprendida a mi p