Charlotte Murphy
Estaba abrazada a mí, cuando entró Lizzy al departamento. No sabía si decirle unas cuantas cosas con mi furia. Pero decidí que no. Podría decir cosas que nos lastimarían y no era así. Tenía que tranquilizarme. No quería pelear por su exceso de comunicación con Aiden acerca de mi pasado.
—Charlotte.
—¿Por qué le has contado de Austin? —dije en un tono bajo.
—Se me ha salido cuando menos lo pensé, sabes que ese asunto aún me tiene dolida.
—¿Qué más le has dicho? No quiero que empiece a meter las manos donde no debe.
Tomó mi mano y le dio un apretón.
—Charlotte...Aiden solo quiere cuidar de ti, si ha esperado cinco años, ¡cinco años! ¿Quién en su vida esperaría a una mujer durante cinco años sin saber nada de nada? Él te ha encontrado por casualidad, ¿Te ha soltado desde entonces? ¿Verdad que no? Ha estado siguiéndote y cuando menos lo pienso, ya estás yendo a cenar a
Aiden Baker «Mitchell» el apellido se repitió en mi mente, una y otra vez. Estaba camino a mi departamento cuando todo empezó armarse en mi cabeza. Marqué el número de Walton. —Si, señor Baker. —preguntó del otro lado de la línea mi mejor hombre de confianza. —Walton, sé que no es hora adecuada para llamar, pero necesito algo. Quiero saber de una persona su nombre es: «Austin Mitchell» inglés, fue maestro suplente de música en alguna escuela en Londres, fue agente de Charlotte Murphy hace más de cinco años... —Si, señor Baker. En cuanto tenga la información se la haré enviar. —escuché el ruido del teclado a toda prisa. —Gracias. —Y cuelgo. Aprieto las manos en el volante hasta ponerlos pálidos. Las palabras de Lizzy suenan constantes en mi cabeza. Sin rumbo manejé por toda la ciudad, hasta llegar al lugar donde creía que necesitaba estar unos momentos. Casa de Andrew
Charlotte Murphy Había despertado con una extraña en el centro de mi estómago. No entendí el por qué. Era viernes y no tenía clases por ser día festivo. Comencé en mi mente a organizarme para poder ir al aeropuerto por Aiden, eran tres días desde que se había marchado a San Francisco de último momento por trabajo y quería darle una sorpresa, sin olvidar que era la cena en casa de sus padres. —¿Charlotte? —escuché al otro lado de la puerta la voz de Lizzy. Sonaba algo extraña. —¿Sí? —¿Sé puede entrar? —Si, pasa—me senté hasta recargar mi espalda en el respaldo de la cama. Escuché los pasos... La puerta se cerró y eso me hizo arrugar mi entrecejo. No cuadraba los pasos cerca y la... ¡El perfume de Aiden! Intenté no sonreír. —Dime Lizzy. ¿Qué pasa? ¿No es muy temprano? La cama se hundió cerca de mí. Tomé aire lentamente y lo solté. Era un sentimiento algo inquieto y esa pizca
Austin Mitchell (Horas atrás) Los Ángeles, California. Jenna Williams tocaba el piano bien, pero no necesitaba «bien» necesitaba que fuese «perfecto» pero como siempre tengo que seguir exigiendo. A veces me frustraba y la manera en que torcía sus labios y se lamía los labios, creía que con eso ya la tendría en la cama. Pero no. No estaba interesado en una rubia, flaca y con dedos esqueléticos. —Austin... La voz de Jenna me atrajo a la realidad. Solté el aire bruscamente mientras me ponía de pie de mi butaca frente al gran escenario donde se encontraba ella sentada en el banquillo. El piano forte de cola la hacía ver demasiada insignificante. Estaba revalorando en buscar otro posible prodigio de la música. Pero por el momento tenía que bastarme ella... —¿Y ahora qué? —Pregunté frustrado y ella solo se encogió. Negó rápidamente y sus dedos comenzaron a tocar. Subí los escalones y me
Aiden Baker —¿Estás seguro de lo que quieres hacer? —preguntó Andrew mientras duda en marcar el número en su móvil. —¿Me ves con cara de que no quiero hacerlo? —suelto mientras me cubro la mano con una venda, y la sangre comienza a traspasar la delgada tela. Estamos en la parte trasera de la camioneta. Josh está tecleando algo en su tableta. otro guardaespaldas llamado Mario al volante, y Walton de copiloto...ah, y Austin en la cajuela. Sabía que no estaba bien. No era lo correcto. Pero en estos tiempos cualquiera con sangre en sus manos, podría salir libre. Y antes de hacerlo haremos un viaje... —Muy bien. Sabes que estoy contigo, y en caso de que caigamos en la cárcel, nuestra madre puede cuidar de Ava...—murmura Andrew para el mismo, pero todos en el auto lo escuchamos perfectamente. —Calma Andrew, no es que lo vayamos a matar. Andrew asiente. —Yupi—murmura mientras teclea el nú
Aiden Baker Parpadeo varias veces para confirmar que mi mente está realmente viendo una «Freidora Industrial» Andrew tira del otro lado de la sabana que la cubría hace unos momentos. Su sonrisa me hace pensar que realmente debe de disfrutar mi cara de sorpresa. —¿Es en serio? Creí que era una de tus bromas...—suelto mientras camino hacia él. Él me guiña el ojo divertido mientras acaricia su puño del golpe de hace unos segundos. —Creo que si entra en la freidora, ¿Qué opinas? —mi reacción lo hace divertirse más y vuelve a guiñar el ojo y hacer un movimiento con su barbilla hacia Austin. Y es cuando entiendo su juego. «Realmente quiere dar un escarmiento de miedo, antes de entregarlo a las autoridades» Me meto en mi papel. —Si, creo que si cabe. —Austin se gira aturdido hacia nosotros. Al ver la freidora tarda en entender de qué se trata, hasta que Andrew la enciende
Aiden Baker El auto se detuvo en el edificio de departamentos de Charlotte. Andrew me observó detenidamente. —Respira, Aiden. —creo que me ha visto demasiado nervioso. —Gracias por todo. —le digo con una media sonrisa. —Me divertí, pero realmente no creí que la freidora estuviera realmente encendida. Si no fuese por los números digitales que parpadeaban realmente Austin estuviera frito... Recuerdo su rostro pálido. —No pasó a mayores. Ve a casa y descansa. —le digo antes de irme. Bajo del auto, mientras el quipo va a dejar a mi hermano a su casa. Al perderse en el tráfico de la mañana, mi mirada se clava en el edificio de ladrillos. Algo me había arrastrado hasta acá. Entré decidido y crucé con un grupo de mujeres que van a hacer deporte y me miran descaradamente. Al llegar al piso de Charlotte puedo ver a Lizzy subir los escalones distraída. —Aiden…—dice sorprendida a mi p
Andrew Baker Lizzy regresaba sola. Supongo que Aiden encontró despierta a Charlotte o la ha despertado. Lizzy se cruza de brazos y al estar a una distancia prudente, sentí como su mano giró mi rostro de un solo movimiento. Regresé lentamente mi rostro y tuve la tentación de sobarme, pero me iba a ver muy de telenovela del horario nocturno, en esas cuando personas que se reencuentran después de tantos años, se cobran uno que otro enfado por haber desaparecido de su vida. —Eso es por dejar esa nota de disculpas y no volver aparecer. —espeta con la ira contenida. —Lo siento. —susurré. —No basta. Creo que merecía más que una nota Andrew. Pero en fin, ya eres un hombre casado, y no dudo que tengas una gran familia como siempre lo has soñado. —Si, tengo una hija. Y mi esposa...—me interrumpe zanjando el tema. —No digas más—se gira hacia la cocina y la sigo—has de ser el hombre más feliz de la tierra.
Charlotte MurphyEstaba sentada en el gran sofá de la sala, Lizzy estaba viendo la televisión, un programa de cocina.«Irón Chef»Escuchaba atentamente, mientras Lizzy describía divertida las escenas de los cocineros corriendo por el set. Los nervios comenzaron a aflorar cuando por octava vez preguntaba la hora a Lizzy.—¿Qué te pasa? Estás demasiado ansiosa. —dice curiosa.—Aiden quedó en venir por mi hace media hora...Suspiré. Pudo haber llamada para cancelar y evitar que estuviera en este estado de nerviosismo. ¿Realmente eran los nervios por regresar a casa de sus padres? ¿O era por que oficialmente me presentaría ante ellos como su «novia»? El nudo en mi estómago se hizo más grande.Escuché un ruido.—Calma, acaba de mandar un