Sedúceme, conquístame, vuélveme tuyo.AlexanderEse rubor en sus mejillas, la forma en la que agacha la mirada y se retuerce los dedos con nerviosismos de un modo morboso y absurdo, me excita. No necesita hacer nada más para conseguir que la polla se me ponga dolorosamente dura y me sorprendo de mi dominio sobre mi cuerpo, solo puedo pensar en metérsela tan profundo que la sienta en el pecho, sin embargo, aquí voy con las manos en el volante ansioso por llegar.—Yo jamás he... —Toma aire y respira por la boca.—¿Tú jamás que, Isabella? —Con la mano derecha separo sus manos para evitar que se siga haciendo daño—. Isabella, puedes decirme lo que quieras, creo que hace rato que nos saltamos la vergüenza —indico, pero su mano se tensa entre la mía.—No tengo experiencia previa. —Su voz es casi un murmullo, sin embargo, tiene el poder suficiente para hacer que frene de golpe.—¿Eres virgen? —pregunto un poco más alto de lo que pretendo.Nunca he desflorado a una virgen y no creo tener gana
Mi endeble voluntad se arrodilla ante ti, se entrega por completo y se hace parte de ti, de tu vida, tu pasión, tu lujuria y tu oscuridad. IsabellaMe quedo sin palabras. Sus ojos brillan de deseo y por algo más, algo que desconozco, pero que me hechiza por completo. Siento que me pierdo en su mirada, que su aura me envuelve y, a pesar del miedo que se agita en mi interior, no quiero huir. No quiero alejarme de él.Me atrae como a una polilla hacia la luz, pero él es solo oscuridad.—Quítate la ropa para mí, Isabella —ordena con suavidad; sin embargo, su voz está cargada de poder.De una posesiva autoridad que me desarma.Me muerdo el labio inferior antes de quitarme el abrigo y dejarlo caer al piso. Su mirada está fija en mí, en mis movimientos y por un breve instante siento cómo mis pulmones dejan de funcionar.Llevo mis manos hasta el zíper del vestido y lo bajo lentamente, viendo cómo sus iris se dilatan cada vez más si es que eso es posible. No es la primera vez que estoy en rop
Caigo, me hundo y me elevo cuando tu boca me devora. Me sumerjo en las profundidades y me pierdo en tu laberinto cuando tus manos me recorren. Acepto tu condena y bajo la cabeza agradecida si tu voz pronuncia mi nombre.IsabellaSu grito y el mío se mezclan en el aire y se funden en uno solo cuando juntos caemos desde la cima más alta. Pronuncia mi nombre con dolor, yo jadeo el suyo con pasión mientras siento cómo me llena con su lujuria, hundo los dedos en la piel de sus hombros, él cierra los ojos con fuerza y me embiste con su furia descargando hasta la última gota de semen dentro de mí.Todo queda en silencio, el ambiente se carga con el aroma de nuestros cuerpos: sexo y sudor, una mezcla embriagadora que me hace consciente de la realidad, pero que acepto porque no tengo la fuerza para continuar negándome que esto es lo que deseo.Continuar negándome que es aquí donde quiero estar.Tiernos besos me sacan de mis pensamientos. Alexander se tumba a mi lado manteniendo su boca pegada
Frenesí, es lo que eres, lo que deseo y lo único que puede darme vida. AlexanderTengo que controlarme, debo ser más fuerte que esto que siento. Salgo de la habitación y camino hasta la planta principal. Rogert baja la mirada al verme y me extiende el sobre.—Señor, su madre llamó. Quiere saber a qué hora volverá al departamento. —Pongo los ojos en blanco.Odio tener que darle explicaciones a alguien, pero es claro que mi madre todavía no entiende que soy un hombre adulto y que tengo mi propia vida.—Solo dile que no regresaré esta noche. ¿La seguridad?—Todo está en orden, señor.—Bien, necesito que traigas la cena. —Asiente y sonríe autosuficiente.—Ya tengo la suya, señor. —Señala una charola detrás de él—. Solo que no sé qué tan de su agrado pueda ser lo que encontré. —Me acerco y levanto la tapa.—Es perfecto, gracias Rogert. Puedes retirarte. —Da la vuelta y se interna en la pequeña oficina desde dónde monitorea las cámaras de vigilancia.Voy a la cocina y consigo un par de cop
Soy capaz de aceptar el infierno si tú me lo propones.AlexanderMe siento sofocado, extraño, incapaz de apartarme de su lado. Pero... no debo perder el horizonte, no puedo dejar que este deseo me controle y me haga cometer errores. Sin embargo, tenerla así, exhausta y satisfecha, entre mis brazos, es lo único que deseo. Mis pulmones se llenan con el aroma de su piel, provocando que mi mente entre en un estado pacífico en el que todo a mi alrededor se desvanece por completo y solo somos ella y yo.—Tengo que lavarte antes de comer. —Hace un sonido con la boca sin abrir los ojos—. Si dejas que te lave antes de dormir, la existencia de peligros permanentes se disminuye —miento, aunque sí debo hacerme cargo de ese pequeñísimo detalle.No quiero sorpresas desagradables que arruinen mi situación con Isabella.—Era virgen, no tonta —murmura.Esbozo una sonrisa.—Sí, lo eras, pero ya no y eso me encanta. Pero debemos lavarnos, comer y tener esa conversación —insisto—, además no podemos queda
Miénteme, dime que este es el paraíso y no la ilusión de un oasis en medio del infierno.IsabellaMe duele el cuerpo, pero no me arrepiento de lo que sucedió entre mi jefe y yo. No tenía ni idea de cuanto lo deseaba, de cuando me gustan sus besos ni de cuanto amo que sus manos me acaricien. Además, me trata con una ternura, con tanta atención y delicadeza. Sé que está mal, pero es imposible que mi interior no se estremezca con todo lo que ha hecho por mí en las últimas horas.No solo quiere estar dentro de mí, anoche, a pesar de que de nuevo estaba listo, solo me abrazó en la cama y me dejó dormir acurrucada en su pecho, sintiendo su calor y su olor. Creo que es la mejor noche que he tenido en toda mi vida desde que murió mi madre, las pesadillas no invadieron mi mente a pesar de la oscuridad.Salgo con cuidado de la cama y tomo su camisa para cubrirme antes de salir al pasillo. De día la cabaña luce menos escalofriante, la luz del sol se cuela por los cristales de la mayoría de las p
Te juro que no puedo vivir sin esto, pero no sé qué es esto, no lo entiendo y tengo miedo de que sea el cuento de una historia, que jamás llegara a ser nada.IsabellaDe vuelta en la habitación, duchada y envuelta en un albornoz esponjoso y suave con una taza de café recién hecho en la mano, espero a que mi jefe esté listo para tener esa conversación que se ha estado posponiendo desde anoche. Lo escucho hablar por teléfono, pone los ojos en blanco y resopla un par de veces antes de amenazar a Rebecca.La llamó para decirle que ninguno de los dos iríamos a la oficina y aunque negó que estamos juntos, es obvio que ella sabe bien lo que está sucediendo y la verdad es que no sé cómo haré para verla a la cara cuando regresemos a la oficina. Desde un principio me lo advirtió y se suponía que esto solo sería una farsa.No había necesidad de convertirlo en algo muy parecido a la realidad.—Solo te llamé para que te ocupes de las cosas en la oficina por hoy, lo demás es solo asunto de Isabella
Esa voz que me visita en sueño, que me advierte, que me alerta. No la quiero escuchar más, porque me pide alejarme de ti.IsabellaMe mantengo en silencio, mirando hacia un costado de la carretera mientras Alexander conduce de vuelta. Su teléfono no ha parado de sonar al igual que el mío, y aunque desconozco sus motivos para no querer contestar, no me atrevo a preguntar. Por otro lado, yo no quiero responderle la llamada a mi papá, a él solo le importa lo que su esposa le diga.Por mucho tiempo deseé volver a ser importante para él, sin embargo, cada intento de acercamiento siempre fue interrumpido por ella y su hija. Han sabido cómo manipularlo, cómo ponerlo en mi contra. Me limpio la lágrima que se me escapa al recordar la última vez que me dijo que me quería.Ese día, Deborah preparó la mesa del comedor; habían pasado muchos meses desde la última vez que se había usado. Ella me ordenó permanecer en silencio durante la cena. En algún punto quise retirarme, pero el grito de júbilo de