Frenesí, es lo que eres, lo que deseo y lo único que puede darme vida. AlexanderTengo que controlarme, debo ser más fuerte que esto que siento. Salgo de la habitación y camino hasta la planta principal. Rogert baja la mirada al verme y me extiende el sobre.—Señor, su madre llamó. Quiere saber a qué hora volverá al departamento. —Pongo los ojos en blanco.Odio tener que darle explicaciones a alguien, pero es claro que mi madre todavía no entiende que soy un hombre adulto y que tengo mi propia vida.—Solo dile que no regresaré esta noche. ¿La seguridad?—Todo está en orden, señor.—Bien, necesito que traigas la cena. —Asiente y sonríe autosuficiente.—Ya tengo la suya, señor. —Señala una charola detrás de él—. Solo que no sé qué tan de su agrado pueda ser lo que encontré. —Me acerco y levanto la tapa.—Es perfecto, gracias Rogert. Puedes retirarte. —Da la vuelta y se interna en la pequeña oficina desde dónde monitorea las cámaras de vigilancia.Voy a la cocina y consigo un par de cop
Soy capaz de aceptar el infierno si tú me lo propones.AlexanderMe siento sofocado, extraño, incapaz de apartarme de su lado. Pero... no debo perder el horizonte, no puedo dejar que este deseo me controle y me haga cometer errores. Sin embargo, tenerla así, exhausta y satisfecha, entre mis brazos, es lo único que deseo. Mis pulmones se llenan con el aroma de su piel, provocando que mi mente entre en un estado pacífico en el que todo a mi alrededor se desvanece por completo y solo somos ella y yo.—Tengo que lavarte antes de comer. —Hace un sonido con la boca sin abrir los ojos—. Si dejas que te lave antes de dormir, la existencia de peligros permanentes se disminuye —miento, aunque sí debo hacerme cargo de ese pequeñísimo detalle.No quiero sorpresas desagradables que arruinen mi situación con Isabella.—Era virgen, no tonta —murmura.Esbozo una sonrisa.—Sí, lo eras, pero ya no y eso me encanta. Pero debemos lavarnos, comer y tener esa conversación —insisto—, además no podemos queda
Miénteme, dime que este es el paraíso y no la ilusión de un oasis en medio del infierno.IsabellaMe duele el cuerpo, pero no me arrepiento de lo que sucedió entre mi jefe y yo. No tenía ni idea de cuanto lo deseaba, de cuando me gustan sus besos ni de cuanto amo que sus manos me acaricien. Además, me trata con una ternura, con tanta atención y delicadeza. Sé que está mal, pero es imposible que mi interior no se estremezca con todo lo que ha hecho por mí en las últimas horas.No solo quiere estar dentro de mí, anoche, a pesar de que de nuevo estaba listo, solo me abrazó en la cama y me dejó dormir acurrucada en su pecho, sintiendo su calor y su olor. Creo que es la mejor noche que he tenido en toda mi vida desde que murió mi madre, las pesadillas no invadieron mi mente a pesar de la oscuridad.Salgo con cuidado de la cama y tomo su camisa para cubrirme antes de salir al pasillo. De día la cabaña luce menos escalofriante, la luz del sol se cuela por los cristales de la mayoría de las p
Te juro que no puedo vivir sin esto, pero no sé qué es esto, no lo entiendo y tengo miedo de que sea el cuento de una historia, que jamás llegara a ser nada.IsabellaDe vuelta en la habitación, duchada y envuelta en un albornoz esponjoso y suave con una taza de café recién hecho en la mano, espero a que mi jefe esté listo para tener esa conversación que se ha estado posponiendo desde anoche. Lo escucho hablar por teléfono, pone los ojos en blanco y resopla un par de veces antes de amenazar a Rebecca.La llamó para decirle que ninguno de los dos iríamos a la oficina y aunque negó que estamos juntos, es obvio que ella sabe bien lo que está sucediendo y la verdad es que no sé cómo haré para verla a la cara cuando regresemos a la oficina. Desde un principio me lo advirtió y se suponía que esto solo sería una farsa.No había necesidad de convertirlo en algo muy parecido a la realidad.—Solo te llamé para que te ocupes de las cosas en la oficina por hoy, lo demás es solo asunto de Isabella
Esa voz que me visita en sueño, que me advierte, que me alerta. No la quiero escuchar más, porque me pide alejarme de ti.IsabellaMe mantengo en silencio, mirando hacia un costado de la carretera mientras Alexander conduce de vuelta. Su teléfono no ha parado de sonar al igual que el mío, y aunque desconozco sus motivos para no querer contestar, no me atrevo a preguntar. Por otro lado, yo no quiero responderle la llamada a mi papá, a él solo le importa lo que su esposa le diga.Por mucho tiempo deseé volver a ser importante para él, sin embargo, cada intento de acercamiento siempre fue interrumpido por ella y su hija. Han sabido cómo manipularlo, cómo ponerlo en mi contra. Me limpio la lágrima que se me escapa al recordar la última vez que me dijo que me quería.Ese día, Deborah preparó la mesa del comedor; habían pasado muchos meses desde la última vez que se había usado. Ella me ordenó permanecer en silencio durante la cena. En algún punto quise retirarme, pero el grito de júbilo de
¿Qué es mentira y que es verdad? No lo sé, lo único real en este momento es este deseo desmedido que siento por ti.AlexanderHan pasado varios días desde que volvimos de la cabaña, en la empresa la noticia de mi relación con Isabella ya es de dominio público, el lunes daré una rueda de prensa en la que pretendo limpiar la reputación de Isabella, Laura se ha encargado de manchar su nombre en cada red social.El informe que Rogert me entregó sobre Laura sigue en mi despacho, no he tenido tiempo de revisar que es lo que dice, pero supongo que no es nada bueno.—Alexander, querido. —Giro al escuchar la voz de mi mamá—. Estás muy distraído, cariño. —Se acerca y me acaricia la mejilla—. ¿Es por esa mujer? —indaga.En casa las preguntas tampoco cesan, mi madre insiste en conocer mejor a Isabella, pero mi asistente y yo estamos de acuerdo en que no es mejor involucrarlas en esto. Por suerte, el padre de ella no la ha vuelto a molestar y de verdad espero que se mantenga al margen de todo.—No
El calor de tu cuerpo me seduce, el rubor de tus mejillas me desquicia y la inocencia de tu mirada me trastorna. Tu voz me llena de energía y tu toque incendia toda mi piel.AlexanderRegresamos a cubierta. Camino con ella de mi mano, —se siente tan bien—, nuestros dedos se entrelazan de un modo que me hace sentir parte de ella y me gusta. La brisa marina nos recibe haciendo que su cabello suelto hondee, mientras me sujeta con más fuerza, provocando que mi corazón duela en cada latido.No entiendo lo que sucede y sinceramente no quiero averiguarlo.Es como si toda ella se me estuviese metiendo entre la piel sin darme tiempo a nada. Me siento embrujado, obsesionado, hechizado por Isabella y, aunque me asusta, me es difícil retroceder y apartarla de mi lado. Quiero todo de ella, sus gritos, sus risas, sus miradas, todo, la quiero completa y enteramente mía.—Isabella, querida, porque no te has cambiado. —Salgo de mis pensamientos cuando mi madre se acerca.Lleva puesto un vestido largo
Me quedo en silencio, suspendida entre tu voz y tu mirada, ansiando el contacto de tus dedos, mientras mi alma perdida entre tu sombra, te suplica que nunca la abandones.Isabella Me sujeto con fuerza cuando Alexander pone en marcha la moto. Enrollo los brazos alrededor de su cuerpo y me prendo de él como si de eso dependiese mi vida. De cierto modo, así es. Mi corazón late acelerado, lleno de una mezcla de emociones que me dejan sin aliento. Su confesión, esa explosión que hubo en mi interior al escuchar esas palabras y ahora, sin tiempo de procesar bien lo que dijo, la adrenalina recorre mis venasMi jefe gira el manubrio y damos una enorme vuelta alrededor del yate. No puedo evitar reír y gritar como loca hasta que me duele la garganta. El agua nos salpica y moja mi vestido, pero no me importa, solo puedo perderme en la adrenalina de este momento único para los dos.Por primera vez en mucho tiempo me siento realmente feliz y, por un pequeño instante, me olvido de que todo es una f