Santorini
Érika Camel

Me desperté temprano como de costumbre, debían ser cerca de las seis de la mañana, pero me sentía agotada como si hubiera dormido a penas un par de horas y el tiempo restante hubiera corrido una maratón por todo New York. Creo que en el fondo mi subconsciente no me permitio descansar nada.

Tanto tiempo de estrés ya le estaba pasando la factura a mi cuerpo y los síntomas de cansancio ya se reflejan en mis horas de descanso que no estaba resultando efectivas. El embarazo me ponía aún más vulnerable y aunque estaba feliz me mantenía constantemente cansada. Aunque había leído que me sentía constantemente cansada por los descensos de la presión arterial de los primeros meses durante la gestación.

Me obligue a desperezarme y aparte las cobijas se encima de cuerpo. Palpé y acaricié mi abdomen, continuaba demasiado plano pero algo maravilloso vivía allí, sonreí ante la idea de tener un bebé pequeñito formándose justo debajo de mis manos.

Mire a mi alrededor y las gruesas co
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