Erika Camel
Colgué el teléfono después de estar tonteando con Derek durante una media hora. Julie se dio por vencida y cerró la agenda. Abandonó mi despacho dando por perdido su teléfono celular y las manos abiertas hacia el cielo.
Sus ojos rodaron, en un divertido reproche, el mismo que tantas veces yo misma le había hecho a ella.
Absolutamente convencida que después de escuchar esa voz ronca y sensual, no lograría concentrarme, apague mi ordenador decidida a aprovechar el día . Me puse de pie, caminé hacia el perchero donde colgaba mi abrigo marrón, me lo coloqué ajustándolo a mi cintura. Tome mi bolsa y guarde algunas cosas, entre ellas mi propio teléfono celular, y mantuve el de Juli
Chicas seguimos mañana con más. Las leo, déjenme sus comentarios 💋💋💋
Derek Meyer Espero en el porche del restaurante la llegada de Julie Peterson, estoy ansioso y enojado conmigo mismo. El plan era impresionar a Julie, no salir corriendo como un fugitivo de este icónico restaurante. Tarde me di cuenta que la flor innata de la sociedad me vería acompañado de una hermosa mujer, ella era demasiado hermosa para pasar desapercibida. Y a mi… bueno, a las revistas económicas les encantaba mostrarme en primera plana últimamente. Incluso cualquier amiga de Rocci podría llamarla, y verme envuelto en un terrible chisme por una infidelidad atrasada a mi ex prometida. Pero lo que si no sospeche es que la mismisima Rocci estaría en el interior del r
Érika Camel. «¿Me volví tonta en algún momento de esta semana?» «¿Comi algo radiactivo que cambió mi forma de pensar sensata y coherente?» El estómago me dio un vuelco. No puedo evitar sonreírle, es algo que me supera. Aunque me resista al mar de emociones que me inundan, su rostro lo tengo grabado, y cada expresión me hace hervir la piel. Camino despacio sabiéndome sensual y admirada. «¿Estoy nerviosa?» Si, definitivamente lo estoy con seguridad. Hay electricidad en el ambiente, la puedo sentir. Mi piel completa se eriza y apenas me estoy acercando. Es como si un campo magnético se hubiera formado entre nosotros. «Cómo los polos opuestos que somos, no podemos evitar atraernos de esta manera tan brut
Derek Meyer Me obligue a poner el auto en marcha. El pantalón me estaba estrangulando la prominente erección que latía en mi entrepierna. Era extraño todo lo que Julie me hacía sentir, aún así me negaba a pensar en amor. Mi mente solo repetía una palabra... PASIÓN. Por duro que parezca, era la pasión que me hacía sentir, lo que me había hecho conseguir su teléfono celular, y dar con su paradero. Así de simple y llanamente. Pasión animal, basada en instintos, desenfrenada y que saciaría esta noche, hasta librarme de los deseos contenidos. Me costó alejarme de ella y comenzar a alejarnos de allí, pero era apremiante desaparecer de allí antes de que Rocci o una de sus amigas nos vieran, o otra cualquier mirada indiscreta nos captara con un lente. Mire de reojo a mi acompañante y dese
Erika Camel Si la yo, de unos meses atrás pudiera verme en estos momentos; sencillamente me juzgaría de traidora y no daría crédito a lo que está a punto de ocurrir nuevamente. Tengo ganas de gritar como loca de puerta felicidad. Me siento en la gloria. Una euforia casi enfermiza recorre mi piel y deja señales eléctricas de adrenalina por todo mi cuerpo. Cómo si me estuvieran golpeando con electroshocks. Es eso, o que el pene gigante de mi semental alemán me presiona el abdomen haciéndome estremecer. Esa cosa tiene vida. Es como iman y yo soy metal. Pues definitivamente y siendo muy sincera son las dos causas. Es que me siento plena estando a su lado, nos compenetramos tan bien, como si nos conociéramos toda la vida o en una vida anterior hubiésemos sido amantes. Él
Erika Camel. ¿Tener Sexo?, ¿Hacer el amor? No, para nada. Era más, mucho más. Creo que esos términos no le hacen justicia a todo lo que ocurrió durante el resto de la noche en aquel lujoso y exclusivo ático de las torres a las afueras de la emblemática ciudad de Nueva York. La noche que pasamos juntos en Francfort, Alemania; aunque muy especial y pasional, quedó como un recuerdo agradable ante todo lo que se había desatado entre nosotros desde que cruzamos el umbral de la puerta y se cerró a la intimidad a nuestras espaldas. Cada momento fue más Perfecto que el anterior, cuando creí que no se podía superar la perfección el me volvía a sorprender gratamente haciéndome explotar en placer. Más de una vez gemí, y grité c
Derek Meyer Podia darme cuenta lo empecinada que podía ser Julie Peterson. Tuve que convencerla que no se fuera en un taxi a mitad de la madrugada. Se duchó sola excluyéndome como si no existiera, tomó otra copa de Vino y se recostó en el diván de la sala como toda una Diva. —Ven conmigo a la cama, Tsunami. No era mi intención haberte hecho enojar— me disculpe sin acercarme a ella, contemplándola cruzado de brazos. — No estoy molesta— se defendió. Algo en su expresión me recordó a una niña malcriada. Se veía absolutamente adorable con su rostro altivo y su nariz perfectamente perfilada. —¿Entonces porque no vienes a la cama? Se te ve incómoda ahí— dio un respingo y centro su vista a la ciudad, ignorándome una vez más. Me recosté al marco de la puerta y la observé en silencio. Era una diosa preciosa, divina y yo había sido tan grosero como para humillarla por la misma pasión que yo no pue
Erika CamelSalí del departamento de Derek replanteándomelo todo, hasta si era necesario ser la dueña de una empresa y luchar con uñas y dientes por ser la número uno del mercado. A pesar de que el tiempo con él era absolutamente increíble, me confundía más a cada instante que pasaba con él. Me sorprendía, me inspiraba.¿Realmente valía la pena arriesgarlo todo, o tanto por ese hombre? La pregunta quedó dando vueltas en mi mente. Por una parte no, pero por otra… Si, absolutamente una y mil veces si. YQpñMe temblaban los pies con tan solo
Erika Camel Trato de no pensar en Mark, pero no deja de insistir telefónicamente, aún no olvido del todo el último día en que lo vi. Ese día terminamos definitivamente, ahora me doy cuenta que fue una sabia decisión. INICIO DEL FLASHBACK La cena está lista y Betty, mi dulce Nana, entra en el despacho donde estoy concentrada preparando mi discurso; para anunciar que mi padre ya bajó y espera por nosotros para que la mesa sea servida. Mark, mi novio está sentado frente a mi, leyendo la prensa desde su teléfono e ignorando descortésmente la presencia de la nana en el despacho. Hoy está aún más pesado que de costumbre. El que me haya negado a acompañarlo