Capítulo treinta y dos.

El llanto del bebé inundó la habitación.

Dejé de pujar y volví a recostarme entre los enormes almohadones de la habitación. Arwood besó mi frente con rapidez antes de correr hacia la mentora menor, quien llevaba en brazos a nuestro hijo.

—Es Korbin. —Musitó Arwood tomándolo en brazos con delicadeza, sollocé y Aurora secó mi frente con un paño húmedo.

—Lo hiciste bien, Hope. —Masculló Ryan a mi lado mientras movía los dedos, intentando hacer que la circulación volviera a ellos. —Y tienes un agarre de acero.

Reí y Arwood me pasó a mi pequeño, lo tomé en brazos y aprecié su rostro rosado e hinchado. Sonreí y besé su cabeza, donde ya había un poco de cabello, negro como la noche.

—Esperemos que saque tus ojos. —Murmuró Arwood sentán

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