Capítulo treinta y cinco.

—Ustedes saben rastrear cazadores, pero no a las criaturas que ellos cazan. —Explicó Theodora, la mentora menor, mientras paseaba delante de nosotros. —El entrenamiento del día de hoy comenzará en cuanto liberemos a nuestros prisioneros, y tranquilos, hemos puesto una protección que rodea tres kilómetros a la redonda para que no escapen.

—Su tarea será luchar con ellos, cazar a los que escapen y traer a la mitad con vida y a los demás sin ella. —Terminó Célere, la del medio. Asentimos. — ¡Ahora, Spencer!

Tomé con fuerza la empuñadura de mi espada y me puse en guardia, mis hermanos solo tensaron los músculos, puse los ojos en blanco, pobres idiotas. Una vampiresa se lanzó sobre Ryan, una loba fue a por Milo y Tyron, y un lobo me derribó de costado, bufé y lo pateé en el abdomen, mandándolo a volar unos metros le

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