De regreso en la mansión, Amy nos mandó a ducharnos de nuevo y permaneció en la cocina, instruyendo a Susan sobre lo que quería que cocinara para el almuerzo. No sé si era a causa de nuestro encontronazo la semana anterior o porque Amy era casi de su edad y daba órdenes como un general, pero Susan le obedecía sin decir ni pío.
Me sobresalté cuando Amy llamó a la puerta del baño mientras me duchaba y pidió permiso para entrar. Parecía preocupada después de ver cómo estaba tras la limpieza.
—¿Te molestaría decirme qué sentiste?
Terminé de ducharme mientras le explicaba lo diferente que había resultado en comparación con el día anterior. Me ayudó a envolverme en mi gruesa salida de baño y me siguió de regreso al dormitorio.
—No hace falta que comas si no tienes hambre, Fran —dijo—. Pero deberías dormir al menos dos horas.
Saqué ropa limpia del ropero todavía repasando lo que sucediera.
—¿Acaso hice algo mal? —pregunté.
—Todo lo contrario
Me hallé sentada en la cama, sin saber bien qué me había despertado. El siguiente golpe sacudió toda la casa. Salté de la cama y corrí fuera del dormitorio. Había una sola razón para que Kujo hiciera eso: Brandon se había acercado demasiado. Estaba a mitad de camino del primer piso cuando Amy salió corriendo de su habitación, gritándome que me detuviera. No lo hice, y corrí a la cocina, esperando encontrarlo llamando a la puerta trasera o algo así. Un escalofrío me corrió por la espalda al encontrar la puerta trasera abierta de par en par.Entonces vi que la puerta del sótano también estaba abierta, y escuché la voz de Brandon demandándole a Kujo que apareciera.—¡Muéstrate, demonio! —gritaba.¿Qué mierda le había picado? ¿Estaba loco?—¡Brandon! —
No tenía frío en el sótano. Las quemaduras dolían constantemente, sin importar cuántos calmantes tomara, de modo que Kujo pronto estaba en condiciones de mantenerme tibia sin inconvenientes. Dormí toda la mañana, y sólo me desperté cuando Amy bajó a traerme mis medicinas, algo de comer y ver cómo estábamos. Tomé las pastillas, devoré los emparedados, bebí toda el agua y volví a dormir. Trisha me despertó por la tarde para otra tanda de pastillas/comida/agua. Noté que habían limpiado el camino del rincón a la escalera. Como si me importara. Me di media vuelta y seguí durmiendo.Sólo dejaba el rincón para ir al toilette junto a la cocina. Y de ida y de vuelta, me acercaba a la cámara y le mostraba mi dedo mayor a quien estuviera mirando.Esa noche, Amy trajo mi teléfono junto con la cena.&md
Como si presenciar la limpieza me hubiera debilitado, tan pronto Isaac y Trisha dejaron el sótano me sentí mareada y fatigada. Amy me vio vacilar y me ayudó a volver a sentarme.—No puedes quedarte aquí, Fran —dijo preocupada.—Mañana —murmuré, tanteando para meterme en mi saco de dormir.Suspiró para tragarse lo que hubiera querido decirme y me ayudó a acomodarme.—Aquí está tu teléfono —dijo, deslizándolo en mi mano—. Kujo y Joseph cuidarán de ti, pero llámame si necesitas algo.Sólo asentí, cerrando los ojos. Me dormí tan rápido y tan profundo que ni siquiera la escuché marcharse.En un primer momento, no supe si el grito me despertó cinco minutos o una semana después, pero los gruñidos de Kujo me despabilaron al instante. El sótano estaba
La tenue luz dorada del amanecer llenaba el sótano cuando abrí los ojos. Amy y Trisha estaban acuclilladas a mi lado.—Mierda —gruñí—. ¿Ya?—Fuiste tú quien dijo al amanecer —sonrió Trisha, haciendo gala de su buen humor a prueba de balas, a pesar de que moría por dormir cuatro o cinco horas más.—Vamos. Precisas prepararte cuanto puedas —terció Amy.—Cuídate Fran.—Gracias, mi muchacho.Las seguí al segundo piso. Amy tenía todo preparado en su dormitorio. El día anterior había ido a la farmacia y se había procurado la crema especial que me pusieran en el hospital, y todo lo que precisaba para cambiar mis vendajes. Y eso fue lo primero que hicimos luego que Trisha me ayudó a lavarme de pies a cabeza y a vestir ropas limpias. De acuerdo a las fotos que Trisha iba
—¡Cuidado!El grito de Isaac me hizo reaccionar sobresaltada, y me hallé rodeada por los brazos de Price, que renqueaba hacia la puerta conmigo a cuestas. Trisha pasó corriendo a nuestro lado a dejar las cámaras en el césped, luego retrocedió a ayudar a Price a sacarme de la casa de huéspedes.Oí a nuestras espaldas las voces de Isaac y Amy mezcladas con ruidos raros, como de fuegos artificiales y algo que salía a chorro.Brandon… Sí, ya saben cómo funciona esto, es Brandon otra vez. Decía, Brandon alcanzó el porche jadeando y gruñendo, e hizo un último esfuerzo para salir al jardín.—¡Llamen al 911! —gritó con voz enronquecida, girando hacia la casa.Yo estaba demasiado débil, dolorida y aturdida para sostenerme de pie. Mis rodillas cedieron y caí al césped, arrastrándolo c
Me despertó la voz más dulce que hubiera oído en mi vida, susurrando mi nombre. Pestañeé varias veces antes de abrir realmente los ojos, sintiendo el roce suave de unos dedos apartando el cabello de mi cara. Afuera estaba oscuro, y el resplandor de mi lámpara de noche me mostró a Brandon acuclillado junto a la cama, sin gorra, la cabeza ladeada para mirarme a los ojos, una de sus sonrisas cálidas iluminando su cara.*Memo: quería despertarme así todos los días por el resto de mi vida.—¿Cómo te sientes? —susurró, como si quisiera despertar también a la legión de mariposas infernales en mi estómago.Fruncí el ceño y me rasqué la cabeza, porque ésa soy yo, la más sexy del condado.—Bien —murmuré, y descubrí que mi mano había bajado a apoyarse en su mejilla&mdash
Creo que fruncí el ceño. No estoy segura. Si lo hice, fue por sólo un instante, porque sus labios rozando los míos respondieron la pregunta que estaba por hacer. Cerré los ojos, olvidada de todo, y me puse en puntas de pie para alcanzar su boca.Se apartó de mí mucho antes de lo que yo hubiera querido y me enfrentó con esa sonrisa cálida que era mi perdición.—Recuérdame quién está en la mansión —susurró, su pulgar acariciando mis labios.Una neurona perdida, única sobreviviente de su beso, me ayudó a responder.—Los Blotter.—¿Tres, cuatro Blotter?—Seis.—Seis, guau. Y tus dos amigas, además de Isaac, ¿no?—Sí.—Y el demonio en el jardín.—No es un demonio.—Oh, bien, tu mascota sobrenatural en el jardín.—Sí.Ladeó la cabeza y supe que fuera lo que fuese que dijera a continuación, no podría negarme.—¿Qué te parece si dormimos aquí?El maldito lo susurró con sus labios contra
—¿Todo listo?Vi que Brandon asentía, terminando de poner el respaldo del asiento trasero en posición horizontal, y me dirigí a la casa de huéspedes. Trisha me siguió cámara en mano, mientras Isaac filmaba todo desde el jardín. Anochecía, y era hora de partir hacia Pennhurst, adonde pretendíamos llegar pasada la medianoche.—¿Kujo? —llamé, cruzando la sala hacia el comedor.—Fran —fue la respuesta instantánea.—¿Listo para ir a casa, mi niño?Oí los rumores bajo la mesa y me agaché.—Trae saco.—¿Quieres llevarlo?—Fran.Asentí riendo y recogí mi saco de dormir. Estaba caliente como una frazada eléctrica.—Vamos, nos están esperando —dije, y sentí el calor contra mi costado, de mi pierna hasta el hombro—. Tú y yo viajaremos con Brandon en su camioneta, porque tiene más espacio para ti.—¿Brandon viene?—Sí, mi niño. Vamos. —Eché a andar hacia la puerta principal, e