—¿Todo listo?
Vi que Brandon asentía, terminando de poner el respaldo del asiento trasero en posición horizontal, y me dirigí a la casa de huéspedes. Trisha me siguió cámara en mano, mientras Isaac filmaba todo desde el jardín. Anochecía, y era hora de partir hacia Pennhurst, adonde pretendíamos llegar pasada la medianoche.
—¿Kujo? —llamé, cruzando la sala hacia el comedor.
—Fran —fue la respuesta instantánea.
—¿Listo para ir a casa, mi niño?
Oí los rumores bajo la mesa y me agaché.
—Trae saco.
—¿Quieres llevarlo?
—Fran.
Asentí riendo y recogí mi saco de dormir. Estaba caliente como una frazada eléctrica.
—Vamos, nos están esperando —dije, y sentí el calor contra mi costado, de mi pierna hasta el hombro—. Tú y yo viajaremos con Brandon en su camioneta, porque tiene más espacio para ti.
—¿Brandon viene?
—Sí, mi niño. Vamos. —Eché a andar hacia la puerta principal, e
Brandon me despertó poco antes de la una. Me había dormido a eso de las diez, después de nuestra última parada en una gasolinera. Me erguí en mi asiento frotándome los ojos y noté que hacía calor en la camioneta.—¿Dónde estamos? —murmuré.—Cerca —respondió Kujo desde el asiento trasero.—Ya estamos llegando —dijo Brandon, tendiéndome su teléfono listo para hacer una llamada—. Dile a Brett que estamos a cinco minutos de Spring City.Eso hice. Era la primera vez que hablaba con el fulano, y apenas le dije mi nombre, me llenó de preguntas. Brandon lo oyó y me indicó que pusiera el teléfono en altavoz.—Oye, Brett, ya casi llegamos, y lo verás por ti mismo. ¿Tienes algún psíquico o médium allí contigo?—Soy sensitivo, Brandon, ¿recuerdas?—Disculpa, amigo. Han pasado años y mil lugares. Nos vemos en diez minutos.Brandon asintió y corté, mientras él giraba a la derecha en la esquina de un mall. Pronto vi las luces de lo q
Estuve como una zombie por un par de horas, tratando de asimilar que Kujo era libre al fin, estaba de regreso en su hogar, y en camino a salir de mi vida. Sabía que debería haberme sentido feliz. Por una vez había logrado lo que me había propuesto. Nada más y nada menos que liberar un ser cautivo y regresarlo a su hábitat natural, seguro y a salvo. No lo había hecho sola, y era excelente que hubiera hallado toda la ayuda que necesitaba, ¡porque lo había logrado! Eso sólo hubiera debido hacerme sentir orgullosa de mí misma. Pero me sentía para el mismísimo diablo. Me había encariñado demasiado con él, y ahora me sentía como si me hubiera cortado una mano o algo así.Y había algo más zumbando en un rincón de mi cabeza. Al día siguiente regresaría a Casa Blotter sola. No más aventuras, no más suspenso, no m&
Trisha y Amy me vieron llegar, se miraron y se ahorraron cualquier pregunta o comentario. Me subí al asiento trasero y me dormí apenas salimos del estacionamiento del hotel, dejándolas turnarse para conducir todo el camino de regreso a Casa Blotter.Llegamos antes del atardecer. Estábamos las tres agotadas y nos fuimos a dormir. Nos despertamos bien temprano a la mañana siguiente, incluso Trisha, y decidimos hacernos un buen desayuno para compensar la cena que nos habíamos salteado. Tal parecía que habían estado hablando de mí mientras yo roncaba en el asiento trasero. Trisha esbozó su sonrisa de reina de la discreción y preguntó si podría alojarla un par de veces por semana, en días hábiles.—Precisarás ayuda con las quemaduras por otro par de semanas —dijo.—Y a mí me gustaría venir los fines de semana, si no te molest
El lunes después de Acción de Gracias, Trisha aterrizó en Casa Blotter después del almuerzo, cuando los Collins ya se habían ido. No me dio tiempo ni de saludarla.—¿Viste la noticia? —exclamó, poniéndome el teléfono en la nariz.Me eché hacia atrás para leer el titular y fruncí el ceño, tratando de entender lo que decía. Brandon Price dejará Cazadores luego de la próxima temporada. ¿Qué carajos?Trisha vio mi cara de estupefacción absoluta y me empujó hacia el salón oriental.—¿Se puede? —preguntó antes de empujarme dentro.—Pasen.Me hizo sentar en el sillón bajo la ventana y se fue.—¿Estás bien, Fran? —preguntó Ann.—Sí, sí, sólo sorprendida &m
Una semana. Eso fue cuanto pude resistir. Mi conversación con Amy sobre Brandon resultó ácido de batería en mi mente, corroyendo mi decisión de tener una vida libre de Cazadores.Era domingo por la tarde, y el mundo desde todas las ventanas estaba cubierto por el blanco más puro que hubiera visto jamás. Había estado nevando al menos un par de horas cada día desde que regresara de Pennhurst, y el único quitanieves a cargo de mantener Greenwich Road abierto no daba abasto.Tras el incendio en la casa de huéspedes, Mike había contratado a los mejores deshollinadores de todo Massachusetts, para asegurarse que a las chimeneas de la mansión no les diera también por los fuegos artificiales. Así que yo ahora tenía calefactores con llamitas pequeñas pero reales en la cocina, el salón oriental, mi dormitorio y el estudio.Domingo por la tarde, decía. Blanco hasta donde alcanzaba la vista desde el sillón bajo la ventana del salón oriental. Alabé la última obra de arte de C
Trisha se las arregló para volver a casa antes del anochecer del lunes. Había tenido que dejar su auto en Boston, tomar un bus a Worcester, otro de allí a Hardwick y caminar los cuatro kilómetros del pueblo a la mansión. Pero lo logró, y la agasajé con una buena cena, antes de mandarla a darse un baño relajante y dormir en su cama cómoda y calentita.Yo todavía estaba toda alborotada por la llamada de Brandon, pero lo hice a un lado para escuchar las aventuras de mi amiga en la nieve. El martes por la mañana, cuando Trisha bajó para dejar que Susan hiciera ruido en el segundo piso, yo ya estaba más calmada y se lo conté con aire casual.—Sí, me escribió anoche —dijo, luchando por pasar del estado parada al realmente despierta—. Unas pocas palabras: hagámoslo después de Año Nuevo. ¿Vuelves con él después de la fiesta?Buena idea. Si los caminos estaban abiertos, tal vez aceptara la invitación a pasar un par de días conmigo en Casa Blotter. Sería
Por supuesto que estaba en el baño cuando sonó el timbre en lo de Amy. No cualquier baño, sino el más alejado de la puerta. Les presento a mi sexto sentido. Crucé el apartamento apresurada, el corazón desbocado, e irrumpí en la sala. Apenas me detuve a cerciorarme que era él. Un instante después, caía en sus brazos abiertos.No reímos, no hablamos, no nos besamos. Nos quedamos ahí parados, abrazándonos con fuerza. Y fue tan extraño. Porque en ese momento en sus brazos, mi mejilla contra el pecho donde su corazón latía con tanta fuerza como el mío, sintiendo el peso ínfimo de su cara contra mi cabello, sentí que desde que saliera de puntillas de su habitación del hotel, había estado echando en falta algo vital que ni siquiera había advertido que me faltaba. Pero ya no. Ahora volvía a estar completa, plena.No sé cuánto nos demoramos así, un minuto o un año. Pero en algún momento él besó mi cabello y aflojó su abrazo, lo suficiente para que alzara la vista hacia él. Tan
A la mañana siguiente, Boston había desaparecido en la tormenta. Brandon había planeado que fuéramos de compras, pero saltaba a la vista que no podríamos siquiera salir del hotel. Así que decretó que nos quedaríamos descansando hasta el almuerzo, y luego iríamos al spa. No que fuera a negarme.Le robé una camiseta, todas ellas blancas o gris claro, imagínense, para llevar la bandeja con los restos del desayuno a la cocinita. De regreso al dormitorio, descubrí que se había puesto los bóxer sin mi permiso y se había sentado en la cama a escribir algo apresurado en un cuaderno gordo. Cuando me vio volver, me indicó que regresara a la cama y arrojó el cuaderno a su bolso.Pasamos el resto de la mañana abrazados en la cama, platicando, mayormente sobre las cosas que seguía descubriendo desde la limpieza. Después del almuerzo, tuvimos qu