Los dos Blotter nos recibieron con expresiones adustas, y parecieron aliviados cuando preguntamos por mapas en vez de insistir con hijos naturales y esas cosas descabelladas. El señor Blotter pareció llegar a la conclusión de que el honor de la familia ya no corría riesgo y nos dejó con Ann Lori. Ella nos llevó de regreso a la mesa de caoba, liberó la mitad por el sencillo método de apilar todo en el otro extremo, y abrió uno de los librotes forrados en tela, éste en verde oscuro, que contenía mapas y planos de todas las propiedades que los Blotter hubieran adquirido.
Habían quedado todos cosidos en la encuadernación, así que no había manera de sacar los de la mansión, ni siquiera para fotocopiarlos. De modo que tomamos docenas de fotos de los que nos interesaban para imprimirlas luego. Antes queríamos revisar los originales.
Mientras Ann Lori nos proc
Las señoras de la sociedad histórica vacilaron cuando Brandon entró filmando. Hasta que una de ellas lo reconoció. Entonces fue todo sonrisas y risitas y correr a ayudarnos. Pronto nos sentábamos a una mesa cubierta de viejos mapas y documentos gubernamentales desde que Hardwick fuera poblado por gente blanca. Brandon montó su cámara con el trípode al otro lado de la mesa, como antes, para que además de nosotros, los mapas y papeles entraran en el cuadro.Llevábamos media hora revisando documentos cuando uno de los mapas me llamó la atención.—Mira —dije, mostrándoselo a Brandon—. ¿Ves este pueblo, Greenwich, como el camino? Lo inundaron cuando construyeron el Quabbin.Brandon se inclinó sobre el mapa, estudiando con curiosidad la zona que yo le señalaba. —¿Y qué tiene de especial? ¿Cementerio bajo el agua o
No me daba el hígado para ayudar a Brandon a desordenar mi habitación, así que lo dejé llevar lo que quisiera al segundo piso y me dirigí a la biblioteca. Joseph estaba en el estudio con Isaac y Trisha, mientras Edward se tomaba un descanso de vigilar a Cristine. Lo encontré leyendo online, pero desconectó la tablet para hablar conmigo.—¿Qué crees que está sucediendo?Aún no tenía nada concreto para decirle, así que le expliqué la teoría de que la aparición de Cristine estaba relacionada con la partida de Ann.—¿Es parte de la familia?—Podría serlo. Creo que tu hermano Henry puede haber conocido a su madre cuando servía en París. Las fechas coinciden.—¿Quiere decir que es mi sobrina?—Eso creo. En la Fundación niegan tener correspo
La voz de Isaac se escuchaba desde el tercer piso. Resultó obvio que él y Brandon ya tenían los feeds en pantalla, porque se callaron apenas abrí la puerta del estudio.—Adelante, es seguro —dijo Joseph cuando me asomé.—Gracias, Joseph —murmuré, paseando la vista por el caos que era la habitación— ¿Cómo está?—Lanza algo cada tanto. Pero sigue donde la dejaste.—¿Junto al sillón?—Sí. Ten cuidado.—Deséame suerte.Miré a Trisha, que asintió con sonrisa alentadora.—Cristine, c’est moi, Fran —dije, enfrentando el extremo del sillón donde la viera la noche anterior—. ¿Podemos hablar?Trisha tradujo. No ocurrió nada, así que me acerqué otro paso. No quedaba nada de las hierbas y especias en el círculo, pero Amy me había explicado que el aceite servía para imbuirlo en la madera del suelo y sostener la barrera.Me senté en el piso a un metro de donde se suponía que estaba Cristine, y le indi
Había una sola cosa mejor que dormirme en los brazos de Brandon: despertarme en sus brazos.A juzgar por lo oscuro que estaba el cielo que veía desde la ventana, era demasiado temprano. Brandon estaba profundamente dormido. Se había atrevido a apartar uno de sus brazos de mí, pero sólo para sujetar mi mano sobre su pecho como solía. Estaba irremediablemente despierta, y sabía que no podría levantarme sin perturbarlo. Intenté en vano volver a dormir. Entonces intenté escurrir mis dedos entre los suyos. Si lograba hacerlo sin despertarlo, tendría una oportunidad. Estaba por conseguirlo cuando su mano apretó la mía y sus labios rozaron mi frente.—Buen día, amor —musitó, los ojos cerrados.No me pregunten por qué, pero que me llamara así en esa situación catapultó mi romanticismo por las nubes. Nada de levantarme. Ten&iacu
Mike y yo dejamos a Susan en el dormitorio de Isaac y continuamos hacia el tercer piso. El pobre se detuvo en el umbral, mirando el caos a su alrededor estupefacto. A pesar de todo, ahora que las dos bibliotecas grandes volvían a estar en su lugar, el trabajo que nos quedaba, a pesar de ser mucho, no era pesado.Decidimos correr todos los muebles de una mitad de la habitación para limpiarla y levantar todos los libros que había lanzado Cristine. Luego correríamos todo a esa mitad para terminar de limpiar el estudio.Llevábamos unos veinte minutos trabajando, intercambiando comentarios ocasionales, cuando se me ocurrió que tal vez él supiera algo sobre las marcas del Adivino de Greenwich.—¿Sabes si había algún pozo de agua en el lote? ¿Uno que hayan cavado poco después de construida la mansión?Ahora que nos teníamos confianza, tomó mi pregunta c
Brandon pausó su cámara sólo lo indispensable para tenderme un detector de triple campo en un soporte que incluía una GoPro para filmar las mediciones.—Ahí tienes. Encárgate de las lecturas y yo filmaré todo.—Sí, mi capitán. ¿Adónde vamos?—Al sótano.—¿No deberíamos esperar a Isaac y Trisha? O al menos dejar que ellos lo filmen.Brandon alzó la vista al techo suspirando y asintió. Me di cuenta que detestaba dar un paso al costado en esto, así que quité el detector del soporte y se lo tendí.—Eso no significa que no podemos bajar a ver qué pasa.Sonrió aceptando el detector. —Tienes razón. Vamos.Era la primera vez que bajaba al sótano desde que liberáramos a Kujo, y resultaba extraño. Se veía tan vacío.
Susan parecía ansiosa por hacer buena letra, o ver qué había pasado en el tercer piso, no estoy segura, y se ofreció a quedarse hasta más tarde para limpiar el estudio. Así que Mike tuvo que hacer a un lado sus planes de jardinería para ayudarla.Después de almorzar, llamé a San Aloysius para cerciorarme que el padre Thompson estaría allí. Cuando me dijo que estaba esperándonos, ayudé a Brandon a cargar en su camioneta todo lo que necesitaría para la entrevista e intenté quedarme en la mansión, sintiendo que él todavía precisaba estar solo. Pero se negó de plano.—Tengo todo el tiempo del mundo para estar solo en casa —replicó—. Así que ve por tu chaqueta, porque vienes conmigo.—Sí, mi capitán —murmuré, dirigiéndome a la cocina. Cómo le gustaba ponerse dramático. Todo el tiempo del mundo para estar solo en casa. Sí, por supuesto. Saltando de cama en cama, el maldito.Tan pronto salimos a Greenwich Road, me di cuenta que me estaba mordiendo la le
Lo seguí al tercer piso en completo silencio. Me hizo entrar al estudio y trabó la puerta. Bien, sin interrupciones. ¿Qué pasaba?Miraba a mi alrededor, asombrada de que la enorme habitación no mostrara el menor rastro de lo que había pasado, cuando sus brazos aparecieron a rodear mi pecho desde atrás. El roce tibio de sus labios contra mi piel me causó un escalofrío.—Ven —susurró en mi oído—. Quiero que aclaremos esto de una buena vez.Volví la cara hacia él y alcé la mano para deslizar mis dedos por su pelo corto, besándolo.—Te amo —murmuré.—Yo también. —Me soltó para ir hacia uno de los sillones—. Ven, sentémonos.—Suenas demasiado serio.No me gustó su expresión cuando arqueó las cejas. —Porque esto es serio.M