_ Señor, la señorita Rose Stanton pide hablar con usted _ dijo Thomas por lo bajo sabiendo bien quien era. Blake quien aún se encontraba en su estudio, levantó su mirada frunciendo el ceño. Rose ya se estaba convirtiendo en un gran dolor de cabeza para él. _ ¿Mi esposa donde está? _ fue lo primero que preguntó. _ La señora Madelaine aún sigue en el salón con su madre y su cuñada... Señor, ¿Qué le digo a la señorita Stanton? _ insistió con preocupación el mayordomo. Él resopló. _ Dile que no estoy _ le dijo disgustado, se quedó pensando un instante. La mujer había estado llamando sistemáticamente todos los días y él se negaba a atenderla. Era hora de poner las cosas en su lugar _ ¿Sabes qué? ... hablaré con ella. ¡Esto se termina hoy mismo! Tomó el teléfono con furia y respiró hondo. Ya no quería saber más nada con esa mujer, estaba hastiado de ella, de sus celos de su actitud demandante y posesiva. _ Sí, ¿Qué quieres? _ le respondió de manera áspera y huraña. Rose trag
Apenas vio a su yerno entrar al salón el rostro de Edith se iluminó. _ Querido Blake, que sorpresa más grata verte aquí _ le dijo con una gran sonrisa _. Espero que vengas a compartir este exquisito té con nosotras y no solo hayas pasado a saludarnos. _ Señoras _ saludó con una sonrisa, mirando por un instante a Alice quien parecía asesinarlo con su mirada, luego apoyó su mano sobre el hombro de Maddie _. Querida _ le dio un suave beso en la mejilla _. ¿Cómo te sientes? Maddie sonrojada, giró levemente su cabeza, lo miró y esbozó una pequeña sonrisa, poniendo su mano sobre la de él. _ Muy bien... _ dijo con timidez. Edith estaba más que encantada al ver el comportamiento de su yerno para con su hija, no tenía ninguna duda de que Madelaine lo terminaría amando y se olvidaría de David. Pero en caso de que a ella le costara olvidarlo, Edith le daría un pequeño empujón para que lo hiciera. _ Oh, por cierto, querida Alice deberíamos irnos ya que aun debo ir por mi sombrero, lo
Blake la miraba fijamente mientras le acariciaba con suavidad el rostro, y Maddie le sostenía la mano, sonriéndole con timidez, aunque su corazón latía más rápido de lo que quería admitir. _ Eres tan hermosa... no puedo dejar de mirarte _ le susurró él, con la voz grave _. Si no fuera porque aún te encuentras débil... te juro que te haría el amor ahora mismo. Maddie se estremeció ligeramente ante sus palabras, pero intentó mantenerse tranquila. “Bueno... ¿hasta cuándo tendré que esperar? Este hombre pasó de ser un bruto, a tratarme como si fuera de cristal. ¿Quién lo entiende?” pensó, algo decepcionada. “¿Un momento, estoy pensando en que me muero porque me haga el amor? Dios, yo tampoco me entiendo”. _ Creo que me estás cuidando en demasía _ espetó sin pensar, revelando sus verdaderos deseos antes de que pudiera detenerse. Al instante se sonrojó, odiando su propia impulsividad. Blake la miró entrecerrando los ojos, con una sonrisa de lado que solo intensificó el calor en su c
Llegar al clímax, para Maddie fue una experiencia arrasadora. Nunca supo porque, pero su gemido profundo, acompañando el orgasmo fue como liberar ese sentimiento que llevaba muy atado dentro suyo. Blake la siguió y para él fue como tocar el cielo con las manos. Había estado con decenas de mujeres, pero nunca había vivido algo así. Esto era totalmente diferente. Nunca pensó que hacer el amor con Maddie lo llevara a tal estado de entrega. Aún permanecía sobre ella, ambos jadeantes y sudados. Se miraron a los ojos y sonrieron. _ ¿Estás bien? _ balbuceó él _. ¿Te ha gustado? Ella sonreía respirando de manera entrecortada. _ Nunca pensé que fuera algo así _ dijo con total ingenuidad y desparpajo. Blake salió de encima de ella y se recostó a su lado, sin dejar de mirarla. _ ¿Algo así? No entiendo ... _ le dijo mientras enredaba el cabello de Maddie con su dedo. Los verdes ojos de la joven brillaban, como su rostro. _ Pues ya sabes, es una sensación como si te sintieras más
Nueva York, 27 de marzo de 1930Madelaine abrió con dificultad sus ojos, parpadeó varias veces, pues la luz que se estaba filtrando a través de los ventanales la cegaban. Cuando pudo abrirlos, vio que era Livy quien estaba abriendo las elegantes y pesadas cortinas.Apenas se quiso incorporar sintió un poco de dolor en su cuerpo, pero además en su entrepierna. Entonces, recordó lo que había sucedido la noche anterior entre ella y Blake, rápidamente miró hacia el lado donde él dormía, pero ya no estaba. Se sintió un poco decepcionada, ya que se había acostumbrado en los días en que su esposo la cuidaba a despertar junto a él.Se incorporó en la cama y bostezó, estirando sus brazos._ Livy, buenos días _ le dijo a la criada quien la miraba sonriente _. Oh, me has traído el desayuno... Creí que sería mi esposo quien lo traería _ dijo y suspiró hondo.Sintió un gran vacío y las dudas comenzaron a surgir nuevamente. ¿Sería que ahora que había logrado su cometido de estar con ella, Blak
Maddie se encaminó lo más rápido que pudo, siguiendo a Livy a través del oscuro y solitario pasillo que conducía a su antigua cárcel. Con solo mirar a su alrededor sintió que la angustia oprimía su pecho. No quería pensar en esos días en donde tuvo que experimentar la brutalidad de su implacable esposo. _ Mejor no pensar en eso. No quiero recordar a ese Blake malvado y vengativo... maldición es como si conviviera con dos personas a la vez. Un Jekyll y Hyde, un hombre que puede tener un acto de dulzura como lo tuvo anoche o alguien capaz de cometer los más terribles actos cuando enfurece. Se estremeció al pensarlo. Cuando la sirvienta abrió la puerta, Maddie entró a la habitación titubeante mirando hacia todos lados, se abrazó así misma recordando esos días en que estuvo encerrada allí. Soltó un profundo suspiro y cerró sus ojos. Era mejor no recordar eso, solo le originaba angustia. Quería centrarse en los días posteriores a esos en donde pudo conocer a otro Blake, ese al q
Como había dicho, Blake llegó para la hora del almuerzo. Había tratado por todos los medios de atender los asuntos más urgentes para estar lo antes posible junto a Maddie. Durante toda la mañana no había dejado de pensar en ella, en el aroma y la suavidad de su blanca piel, en lo hermosa y radiante que se veía después de que habían hecho el amor. De solo pensarla desnuda y entre sus brazos se excitaba. Varias veces tuvo que disimularlo, mientras estaba reunido. Maddie era como una droga para él, se estaba volviendo de manera irremediable, adicto a ella. “Es tan hermosa, tan sensual. Creo que ni ella es consciente de lo que provoca en los hombres. Y es mejor que sea así. Porque soy capaz de matar a cualquier imbécil que se acerque a ella” pensó apretando sus labios. A pesar de que Maddie se había entregado voluntariamente a él, los celos lo seguían dominando. El recuerdo de las palabras de la joven diciéndole que amaba a David, eran un constante martirio para él. _ ¿Dónde está
_ Disculpame querida _ dijo Blake suavemente _. Atiendo esta llamada y regreso. ¿Sí? Madelaine enmarcó una ceja. ¿Qué era tan importante como para abandonar el almuerzo? Ella asintió sin decir nada. Blake cruzó rápidamente el salón hasta el estudio. _ Hola... _ dijo con seriedad y preocupación. Del otro lado, se escuchó un carraspeo y luego, una tos ronca y pesada. _ ¿Qué diablos piensas que estás haciendo Santino? _ dijo furioso Don Carlo _. ¿Hasta cuándo estarás jugando con tu mujercita? Te recuerdo, que estamos con muchos problemas como para que abandones todo en manos de Henry. Tienes una obligación con la familia, y debes cumplirla. Blake respiró hondo, la presión de su tío cada vez era más feroz. Se estaba hartando de esa doble vida, pero a la vez, quería complacer a su tío al que consideraba su verdadero padre. _ Tío... _ dijo, tratando de ser cauto con sus palabras _. Mi esposa estuvo muy enferma, no me quedé junto a ella por capricho. Mi deber era estar junto