Jacob me llevó a conocer la isla. Me mostró lugares hermosos dentro de ella, incluso me enseñó su lugar favorito y que usaba para descansar y relajar la mente de todo lo que lo agobiaba. No hubo un solo día donde no fuera feliz a su lado. No necesitaba más que sus besos y su compañía, pero él debía regresar cuanto antes a Milán para estar al frente de sus restaurantes. La idea de quedarme sola en Venecia no me agradó un poco, allí me sentía muy sola y sin nada que hacer, además de que quería retomar mis estudios así no fuera en California.Había tomado la decisión de pedirle que me llevara con él a Milán, pero no sabía si estaría de acuerdo o no. Toqué la puerta de su oficina y, tras recibir su orden, entré. ¿Y si me decía que no me llevaba? Esa era una posibilidad que me dolería en el fondo.—Encárgate de ello mientras regreso — me sonrió sin despegar el teléfono de su oreja—. Mañana a primera hora. Debo irme. Hasta pronto.—¿Estás ocupado? — quise saber tan pronto colgó la llamada—.
Nos separamos agitados y los labios hinchados. Nos miramos por pocos segundos antes de volver a fundir nuestras bocas en una sola. Todo a nuestro alrededor se redujo a nada. Ambos nos encontrábamos perdidos en la boca del otro y ninguno se quería detener; todo lo contrario, nuestros labios exigían por más, pero no más de solo besos.Desciende sus labios por mi barbilla, dejándome con ganas de seguir probando sus besos, pero su boca recorriendo mi piel con suavidad es abrumador y maravilloso. Estiró el cuello y le doy acceso a su boca, por lo que no tarda en estampar un húmedo beso que me pone a temblar. Realiza un camino de besos por mi cuello hasta llegar a mi oreja y soplar de su cálido aliento en aquella zona de mi cuerpo tan sensible. Me cruzo de piernas por esa presión que sentí en mi parte íntima y trago saliva por todo lo que estoy sintiendo por segunda vez, con la única diferencia de que nadie más que nosotros puede interrumpir.—Tengo tantas ganas de ti — la mordida que deja
Llegamos a Milán muy temprano en la mañana, ya que Jacob tenía que atender varios asuntos importantes a primera hora. Decidió llevarme con él y mostrarme uno de sus restaurantes, por lo que me encontraba emocionada viendo todo a mi alrededor mientras él dejaba órdenes a todos sus empleados.El restaurante era muy lujoso, pero tiene una decoración tranquila que me encantó muchísimo. Las velas le hacen dar un toque muy bonito, supongo que cenando debe sentirse la paz de la noche como si fuera verdadera.Me quedé a una distancia prudente de él y sus empleados, lo que menos quería era molestar. Pero de repente se acercó a mí y me llevó de la mano hacia todos ellos.—Antes que retomen sus labores, quiero presentarles a mi esposa.Todos, incluyéndome, quedamos sorprendidos con sus palabras. ¿Por qué me está presentando como su esposa frente a todos ellos? No sabía a dónde meter la cara de la vergüenza tan grande que sentía.—No sabía que eras un hombre casado — una mujer muy bonita y de ojo
Caminé por los pasillos del gran restaurante sin saber muy bien a dónde me dirigía. Me sentía molesta con todo a mi alrededor hasta incluso conmigo misma por sentirme de esa manera tan incómoda y desagradable. ¿Por qué tenía que molestarme tanto? ¿Por qué debería importarme en primer lugar lo que haga o no con su vida? ¿Por qué eso que sentía en mi pecho no me dejaba siquiera pensar con claridad? ¿Por qué todo giraba entorno a ellos y lo que sea que estuvieran haciendo? ¿Y si aprovecharon el momento en el que yo salí para hacer de las suyas? Mi cabeza iba a mil y no parecía detener esos pensamientos que se habían desviado a otros hechos y situaciones que me hacían enojar cada que se recreaban en mi mente.—¡No deberías siquiera comerte la cabeza con alguien tan mentiroso y falso como él! — me reprendí a mí misma, girando por el pasillo sin darme cuenta que me llevaba un cuerpo por delante—. ¿Es ciego o qué mierdas?—¿Quién demonios te crees tú para hablarme así? — un hombre rubio, alt
Llegamos a una casa grande en medio de la nada. Todo del lugar me enamoró; la ubicación, la privacidad, lo hermosa que se ve la casa por fuera e incluso el camino desde el portón hasta la entrada era muy bonito y rodeado de arbustos. Jacob detuvo el auto en la cochera y bajó del mismo, para después ayudarme a bajar a mí y rodear mi cuerpo con sus brazos desde atrás. No imaginaba una casa tan grande para solo nosotros dos, aunque fuera preciosa, era mucho espacio para que solo nosotros viviéramos en ella.—¿Qué te parece nuestro nuevo hogar, mi diosa?—Es una casa muy bonita y me gusta que esté rodeada de naturaleza, pero ¿no te parece que es una casa muy grande para los dos solos?—Hay que pensar en el futuro, calabacita. Es una casa perfecta para todos los hijos que voy a hacerte en un par de años._¡Jacob, por favor! — traté de liberarme de sus brazos, pero es difícil luchar contra alguien que me gana en fuerza—. ¿No puedes dejar de decir ese tipo de cosas?—¿Por qué debería dejar d
Aún recuerdo el día en que la conocí, lo hermosa que se veía en ese vestido blanco y en su largo cabello ser revuelto por el viento. Recuerdo muy bien lo cautivado que me dejó al dormir como un ángel a mi lado. Aunque en ese momento no me atreví a ponerle un solo dedo encima, lo cierto era que moría por tocar su piel y asegurarme de la suavidad que a simple vista se notaba en ella.El destino estuvo a mi favor y me puso al amor de mi vida en mi camino cuando menos lo esperaba, ahora que la tengo un paso más cerca de ganarme su corazón, no puedo describir la felicidad que siento por dentro cada día.No ha sido fácil para ella, ya que aceptar a un desconocido en su vida que jura amarla no debe ser algo fácil de asimilar, pero siempre trato de ser honesto y demostrarle todo lo que me hace sentir. Si mi corazón solo palpita por ella, ¿por qué dejar de expresarle con actos y palabras lo mucho que la amo? Abrazarla, besarla, acariciarla, tenerla encima de mi pecho mientras se pierde en sueñ
CORACon cada milésima de segundo que iba transcurriendo y Jacob no aparecía, los nervios se acrecentaban en mi interior. Había pensado durante muchos días hacer la cena y confesar al fin mis sentimientos, después de todo, mi corazón ya se encontraba bajo su poder desde hace mucho tiempo y una parte de mí se negaba a aceptarlo quizá por miedo de salir herida. En mi mente todo estaba claro, las palabras que iba a decirle y esa pequeña sorpresa que tenía preparada y estaba segura que iba a gustarle mucho, pero los nervios se estaban apoderando de mí y me daba miedo meter la pata luego de que él me ha esperado por tantos años.Puse en un jarrón con agua las flores que trajo y las acerqué a mi nariz, disfrutando de su aroma. Son unas flores preciosas y, aunque no me gustan este tipo de detalles porque siempre he creído que las flores son para los muertos, viniendo de él, me parecen hermosas y se siente muy bien recibirlas. Tomé la pequeña nota que había dejado minutos antes sobre la mesa
Nos separamos agitados y nos quedamos viendo por unos segundos antes de volver a fundirnos en la boca del otro con más suavidad, menos fuerza, pero con más pasión y profundidad.-Te amo y me acabas de hacer el hombre más feliz de este jodido mundo - murmuró entre el beso, afianzando una de sus manos a mi cabello.Su otra mano se posó sobre mi mejilla y me acarició suavemente, deslizando la yema de sus dedos por mi piel mientras yo me aferraba de su cuello y me hacía sobre sus piernas para sentirlo más cerca de mí. Parecía que nunca nos habíamos besado, porque ni siquiera nos tomamos algo de aire para continuar. Lo cierto era que no me quería separar de sus labios y él tampoco tenía intención de hacerlo. Sin duda, estos besos se sienten mucho más libres y el doble de deliciosos.-Me quiero casar inmediatamente contigo, mi reina hermosa - succionó mi labio inferior, arrancándome un audible gemido tras esa corriente y esa potencia que sentí en mis adentros-. Muero por hacerte mía.-Hazme