PRISIONERO DE TUS LATIDOS. Capítulo 12.
—¡Samara, despierta! —la súplica de Willow le revolvió el estómago, pues jamás había experimentado algo así. No era trabajo ni una tortura que pudiera soportar; era ver a su mujer con una herida en el costado que lo tenía aterrado.

Colocó la mano sobre la herida y se asomó para ver si aún estaban ahí, pero el auto había desaparecido. Esa fue su señal para tomar el arma que había recogido. Apuntó en todas direcciones, pero no encontró nada más que una oscuridad bizarra que se burlaba de él.

Revisó a Samara nuevamente mientras ella hacía una mueca de dolor que lo frenó.

—Te llevaré a una clínica, solo resiste. —dijo apresurado, dirigiéndose al otro vehículo en la cochera que podría servirles.

—También estás herido. —el quejido de Samara no lo detuvo; la dejó en el asiento. Encendió el motor, pidiéndole que no se moviera, mientras iba a revisar al hombre que encontró con el saco perforado por balas, sabiendo que habían entrado en su cuerpo.

—La señora…—Moreno expulsó la sangre de su
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