BAJO EL MANTO DE SU PECADO. Capítulo 4.

—¿Qué quieres decir con qué te quedarás un poco más allá? —la pregunta de Santos la hizo tropezar con sus propias palabras. —Evelyn, no te voy a reprochar nada. No soy nuestra mamá, no me interesa si eres monja o un jodido monje.

—Lo sé, pero necesito conversar conmigo mismo. —sus ojos atravesaron el cristal de la ventana desde su habitación. —No sé qué quiero hacer y siento que al volver a casa no tendré un punto al cual mirar sin sentir que todos me quieren linchar.

—Iré contigo.

—Eres muy cabezota para discutir contigo.

—Eres mi hermana, Eve. Y no te juzgó como crees.

—Pienso todo el tiempo en el momento en que murió mamá y siento que si me viera…

—No te está viendo. No te verá, ni decidirá por tí. —le dijo su hermano desde Kiel. —Ahora todo lo que hagas será tu decisión y estará bien, porque será lo que tú quieres. No me pienso meter en eso. Solo necesito que estés bien, el resto no importa.

Las lágrimas le ganaron a la mujer que sintió el apoyo total del único hombre que tu
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