Evelyn no sabía qué más podía hacer, aparte de suplicar por un perdón que tal vez nunca recibiría. Había abandonado su hábito, roto sus votos y desafiado la promesa que le había hecho a su difunta madre.Si Zulma, su madre, estuviera viva, la haría regresar y arrepentirse por haber huido del altar. Evelyn siempre había actuado según las indicaciones de Zulma. Su nacimiento mismo fue resultado de una promesa, y su deber era cumplir esa palabra.Llevaba dos días en Stuhr, un lugar nuevo con calles menos transitadas que Bremen, pero con la misma mirada dulcificada en los rostros de sus habitantes. Había conseguido un trabajo a medio tiempo, la única forma de mantener su mente ocupada. Así que, mientras caminaba desde la casa donde se hospedaba hasta la tienda de ropa en un rincón espacioso de la ciudad, podía disfrutar del clima y reflexionar sobre su nueva vida.La atmósfera de Stuhr era diferente. No había sombras de los muros altos de la iglesia ni el eco de los rezos matutinos. En ca
—¿Qué quieres decir con qué te quedarás un poco más allá? —la pregunta de Santos la hizo tropezar con sus propias palabras. —Evelyn, no te voy a reprochar nada. No soy nuestra mamá, no me interesa si eres monja o un jodido monje. —Lo sé, pero necesito conversar conmigo mismo. —sus ojos atravesaron el cristal de la ventana desde su habitación. —No sé qué quiero hacer y siento que al volver a casa no tendré un punto al cual mirar sin sentir que todos me quieren linchar. —Iré contigo. —Eres muy cabezota para discutir contigo. —Eres mi hermana, Eve. Y no te juzgó como crees. —Pienso todo el tiempo en el momento en que murió mamá y siento que si me viera…—No te está viendo. No te verá, ni decidirá por tí. —le dijo su hermano desde Kiel. —Ahora todo lo que hagas será tu decisión y estará bien, porque será lo que tú quieres. No me pienso meter en eso. Solo necesito que estés bien, el resto no importa. Las lágrimas le ganaron a la mujer que sintió el apoyo total del único hombre que tu
Cuando sus ojos por fin se abrieron, Evelyn no pudo evitar sonreír al recordar el sueño que en su cabeza aún era vívido.El roce de sus labios, sus manos siendo la prisión más agradable y esa mirada que no estaba presente solo en sus sueños, porque también la veía en Kenneth cada vez que lo tenía frente a ella. Se vistió con la misma sonrisa en el rostro, caminó a su trabajo de nuevo y aún no se esfumaba. Era un día maravilloso al recordar el susurro de Kenneth al teléfono, con esa solicitud extraña que no creyó recibir, pero que le gustó cumplir, no solo con permitir cercanía, sino ser quien la buscó. En la tienda vio al mismo sujeto de días antes buscando más corbatas, lo cual le pareció insignificante, dejándolo con otra de las chicas para ella presentarse a la sección de ropa para mujer en donde se aseguró de tener todo en completo orden, antes de moverse a otro más. El buenos días de Kenneth llegó mediante un mensaje, pues apenas tenía un segundo libre y lo primero que quiso f
Para alguien como Evelyn perderse entre sus pensamientos era parte de su día a día, aún más cuando tenía mucho por recordar, tanto para soñar y el doble de motivación para sonreír instintivamente al verse de nuevo entre ese par de brazos que la tocaron como jamás creyó que lo sentiría.Sabía que había salido de Stuhr, pero no sintió lo mismo que cuando llegó. El imposible había sido tachado de las palabras que definían lo que pasaba por su cabeza. El cliente de las corbatas volvió a entrar a la tienda y no tenía interés en averiguar para qué necesitaba tantas piezas iguales. Siendo más su aprecio por la calma absoluta que estar en un sitio lleno de nuevas cosas por experimentar. Caminando de regreso a su casa, tomó el bolso que colgaba de su hombro, viendo un auto detenerse frente a ella. —El señor Forsberg me pidió llevarla. —no confiaba en eso, por lo que éste recordando lo que su jefe le dijo tomó el móvil. —Es mejor que lo confirme usted misma. Ser chófer no era su especialida
—KB y KB, eso es confuso. —dijo mientras estaba en su habitación. —Aunque me gusta. Khastiel y Kahín Blackwood. Suena imponente. Únicos. —Bastian eligió las iniciales y el de Kahín. Si te confieso algo, se ve muy interesado en cada cosa de nuestros hijos y me gusta mucho que no se muestre como el témpano de hielo que es con otras cosas. —terminó susurrando. —Estás muy enamorada. —Demasiado. —declaró. —De cada faceta que conozco. De padre, de esposo y las que no son tan lindas. —mencionó con ilusión. —Esas no las conozco, pero me gusta escuchar que estás feliz. —exclamó pensando en dos niños que serían su adoración también. —Sigo diciendo que esos nombres son muy buenos. Solo llamarlos así, sin conocerlos, impone. —Sólo sé que ya amaré llamarlos así. —contestó Kiara totalmente enamorada de los nombres que junto a su esposo habían decidido que eran los adecuados para sus gemelos. Además que escuchar más animada a su hermana fue tranquilizador.—Si a ellos les gustan los tomates, t
—Iré ahora mismo. No te alejes de ella. —dijo Kenneth encriptando su computador para buscar su saco en el perchero. —Se ve muy asustada. —¿Pudiste verle el rostro al tipo? —quiso saber. —El cuerpo de tu monja me bloqueó la vista. Sólo vi que vestía con traje y eso no es algo que sea exclusivo de uno en este lugar. —mencionó comiendo frente al lugar de trabajo de Evelyn.Le dijeron que no le quitara los ojos de encima, pero no podía estar en la tienda cada minuto. Por lo que tuvo que arreglárselas para verla en todo momento. —No te alejes. No le hagas tantas preguntas, Beck, eso le asustaría más. —dispuso abriendo la puerta. —¿A dónde vas? —la pregunta de su hermana fue lo primero que escuchó cuando la vio de frente. —¿A quién debe cuidar, Beck? —Debo salir en dos minutos hacia mi Jet. No estoy para preguntas. —pasó de largo. —¿Tienes a alguien más que cuidar? —lo siguió. —Últimamente te gusta mucho cuidar del mundo entero. La vez anterior fue una monja. Ahora ¿qué es? ¿La madre
Desde ese punto para Evelyn fue imposible pensar con claridad, las manos de Kenneth absorbía su cuerpo con una lentitud tortuosa, a la vez que su boca se apoderó con verdadero gozo de sus labios. El mueble donde la colocó se deslizó un poco debido a la fuerza que, Kenneth trató de controlar, pero su pulso desenfrenado le impidió hacerlo. Sus labios se deslizaron por la piel delicada e intacta de Evelyn, mientras ella cerraba los ojos imaginando cuántas veces podría ir al infierno por cometer tal pecado. Pero ya no era una monja y eso, de alguna manera ayudó a liberar las culpas. Aunque para expiar la profanación a su cuerpo no existía nada. No cuando el demonio a quien le dio vía libre, parecía tan encantado con la vista de ella sin poner barreras. Quemaba. Su piel ardía. Su mente tenía un muro que le impedía ver con razón y sus manos solo le pedían a Kenneth no alejarse tanto tiempo. Lo liberó de la camisa que casi arrancó por la prisa, pero pudo hacerlo para ver el abdomen escu
Los labios de Evelyn se pasearon sobre su mejilla, logrando que los ojos de Kenneth se abrieran para ver el rostro de la mujer que se trataba de acomodar en ese sitio, pues estaba tan cómoda que no quería salir de la cama. Él sintió la piel desnuda rozando la suya y no era buena idea, porque podía ver gestos de dolor cada vez que se movía. Debía controlar su hambre por esa inexperta mujer, pero era inevitable hacerlo cuando tan solo verla ya representaba una imagen estimulante para él. Sus labios la buscaron y Evelyn no se negó a ello, dejando que cada caricia que ahuecaba su rostro, la volviera muy sensible a las mismas. La subió sobre su cuerpo, deslizando la mano por su espalda desnuda, bajando a sus caderas que alzó un poco para hacer que la unión de sus piernas estuviera directamente sobre su falo endurecido. Las venas dolieron cuando el calor de dicha zona lo envolvió, Evelyn contuvo su aliento, pues las secuelas de su noche con él estuvieron más que frescas en ese sitio.