Les juro que no es intencional. No me linchen. Este iba a ser un capítulo, pero es muy extenso, así que tuve que dividirlo, la buena noticia es que tienen las dos partes juntas de una vez.
Ver a su esposo todo lo que Kiara deseaba, pero aún no sabía cuándo volvería y eso la tenía con las emociones a flor de piel. O más bien era... Era absurdo que se enojara por eso. Antes no tuvo problemas así. Por ello, realizó ejercicios de relajación antes de subir a la plataforma con ayuda de uno de los mörder que ofreció su hombro para que no tuviera problemas con los escalones. Al tomar el micrófono habló con tanta soltura que maravilló aún más a los presentes, los cuales no dudaron en levantar la ola de aplausos para ella, extasiados por la hermosa e inteligente mujer que agradeció y felicitó a todos por el logro al final. Su sonrisa deslumbró a todos, deseando poder verla más de cerca, siendo ese el objetivo de quienes habían sido solo invitados por conexiones y no por una relación estrecha con la empresa o sus dueños. __ Si me permite, quiero felicitar a la mujer más hermosa en este lugar esta noche. - dijo un hombre de treinta y tantos, que puso una copa del líquido
Restablecer el orden en una organización que se consideraba caída llevó meses enteros, más cuando los cuestionamientos llegaron, sobre el funcionamiento que le darían desde que volvió a ser puesto en marcha. Bastian llegó para demostrar por qué Artemio lo eligió como líder de la tríada. Ya que si Kiara había levantado murmullos asombrados, él acabó de dejarlos preguntándose cómo era posible dejar algo en polvo y luego reconstruirlo. Los números fueron creciendo considerablemente. Y si eso los dejó atónitos, ¿qué pasaría si se enteraran que el Don poseía tecnología mucho mejor que la que mostraba? El alemán no era un hombre al que le gustara quedarse solo con lo que había conseguido. Siempre quería tener lo mejor y más sofisticado. Lo único y lo exclusivo. Reafirmado con la mujer que no estaba dispuesto a dejar ir. Nada había de la chiquilla que le entregaron. Nada existía de ella en la mujer de negocios que se les medía a grandes proveedores de las piedras preciosas que
La última botella de cerveza fue destapada, antes de que la golpearan en grupo, elevándose al cielo, apuntando hacia la lápida con el nombre del teniente Santillan. Ya habían transcurrido 4 meses desde su muerte y su tropa iba una vez al mes, para reunirse con los demás. Las visitas individuales eran solo para acompañar a la familia que aún seguía en la ciudad. Era una actividad rara tal vez, pero habían perdido a muchos y él era el único a quien podían visitar tan regularmente. __ Si quieren seguir bebiendo, en mi casa hay cerveza. - ofreció Dredd. - Creo que hay mas cerveza que comida.__ Ni siquiera se piensa que tienes casa. - lo molestó Buckner. - Vives en la central prácticamente.__ Ni yo recordaba que tenía casa. - zanjó el sargento del mismo modo. - ¿Van o no?__ Claro que voy. Prefiero cualquier lugar antes que oír discursos de Thompson. - exclamó el capitán Vélez. - Ese tipo es inaguantable.__ Cuando se junta con Jones es peor. - mencionó el Willow lanzando las llaves
Samara había saltado del caballo como solía hacerlo, pero había olvidado que Kirill era un tipo que pecaba de caballerosidad excesiva. Por lo que en cuanto hizo el amago, la ayudó, para caer con más delicadeza de lo que cualquier otro jinete en ese lugar.__ Acabas de doblar tu tobillo y pensabas caer sin ningún tipo de estructura firme, inconsciente. - la regañó, ella sacudió sus manos y le restó importancia. __ Estoy en mi campo. Aquí no fallo en nada. - se jactó entregando el caballo a su jinete. - Cuídala. El hombre con el número en su espalda asintió y se montó con habilidad, mientras ella se alejó ante el relinchar de “Picasso”, el cual se acostumbraba al jinete que lo controló fácilmente haciendo que lo reconociera. Los vaqueros se le pegaban a sus caderas con la sensual elegancia que destilaba en cada paso, tratando de ignorar el par de ojos que tenía sobre ella. La pista de tierra roja se extendía por una extensión que debían despejar cuanto antes, al oírse el aviso de qu
__ Son muy ignorantes si creen que esta vez voy a correr. - dijo el coronel lanzando el expediente a la mesa, sobresaltando a Rosella. - Debes irte. Tengo asuntos que arreglar con esos perros. __ ¿De quien hablas? - se asomó para ver el antiguo nombre de su hermano en la primera hoja del segundo grupo. - ¿Quién te envió esto? ¿Hablaste con el general? __ No pienso meter a nadie en esto. Ni siquiera a tí, así que arregla una maleta porque te llevaré al aeropuerto, conseguiré un pase de abordar a cualquier país disponible. - sacó la tarjeta que deslizó cerca del lector en la ventana falsa que había cerca de la puerta de la cocina. Los fajos de billetes aparecieron y uno de los pasaportes de su hermana también. __ Vienen por mí y no te quiero cerca cuando pase. - le entregó dos fajos y su documento para viajar. __ Estás loco. No voy a dejarte. Tienes que decirles a… __ El general está ocupado con el restablecimiento de nuestros privilegios y los demás no tienen porqué lidi
Todos esperaban por el fin de dicha reunión. No había parlamento y así como se juzgó a Caden Zane meses antes, se juzgaría una ley antigua. La cual de romperse, conllevaría a la debilidad del resto y desataría muchos cuestionamientos de parte de todos, que no podrían detener de otra forma. Pero subestimar la inteligencia de un Blackwood era la peor estupidez que alguien podría hacer. Ellos controlaban el poder porque sabían cómo moverse en él. Las puertas se abrieron y el hombre de traje impecable, cabello oscuro y húmedo caminó con pasos firmes. No miró a nadie. Dejando que su gabán reafirmara su poderío con solo una prenda común que se movió con cada paso. Santos se mantuvo a su lado en todo momento. Los Mörder tenían una orden y era no comprometer la seguridad del máximo líder de ningún modo. Este se ubicó en la silla que le correspondía, viendo su reloj y el lugar de su mujer vacío. Estos asuntos eran ridículos para él, pues tratar con leyes antiguas o decisiones de
Willow pasó toda su vida huyendo de un enemigo que en ese momento lo había alcanzado. Tenía mucho por qué arrepentirse, demasiado por qué considerar y aún mucho más para ver hacia el pasado.Sus dedos se cerraron en el cuero del volante, mientras las luces de la carretera iluminaban su rostro impertérrito. Con sus ojos profundos mirando la carretera frente a él, su aplomo se vio desnivelado ante lo que había ocurrido minutos antes.Se había comprometido.Iba a casarse con Samara Blackwood.Una vez la quiso. Una vez la pidió. Una vez lo intentó. Pero las cosas no se dieron como pensó; todo se convirtió en el mismo infierno para él, la soledad se volvió viva para ella y la muerte acechaba al bebé que nunca llegó a nacer.Willow reflexionó profundamente desde que se enteró del embarazo. Podía fácilmente adivinar cuándo había ocurrido, el momento exacto en el que habían concebido a su hijo, pero, sobre todo, se dio cuenta de que podría haber prestado más atención a los detalles que pasó p
Samara siempre mantuvo temple de acero, jamás se dejó intimidar por nada, menos cuando quería lograr algo. Siempre con la frente en alto y de verdad le gustaba pensar que una vez llenó los zapatos en la expectativas de su padre o al menos acercarse a las de su madre. Sin embargo, tenía claro que no era lo que querían. Nunca quiso ser lo que esperaron, pues ese título de esposa trofeo jamás le gustó, menos cuando conoció a William Helm. Estando en la autopista en donde iban recordó la primera vez que lo vió en ese sitio alejado de la casa de sus padres, con un caballo lastimado y ella con el tobillo en el cual tenía una hematoma con la forma alargada que el tronco en el que tropezó y rodó le había causado.—Puedo cargarte a tí, no al caballo. Pero algo es algo. —le dijo haciéndola reír en medio de su dolor. Sonrío al evocar el momento en donde la ayudó a llegar a una cabaña vieja en donde al menos se pudo sentar, volver por el caballo y de poco en poco llevarlo a un sitio que sirvió