Victoria sorprendida fue a la puerta de la habitación y gritó pidiendo ayuda. Matthew que ya venía con cosas en la mano corrió y detrás venía Adelina. —Necesito ativán —masculló Matthew señalando el maletín de medicinas y Victoria corrió por el medicamento, temblando encontró el fármaco y Adelina con pulso de hierro preparó la jeringa y la pasó a Stefan por la vía y dejó de convulsionar. Victoria con alivio observó que dejó de sacudirse. — ¿Está muy mal? —Preguntó a Matthew. —Es lo que temía, está empeorando la infección, no sé si él pueda resistirlo. — ¡Tiene qué! —Determinó Victoria y se acercó a Stefan y le dio un beso en la frente. — ¡Stefan! —Lo llamó Victoria dándole golpecitos en las mejillas, pero él tenía un gran letargo y apenas balbuceaba con la baba deslizándose por sus labios. El miedo que sintió Victoria al verlo así tan disminuido, conociendo lo fuerte que es no lo supo asimilar en el momento y comenzó a llorar. —Déjalo descansar Victoria es
El teléfono celular de Victoria la salvó de responder a Stefan, no quería hacerlo sentir mal, el hombre ya había sufrido bastante, pero ella no se sentía capaz de corresponder de la manera que él quería. —Habla Sirena —contestó Victoria y rodó los ojos cuando vio a Stefan sonreír—. Está bien, puedo reunirme treinta minutos contigo. — ¿Quién era? —El ucraniano, quiere proponerme un negocio, se jacta de ser el líder de Europa. — ¿Eso te dijo?, “ja” Europa era mía —respondió Stefan muy ufano—. No creas nada de lo que te diga nunca un mafioso, Victoria. —Tú eres un mafioso —respondió Victoria sonriendo. —Y por eso no confías en mí —devolvió Stefan en voz baja. Victoria negó con la cabeza, pero desvió la mirada. —No te preocupes Slashdot, le abriste la puerta a la mafia Odesa, pero no permitiré que usen tus recursos sin la apropiada compensación. Stefan no dijo más, suspiró y aceptó hablar solo de negocios. —Ve por él Sirena, y dile que ya desperté y que no t
El ucraniano era un hombre sereno y más bien frío, se sentó sin mostrar molestia. —Vaya Santo, no veo porque tu apodo. —Me llaman el Santo porque Dios perdona los pecados de los idiotas que caen en mis manos. El ucraniano dio un silbido apreciativo. —Tortura… No me sorprende, solo de ver tus brazos que parecen jamones puedo imaginarlo... —No me gustan los hombres, guárdate tus comentarios. Esto es lo que harás, compraré tus mujeres, abriré un club y todos sabrán que es una bofetada a Slashdot, se te pagará muy bien, pero debes decirme todo lo que sabes de la Sirena. —No pienso ponerme al alcance de esa mujer, quiero cubrirme con ustedes, no ser tu carnada para atrapar a Slashdot. —No tienes opción, si estás con Halcón estás contra Slashdot, así que te lo pondré fácil, o la traicionas y ellos lo sabrán, o mueres ya… ¿Qué eliges? —Yo solo quiero hacer negocios en Estados Unidos. Michael se echó a reír con ironía. — ¿Qué creíste acaso? Nos atacaste, la únic
Guadalupe fue a su cuarto y don Massimo llevó a Rebeka y a la hermana de Guadalupe a casa de la familia de Rebeka. Poco después Guadalupe entró al cuarto de computadoras de Michael. Él no pudo evitar verla de arriba abajo. Guadalupe llevaba su cabello suelto y alisado y tenía un vestido rojo muy corto, se veía muy sexy y provocativa. —Me darás problemas, apenas salgas todos los hombres brincarán encima de ti. —No sé si tomarlo como un cumplido o una crítica. Michael ignoró su comentario. —No puedo objetar que entres a la operación, eres parte del equipo, pero sí puedo decidir cuál será tu papel. —Michael, sé cuidarme sola, no es la primera vez que estoy entre prostitutas, viví en un burdel hasta que echaron a mi madre porque salió embarazada de Camila. Michael la observó de nuevo, la vio tan joven, él no soportaría que también a ella le pasara algo cuando él estaba a cargo, apenas vivía con la culpa por Victoria, exponer a Guadalupe era demasiado. — ¿Por
El hombre frente a Michael afirmó con la cabeza y les hizo señal a sus compañeros y salieron del club. —Daré su recado a la Sirena. —Aquí la espero entonces. Este hombre era quien dirigía la seguridad personal de Stefan y a Victoria le gustaba su seriedad y profesionalismo, pero era realmente fiel a Stefan y en cuanto salió del club lo primero que hizo fue llamar a Stefan, pues lo mantenía informado de todo. -¿Qué pasó Borges? —Preguntó Stefan apenas sonó su teléfono, obviamente esperaba la llamada. -Lo que usted sospechaba señor, el Santo encantado quiere una cita con la Sirena, pero Halcón no estaba. -Claro que quiere una cita con ella, quieren llevarla cautiva para intercambiarla, son tan predecibles esos novatos. Ya sabes lo que tienes que hacer, yo ubicaré a Halcón y te avisaré. -Sí señor. Borges colgó y continuó su camino en busca de Victoria. Stefan tiró el celular lejos de él, Matthew lo observó mientras doblaba las vendas que sobraron después de hac
Michael apretó con fuerza a Victoria sin saber su identidad, para él era la Sirena; una mujer despiadada socia de Slashdot que había reclamado el comercio de mujeres en Estados Unidos después de jugarle una trampa a Ronald y al Fantasma. No tenía una pizca de contemplación por ella y muy poco le hubiera importado partirle el cuello en este momento, para él era justo, pero no quería renunciar a la oportunidad de hacer un trueque por Victoria, pero como temió que ocurriría Guadalupe le estorba. Borges afincó el arma haciendo que la mejilla de Guadalupe se hundiera contra el cañón de la pistola. Guadalupe siempre valiente no gritó, aunque sus ojos expresaban miedo y lo que hizo reaccionar a Michael fue la lágrima impregnada de maquillaje que rodó por su mejilla. Guadalupe entregaba su vida sin pedir clemencia. Michael quería gritar, llorar, acabar con todos a la vez y solo tenía una jugada. — ¿Qué harás Santo? ¿Sacrificarás a otra mujer por negocios? —Inquirió Stefan.
Una hora después Victoria entró a la habitación de Stefan en la clínica tratando de no hacer ruido. — ¿Quien anda ahí? —Preguntó Stefan. —Perdón, ¿te desperté? —masculló Victoria. Stefan encendió la luz de la lámpara de noche y tomó el teléfono celular para ver la hora. Victoria se sentó a su lado. —Es de madrugada, ¿qué demonios haces aquí? Deberías estar durmiendo. Victoria subió un hombro restando importancia. —La verdad es que me cuesta dormir y sentía que me ahogaba en casa, así que vine de una vez. Stefan la observó, lucía triste, pero sobre todo ansiosa, sospechaba que quería irse muy lejos a lamer sus heridas. Lejos de él. —Lo que tengas que decirme puede esperar a que amanezca, estoy cansado. —Entré porque Matt me dijo que acababa de hacerte la cura; voy a recostarme aquí —dijo Victoria señalando el sofácama para visitas—. Descansa y luego conversamos. Stefan suspiró. —Veo que no me darás un respiro —masculló Stefan con sorna—. Lo que
Stefan estaba harto de rogarle a Victoria, harto de que ella cambiara el tema cuando él le presionaba a decirle que lo quería. Pero ahora Victoria quería quedarse. Estaba feliz con su buena suerte y decidido a no separarse de ella jamás. —Tú me conquistaste, no te hagas el tonto, sé que no lo eres —susurró Victoria. —Qué voy a saber yo lo que quieres, ya había empezado a conquistarte, pero luego de desaparecer y verme tullido me despreciaste… —Soy yo quién está mutilada, Stefan, no lo has entendido y por eso vine a dejarlo muy claro. No me siento capaz de corresponderte cómo quieres, el sexo —... Victoria negó con la cabeza—. No soporto ser tocada. Stefan fue quien esta vez esperó que ella lo mirara. —Quédate conmigo y lo resolveremos —enfatizó Stefan determinado. —Stefan. ¿Acaso no me escuchaste? —Inquirió Victoria—. No puedo… Stefan se sentía eufórico, esto era lo que él necesitaba, que Victoria tuviera una duda razonable en su determinación de ser feliz c