#4

—Tienes razón —le dije mientras salíamos del taxi.

Habíamos ido primero a un lujoso centro estético, había de todo en aquel lugar, ella se sentó adelantar el trabajo del que Theo me encargaba cada vez que me dejaba al mando. Desde ahí nos dirigimos a un salón, mi rostro estaba bellísimo, con solo algunos pocos euros, de los miles que le costaría a Theo su humillación. En el salón me maquillaron, organizaron mi cabello, decidí oscurecerlo y llevarlo ondulado, cambié mis lentes, por lentillas que me permitían ver mejor y sin opacar mis ojos grises.

—¡Omg!, —dijo Gianni en voz alta—, si fuese lesbiana, Theo tendría competencia, estás hermosísima, superaste mis expectativas.

Sabía que ella tenía razón, Gianni era tan sincera que de no haber sido así me lo diría, era tan directa y honesta que parecía carecer de humanidad, era a lo que debía adaptarme, me miré y dejé salir una lágrima.

«En 24 años jamás me había visto tan hermosa, el cuidado estético era demasiado importante» pensé mientras me miraba de arriba abajo.

—¿Qué tal te sientes Theo? —preguntó sonriente Gianni.

—¿Theo? —interrogué angustiada y mirando a todos lados.

—Tonta, Theo, porque serás la versión femenina del idiota del portugués ese.

Sonreí, ella tenía razón, sería genial hacer una fusión de Theo, Rubí y teresa, yo sería el cuerpo que se prestaría para el diseño de aquel personaje, tomaría lo peor de los tres para crear la mujer perfecta para Theo, después de salir del centro óptico fuimos a remodelar el closet, aunque Gianni se negó compré para ambas, quería gastar todo cuanto me fuera posible, desde ahí fuimos a casa, deseaba quedarme a descansar, pero tenía que ir a hacerme responsable de la empresa.

—¿Qué me pongo? —pregunté, pidiendo la ayuda de Gianni, quien empezó a buscar entre las muchas prendas y conjuntos que habíamos escogido.

Blusa blanca elegante con escote en los pechos, falda negra ajustada y tacones altos negros, me vestí y sin duda parecía otra, una gerente, tal cual Theo me había delegado, mientras me ponía el labial dejé pasar la sexta llamada que recibía de él. Los cumplidos de Gianni sin duda me hacían sentir mucho mejor, que aunque por fuera me hubiera puesto hermosa, el corazón aún seguía marchitado por aquella patética situación a la que por tonta fui a tener.

—Bien, hora de irnos —dije mientras acomodaba la blusa que usaba, para que el escote cumpliera su objetivo.

Salimos y abordamos un taxi, había logrado sacar suficiente efectivo de aquella tarjeta, el ahorro por mis servicios sexuales prestados a Theo.

Decidí llamarlo mientras iba con dirección a la empresa, cuando respondió no se escuchaba alterado, con mucha calma me preguntó qué pasaba, le dije que había olvidado el móvil mientras cumplía con mi tarea, me informó cuando regresaba y la tranquilidad con la que me hablaba se sentía como una daga que poco a poco empujaban con el objetivo de traspasar mi corazón, como era posible que ni siquiera preguntara como me sentía.

Theo no hacía eso, Theo solo me guiñaba el ojo, señal que indicaba que me esperaba en su oficina en la que me poseía, mientras lo escuchaba sentía mucha rabia, mientras Justin era detallista y estaba pendiente de mi yo lo ignoraba por alguien que no era capaz de darme un saludo.

«Basta Tiana, deja el pasado y enfócate en el presente y futuro» —dijo la parte de mí urgía de castigar a Theo.

—Cariño, nos vemos el lunes en la empresa, has bien tu trabajo —dijo Theo antes de colgar.

Sí, ese era él, ni un, cuídate, pero no importaba, ese lunes se había convertido en el día que con más ansias esperaba, llegamos a la empresa y la gente le preguntaba a Gianni quien era la mujer a su lado, lo que indicaba que el plan funcionaría a la perfección, el único que me había reconocido, soltando lo que llevaba en las manos había sido Justin.

—¡Madre mía!, pero sí estás guapísima —dijo nervioso Justin—, quiero decir mucho más que antes, claro, porque tú siempre has sido la más hermosa de las mujeres.

Fruncí el ceño y acaricié su mentón.

—Lo sé, cariño —dije antipática y poniendo en práctica mi nueva actitud.

Empecé a caminar y supe que se sentía bien, era la persona incorrecta, pero no ser empática y agradecer como hubiera hecho en otro momento, ante su cumplido se sentía de maravilla. Esa tarde, entre reuniones y organizar agenda, se había ido rápido, lo que hacía una falda y un par de tacones, no pasaba desapercibida como era el caso antes.

La semana estaba por finalizar, el domingo para calmar mi ansiedad fuimos a cine, eso me ayudó a controlar los nervios y ansiedad, había estado hablando con Theo por llamadas no más de 5 minutos en el trascurso de la semana, asuntos de trabajo.

Gianni dijo que se quedaría conmigo en casa y así fue después de cine, estábamos por ver una película de N*****x y llamó Theo, para decir que estaba en Barcelona y que nos veríamos al día siguiente en la oficina.

—Mañana llegas tarde, me iré primero y tú llegas cuando yo te avise. —dijo Gianni con una voz autoritaria.

Le asentí y pusimos la película, la cual habíamos terminado dos horas después y nos preparamos para dormir, ella se había dormido, a mí me costaba hacerlo, miré por la ventana de la habitación y empezó a llover, decidí acostarme.

—Tiana, me iré, no olvides estar pendiente a la llamada, te dejé listo el atuendo que usarás hoy. —dijo Gianni, tirando de la sábana en mi rostro.

Nos despedimos y me quedé a dormir un poco más, me levanté una hora más tarde, me había duchado y mientras ondulaba mi cabello vi una llamada de Theo, seguramente ya me estaba buscando, siempre solía llegar antes que él, ignoré la llamada a la espera de que Gianni me avisara. Esperé y justo cuando estaba por llamarla llegó un mensaje, decía que era hora, que Theo me ocupaba para una reunión, eso era perfecto, ella dijo haberle dicho que estaba en una cita médica. Me había tomado unos minutos llegar, me quedé hablando con Gianni.

—Gianni, ¿por qué aún no llega Tiana? ¿quién es esta belleza de dama, ha venido a verme?—. Preguntó al verme de espalda.

Solo eso le había bastado para saber que era bella, "mi espalda". Le di una amplia sonrisa a Gianni.

—Hola Theo —saludé con una sonrisa cínica—. Siento haberme demorado. En un minuto estoy en la oficina.

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