Lorena mordió su labio inferior y volvió a mirar a Cristian.
—Creo que sí, y el pantalón que traigo ahora es blanco —informó la joven.
Cristian bajó su mirada hasta poder ver las piernas de Lorena y se dio cuenta que era como contaba la chica.
—Pero, si sabes que estás en tus días, ¿para qué te pones ese tipo de color? —regañó.
—No, yo no lo tenía, me llegó ahora mismo.
—¿Y cómo harás?
—No lo sé —Lorena comenzó a comerse las uñas de su mano derecha.
Cristian comenzó a quitarse la chaqueta que traía puesta y se la pasó a la joven.
—Amárratela alrededor de la cintura —explicó.
Lorena reparó la chaqueta mientras se ruborizaba y después alejó un poco su espalda del espaldar
Lorena llegó a su casa acompañada de Cristian. La vivienda estaba completamente sola y eso alivió en gran manera a la joven.Hizo que Cristian pasara, bueno, él mismo tomó ese crédito. Para ese tiempo él ya sentía que esa era su segunda casa.—Ve y cámbiate, voy a preparar algo, ¿qué te gustaría comer? —dijo Cristian.Lorena ya estaba acostumbrada a que el joven actuara de esa manera en su casa.—Unos sándwiches estarían bien —respondió Lorena.—Perfecto, ¿gaseosa o jugo natural? —Cristian llevó sus manos a su cintura.—Jugo natural, por favor, sabes que muy poco me gusta la gaseosa —contestó Lorena.Cristian respingó un poco sus cejas.—Eso es de un tiempo para acá, porque antes te morías por tomar gaseosa —soltó Cri
Laura llegó a su casa y en vista de que su madre no le abrió la puerta, ella sacó sus llaves y abrió. Se extrañó al encontrar un camino de pétalos de rosas que encontró en el piso.Poco a poco lo fue siguiendo y terminó en el segundo piso frente a la puerta de su habitación. Laura tragó en seco al imaginarse lo que encontraría, lentamente giró la perilla y al abrir escuchó un:—¡Sorpresa!Laura recorrió con su mirada toda la habitación totalmente decoraba con globos rosados y blancos. Al fondo había un enorme oso de peluche decorado con ramos de rosas grandes y una enorme cartelera que tenía fotos de Camilo y ella juntos.Laura quedó estática mientras contemplaba aquello, sus ojos se inundaron de lágrimas y después Camilo se acercó a ella para abrazarla.¿Se puede amar po
Laura tragó en seco e inclinó su mirada mientras dejaba salir un suspiro. Tenía un gran nudo en la garganta que la estaba torturando.Era muy triste el hecho de saber que Robert tuviera tan mal concepto de ella, ¿será que no sabía que ella era L? Detestaba la sola idea de que Robert la odiara, no quería que su relación terminara de esa manera.Robert salió de la sala dejando a todos con un mal sabor de boca por lo que había pasado.Lorena se levantó del mueble y fue detrás de Robert. Ellos eran buenos amigos, así que trataría de ayudarlo a arreglar el problema.Al salir de la vivienda bajó rápidamente unos escalones que había en la terraza y corrió al ver que el joven se dirigía a su auto.—¡Robert, espera! —gritó Lorena y estiró sus brazos para tomarlo de un brazo y poder detenerlo.
—Somos buenos amigos, sí, no puedo negar que he pasado muy buenos momentos a tu lado. Pero, nosotros no podemos pasar esa línea —dijo Lorena—. Tenemos un trato y es por esa misma razón que yo me he comportado de esta manera contigo, aunque, nunca creí que eso te hiciera confundir.Cristian decidió apartarse de Lorena al escuchar aquellas palabras. Dejó salir un suspiro mientras seguía con su mirada posada en ella, después, desplegó una sonrisa.—Entiendo —soltó—, no te preocupes, no volverá a ocurrir. No volveré a confundirme.—Cristian… —Lorena se dio cuenta que le había hablado de una manera muy hiriente.—Lorena, no te preocupes; es bueno que las cosas hayan quedado así de claras —Cristian comenzó a retroceder—. Bien… todo este tiempo lo único que quería es
Miguel retuvo la respiración por unos segundos y después se acercó a Lorena, se agachó frente a ella y trató de indagar lo que le había sucedido.—¿Qué te pasó?, ¿por qué estás llorando?Lorena cubrió su rostro con sus manos y trató de calmar su llanto, pero se le hacía imposible.—Lorena, ¿quieres que llame a tus amigas para que hablen contigo? —Miguel sabía que la joven no le soltaría ni una sola palabra, por eso intentaba ser lo más inteligente posible.Lorena se reincorporó y comenzó a negar con la cabeza.—No, por favor, no quiero que nadie me vea llorando —pidió.—Bueno, si es así… —Miguel intentó pensar rápidamente— vamos al patio, ahí nadie te verá llorar. Pero trata de calmarte o sospechar&aac
Pasó una semana desde que Lorena rechazó a Cristian. Para aquellos días estaban a final de clases de año y la graduación se acercaba apresuradamente.Esa tarde estaba bastante húmeda, para aquellas fechas solían caer las últimas lluvias del año y siempre se debía llevar a la mano un paraguas o de lo contrario, se terminaba totalmente empapado.Lorena, Marc, Sasha y Laura se encontraban sentadas en una banca fuera del instituto apreciando el panorama gris del parque.—Espero que el día de la boda de tu madre no llueva, no soportaría que se me vuelva a esponjar el cabello en un momento tan importante, me volvería loca —dijo Sasha a Laura mientras veía a lo lejos a unos niños jugando en un charco de agua.—Sí, ojalá no llueva, mi mamá quiso hacer la boda a la intemperie —soltó Laura.—&iques
Cristian comenzó a negar con su cabeza mientras veía a Lorena con rostro de decepción.—Cristian, por favor, necesito hablar contigo —suplicó la joven.El joven volteó a ver a su madre.—Déjennos solos —ordenó.La señora Julieta sabía que era imposible hacer cambiar de parecer a Cristian, por lo mismo salió de la habitación.Cristian tomó de un brazo a Lorena y la hizo entrar al cuarto y cerró la puerta.—¿Qué quieres? —preguntó Cristian bastante serio.—Es que… he estado pensando mucho lo que te dije hace una semana —confesó—. Yo… estaba demasiado confundida y… —Lorena comenzó a mover sus brazos de forma descontrolada— Cristian, yo no sé qué hacer ahora que soy consciente de los sentimientos que tienes por ti.
Lorena estaba acostada en su cama arropada con gruesas sábanas para intentar calmar los escalofríos que la azotaban en aquel momento.Su madre se sentó en la cama y tocó la frente de la joven.—Dios mío, esa fiebre nada que se le baja a esta niña —soltó preocupada—. ¡Ay, pero ¿cómo se te ocurre dejar que te cayera esa lluvia cuando sabes que con nada te enfermas?!La señora Camila entró en pánico cuando vio que la nariz de Lorena estaba goteando sangre.—¡Ay!, ¡Dios mío, esta niña se me va a morir! —gritó desesperada, comenzó a estremecer a Lorena—, ¡vamos, levántate, es mejor que te lleve a la clínica!Todo empeoró cuando se dio cuenta que Lorena no despertaba. La mujer comenzó a gritar desesperadamente y esto provocó que sus dos hijas y esposo