Lorena entró a su habitación y tiró su bolso sobre la cama, después recogió su cabello en forma de globo y rodó la mirada por todo el lugar. Estaba algo desordenado, así que, comenzó a limpiar.
Por alguna razón seguía su mente recordando las palabras de Marc “hay veces que la vida nos obliga a cambiar”, aquella frase la hacía pensar mucho y meditar sobre su vida.
Estaba tan sumida en sus pensamientos que se asustó al escuchar el sonido de su celular. Tiró unos libros que tenía en sus manos al dar un salto y después corrió a tomar el celular y responder la llamada.
—¿Cuánto más debo esperarte? —era Camilo.
—¿Qué?
—¡Necesito hacer el trabajo de matemática y no entiendo nada! ¡Se supone que te contraté para que me ayudes con estas cosas!
—Vamos, necesito desocuparme temprano —pidió Lorena después de sacar un bufido.La joven comenzó a caminar y mientras lo hacía su tobillo punzaba dolorosamente haciendo que dejara salir uno que otro rostro de dolor.—No está bien —dijo el joven que aún sostenía la moto—. La debe ver un doctor.—Ella es algo terca, pero llamaré al doctor, gracias por ayudarla, Robert.Lorena volteó a ver hasta donde Camilo seguía hablando con aquel joven, parecían conocerse ya que hablaban abiertamente. El chico le dijo que vivía cerca de allí, así que, era bastante obvio el que se conocieran.Después, Camilo se acercó a Lorena trayendo consigo la moto, la reparó de pies a cabeza y dejó salir un suspiro.—¿Por qué siempre te suceden este tipo de cosas? —subió una ceja
—Pero no lo hace a propósito —Lorena acercó más el rostro a su amigo—. He visto cómo te mira.—¿En serio?—Sí, cada vez que puede te mira y lo hace de una manera que se le nota que le atraes.Camilo volvió a sonreír, pero esta vez de la emoción.—¿Crees que ella puede darme una oportunidad?—Claro que sí… solo es cuestión de darle tiempo —soltó Lorena con mucha seguridad..Dos horas después: Lorena veía por la ventana del auto con rostro trágico. Cristian volteó a verla después de alejar su rostro de su celular.—¿Quién se murió? —le preguntó.—Yo… soy muy mala persona —confesó la joven.—¿Hasta ahora te das cuenta? —chist&oacu
Lorena llegó a la casa de Cristian. El chofer abrió la puerta del auto y la joven bajó del vehículo.—¿Ya sabes lo que le dirás a mi padre cuando lo veas? —preguntó el joven cuando caminaba a su lado.—No sabré qué responder si no sé las preguntas.—Hablo de la fiesta de mañana.—Ah… —Lorena dejó salir una pequeña risa—. Quieres que le pida permiso.—Claro que no, así mis padres no quieran, iré a la fiesta. Pero la idea es no tener problemas en mi casa cuando llegue. Es horrible que te echen un sermón mientras pasas una resaca.Los jóvenes caminaron hasta la pequeña sala donde se encontraba el piano, allí vieron al señor Vides tocando el piano alegremente, pero dejó de hacerlo cuando notó la presencia de los jóvenes.&mdas
Cristian llevaba una hora esperando a Lorena sentado en una silla de sol en su piscina, una gota de sudor corrió por su frente, dejó salir un bostezo y rodó la mirada a su derecha donde encontró a Miguel con un rostro burlón.—¿Qué te pasa? —preguntó amargamente.—¿En serio crees que va a venir? —inquirió Miguel.—Claro que lo hará, ya verás —soltó Cristian y se acomodó en su silla.Mientras, en la casa de Laura: —Eso, mírame ahora, alza un poco la barbilla, no sonrías tanto —decía Lorena mientras intentaba tomarle una foto a Laura con su celular.Marc solo se limitaba a comer una ensalada de frutas sentado en la cama observando a sus amigas.—Pon más estilo, niña —dijo Marc—. Saca esa diva que tienes dentro.Dos h
Los jóvenes entraron a la fiesta, la música allí estaba muy alta, tanto, que las paredes retumbaban y las luces parpadeaban haciendo que Laura sintiera un dolor de cabeza apoderarse de ella.—¡Esto sí se llama una fiesta! —gritó emocionado Marc.Lorena sintió que la jalaron de un brazo, era Cristian que la adentró en la fiesta hasta llegar a unos muebles donde se encontraban unos amigos de él.—Miren, ella es Lorena, mi novia —presentó el joven.Los jóvenes la repararon de pies a cabeza, algo que la hizo sentir muy incómoda. Era cierto, Cristian no se encontraba en sus cabales esa noche, seguramente llevaba horas bebiendo alcohol y había perdido la cabeza en el recorrido.Marc se dirigió con Laura a una mesa donde encontraron un coctel el cual comenzaron a servir en unos vasos. Laura intentó beber un poco del
—Busco a mi hermano, ¿sabes dónde está?Camilo dejó salir un suspiro mientras tenía su mirada concentrada en Robert.—¿Me ves cara de niñera como para estar detrás de ese desgraciado? —inquirió mientras respingaba una ceja.—Parece como si alguien te hubiera rechazado —soltó Robert.Camilo puso los ojos en blanco y después, con bastante fastidio, comenzó a tomar de la botella de vino una gran cantidad del líquido.—Creo que sí te rechazaron —dijo por lo bajo Robert.—Lárgate de aquí —gruñó Camilo, rodó la mirada a Lorena—, ayúdalo a buscar a Miguel, quiero estar solo.Lorena se sorprendió de lo mal que se encontraba Camilo, nunca lo había visto en aquel estado. Le daba mucha lástima que alguien tan tierno y amoroso co
Marc trató de mantener la compostura, pero todo se fue al piso cuando pudo sentir su mano humedecerse entre el agarre de Miguel. “¿Qué es esto?” pensó.Con algo de fuerza pudo soltarse del agarre de Miguel y así poder hacer espacio entre los dos, ya que Miguel había invadido su espacio personal.—Piérdete, Miguel —le dijo mientras dejaba el vaso de coctel sobre la mesa.Marc se marchó de allí y se dirigió a la pista de baile donde se adentró entre la multitud. Estando lejos de Miguel sintió que volvió a sus cabales, fue una sensación muy extraña cuando estuvieron tan cerca, era mejor no volver a hablar con él, no hasta que acabara la noche.—¡Marc! —escuchó que lo llamaron.Era la joven pelirroja con la que antes había hablado.—¡Llegué, cariñ
Lorena estaba sentada en un mueble al lado de Robert, tenían un largo tiempo allí, de hecho, estaba tan aburrida que quería irse ya para su casa.—Necesito buscar a mis amigos, debemos irnos ya —le dijo al joven.—Oye, si tus amigos no te han buscado es porque deben estar pasándola muy bien, deja que se diviertan —replicó Robert.Lorena volteó a verlo y el joven le sonrió para después tomar un poco de su botella de cerveza.—Claro, deben estar divirtiéndose —masculló Lorena—. No, Marc no conoce a casi nadie aquí y estoy segura que debe estar buscándome.Pero no era así, de hecho, era todo lo contrario.Marc no supo cómo pasó, pero cuando quiso darse cuenta ya estaba encerrado con Miguel en un cuarto de aquella casa acostado sobre la cama mientras veía cómo Miguel se quitaba la