Sasha tragó en seco, lentamente paseó la mirada por todo el patio. Allí estaban Miguel, Cristian, Marc, Lorena y Laura.
Era obvio que al decir Lorena que no era ella y ser Laura la que mostraba la prueba de embarazo todos sabrían que quien estaba embarazada era ella. ¿Cómo se le ocurrió botar la prueba de embarazo en el baño de la casa de los chismosos número uno?
Laura rodó su mirada hasta poder ver a Sasha.
—Es tuyo, ¿cierto? —dijo con rostro serio—, estás embarazada.
Sasha tornó su rostro de manera aburrida y se cruzó de brazos.
—Sí —fue lo único que pudo decir—. Eres una chismosa de mierda Laura y una asquerosa, ¿qué haces tomando una prueba de embarazo de la basura?
—¿Y tú qué haces botando algo tan valioso como esto?
—Porque está
Lorena estaba sentada en la cama, con un libro abierto reposando en sus piernas, sin embargo, ella no tenía mente para concentrarse. Su mente estaba anclada en la mañana que pasó con sus amigos, aquel reencuentro. Sasha sería mamá. Se dio cuenta que todos habían madurado, comenzaban a casarse y los hijos ya venían en camino.Ser mamá. Intentaba imaginarse cómo sería ella como mamá, ¿sería buena?, ¿sabría criar a un niño?, ¿qué se sentiría estar embarazada?Cristian estaba acostado a su lado, intentando dormir. Sus mejillas se veían enrojecidas por el sol que quemó su rostro por estar todo el día metido en la piscina compitiendo con sus amigos como en los viejos tiempos.Lorena lo contempló, examinó cada facción de su rostro. Cristian no tenía rostro de padre, de hecho, no parec&iacut
Miguel terminó de recoger la ropa de su closet cuando sintió que algo cayó al suelo. Miró hacia abajo y vio un sobre blanco de carta. Lo reconoció en cuestión de segundos, era la carta que años atrás Marc le había dado.Dejó la ropa que tenía en sus manos en la cama y rápidamente tomó el sobre para después sacar la carta.Qué recuerdos…Lentamente dejó salir una sonrisa mientras repasaba las líneas que había en la carta.“… Pero no creas, me sentí muy feliz, bueno, en realidad creo que me impacté y a la vez tuve miedo. Dejémoslo en una explosión de emociones. Eso fue, un gran remolino de emociones que me carcomió” era un párrafo que había en la carta. Uno de sus favoritos.“No sé cuántos días llevamos sin hablar
Camilo terminó de subir las maletas al baúl del auto. Estaba ayudando a Miguel a mudarse, era una buena idea vivir cerca, más específicamente, en el mismo edificio. Así podría tener un amigo para las noches solitarias, esas tardes en que se necesita hablar con una persona.Era una tarde cálida, la brisa soplaba lentamente avisando que pronto comenzaría la nostalgia de final de año. Era octubre y los árboles dejaban caer sus hojas secas al suelo, llenando las esquinas con montones de estas.Camilo volteó a ver hacia la casa, le impacientaba que Miguel demorara tanto. Cerró la puerta del baúl y se recostó al auto. Pensaba que sería algo rápido, pero… con su amigo todo era así.Laura estaba saliendo de la casa, ignorando por completo que el joven se encontraba allí. Su paso se detuvo en seco al verlo, su garganta se secó, no sa
Estaban tan cerca que por veces Laura podía sentir el rose del brazo del joven con el suyo, algo que le hacía retumbar su corazón. Era como en los primeros días de su relación, caminaban justo así, formando planes y caminando lentamente por la calle.Algo muy profundo de ella le pedía que, por favor, no dejara que ese momento se acabara, que intentara alargarlo todo lo que pudiera. Camilo había vuelto a su vida, sin compromiso alguno, revelándole las intenciones que tenía hacia ella, seguía sintiendo un sentimiento por ella, y, aunque desconocía de qué se trataba, presentía que era el mismo que ella llevaba por años tratando de controlar.Comenzaron a hacerse preguntas generales, intentando encontrar un tema que diera para una larga conversación. Poco a poco se fueron enterando sobre la vida del otro mientras se acercaban a un parque solitario y bastante sile
El joven encontró la llave y se alejó de la chica. —Ahora, lárgate —gruñó. Laura se agachó y soltó el llanto. Realmente no quería terminar de esa manera con Camilo. —¿No entiendes lo que es el desprecio? —preguntó el joven. —Si viene de ti no me importa —dijo Laura—. Me he dado cuenta lo mucho que te he tratado mal y realmente estoy arrepentida. Sé que fui una idiota y quiero cambiar eso porque estoy enamorada de ti. Camilo llevó las manos a su cabeza totalmente estresado por el malestar que tenía en aquel momento y Laura sólo estaba empeorando las cosas. —Laura, yo no quiero tratarte mal, así que ayúdame y vete ahora mismo. ¿No entiendes que no quiero volver a verte? Laura negó con la cabez
Lorena se acomodó a medio lado en la cama y sumergió una mano debajo de la suave almohada de algodón.Una mano grande, pero suave, acarició sus piernas y se camufló por debajo de la bata de satén rojo pasión.—Cristian… —balbuceó Lorena entre el sueño—, no… Debemos ir a trabajar.—Amor… —susurró Cristian a su oído— un ratico, sólo un poquito…Cristian comenzó a besar el cuello de su esposa, ese era su punto más débil y sabía que Lorena no se resistiría a una pequeña mordida en su nuca.—Amor, amor… No, en serio, no quiero llegar tarde —gimió la chica.Pero Cristian siguió y encendió su cuerpo a tal punto que no pudo controlarse. Algo que le encantaba al joven de su bella esposa era el elevado deseo sexual que ella t
Pasaron los días, el día de la boda de Flor y Robert llegó. Lorena aún no se acostumbraba a ver a uno de sus mejores amigos en aquel altar adornado con rosas rosadas y blancas. Una de sus cejas estaba temblando al no soportar las mil ideas que llegaban a su mente de lo mucho que sufriría Robert al tener a una bruja como esposa.Le había dicho a Robert que estaba tranquila porque él haría feliz a su hermana, pero… ¿y dónde quedaba la felicidad de él?“Aún puedes retractarte” fue lo que le dijo antes de llegar a la iglesia. Robert sólo le respondió con una pequeña risita amable. Y ahí estaba, vestido totalmente de blanco esperando a que Flor llegara.Por un momento Lorena pensó que, tal vez, Flor lo dejaría plantado en el altar. Pero esa idea se fue de su mente cuando escuchó la melodía que informaba la entr
—Ah… sí —Flor soltó una pequeña risita—, una vez nos perdimos en una montaña buscando la cabaña donde se suponía que debía estar la señora Julieta pasando sus vacaciones. Él me dijo que no era por ese camino, pero yo insistía que sí. Nos tocó pasar la noche a la intemperie y para esos días discutíamos mucho, así que esa noche me enojé con él. Le dije que iba a seguir el camino sola, pero no me di cuenta que cerca había una colina y caí, terminé llorando y gritando mientras me sujetaba de una raíz. Robert tuvo que bajar y rasparse las piernas y los brazos para intentar rescatarme. Al final terminamos los dos colgados de la raíz.Flor soltó una gran carcajada que fue acompañada de las dos chicas a las que contaba su historia.—Nosotros hemos pasado por muchas cosas —sol