Pasaron los días, el día de la boda de Flor y Robert llegó. Lorena aún no se acostumbraba a ver a uno de sus mejores amigos en aquel altar adornado con rosas rosadas y blancas. Una de sus cejas estaba temblando al no soportar las mil ideas que llegaban a su mente de lo mucho que sufriría Robert al tener a una bruja como esposa.
Le había dicho a Robert que estaba tranquila porque él haría feliz a su hermana, pero… ¿y dónde quedaba la felicidad de él?
“Aún puedes retractarte” fue lo que le dijo antes de llegar a la iglesia. Robert sólo le respondió con una pequeña risita amable. Y ahí estaba, vestido totalmente de blanco esperando a que Flor llegara.
Por un momento Lorena pensó que, tal vez, Flor lo dejaría plantado en el altar. Pero esa idea se fue de su mente cuando escuchó la melodía que informaba la entr
—Ah… sí —Flor soltó una pequeña risita—, una vez nos perdimos en una montaña buscando la cabaña donde se suponía que debía estar la señora Julieta pasando sus vacaciones. Él me dijo que no era por ese camino, pero yo insistía que sí. Nos tocó pasar la noche a la intemperie y para esos días discutíamos mucho, así que esa noche me enojé con él. Le dije que iba a seguir el camino sola, pero no me di cuenta que cerca había una colina y caí, terminé llorando y gritando mientras me sujetaba de una raíz. Robert tuvo que bajar y rasparse las piernas y los brazos para intentar rescatarme. Al final terminamos los dos colgados de la raíz.Flor soltó una gran carcajada que fue acompañada de las dos chicas a las que contaba su historia.—Nosotros hemos pasado por muchas cosas —sol
Camilo tomó un trago de su copa de champán, rodó la mirada a sus amigos, ¿por qué lo veían así?—¿Y entonces? —preguntó Cristian—, ¿volvieron o no?Camilo inspiró profundamente y apretó sus labios mientras retenía el oxígeno en sus pulmones.—Se podría decir que sí —respondió como si fuera algo muy normal.Sus amigos se miraron los rostros y después Cristian, siendo el más intenso a la hora de preguntar, decidió insistir en sacarle la verdad.—Pero… ¿son o no novios? —insistió.—Sí, sí —respondió Camilo—, volvimos hace unos tres días.Los rostros de sus amigos desplegaron unas amplias sonrisas y comenzaron a felicitarlo. A Camilo no le gustaba ese tipo de comentarios y mucho menos que lo fe
Lo bueno de tener a una amiga que estaba embarazada era saber lo que se siente estar en ese estado y darte cuenta que no deseas estarlo.Lorena tragó en seco y dio un paso atrás. La pobre Sasha no había podido comer nada en todo el día, todo lo vomitaba, las náuseas la estaban volviendo loca.La joven volteó a ver hacia atrás y vio a Cristian petrificado observando a Sasha vomitar en el baño de invitados.—¿Aún no ha dicho de quién es? —preguntó el joven en un susurro.Lorena negó con la cabeza y Cristian entornó su mirada mientras veía a Sasha, la joven ya estaba reincorporándose, bajó la cadena y comenzó a lavarse la boca y las manos.—Hoy viene Adam —dijo Cristian a su esposa, pero subió un poco más el tono de su voz para que pudiera escuchar su amiga.Sasha salió del ba
Sasha notó que no eran los únicos en la antesala, todos sus amigos se encontraban de espectadores observando aquella bochornosa discusión de si era o no su hijo.—Ya te lo dije, no es tuyo —le dijo a Adam casi a susurro.Dio media vuelta y comenzó a caminar rápidamente rumbo a la salida de la casa.—¡Eso lo comprobaremos con una prueba de ADN! —gritó Adam.Pero Sasha no se detuvo, aunque sabía perfectamente que lo había escuchado. Estaba tan estresado, aquella noticia lo sacó de quicio. Sabía que Sasha estaba actuando muy extraño en esos meses, por lo mismo decidió volver antes de tiempo para hablar con ella, aunque nunca imaginó que sucedería esto.Cristian se acercó a él y puso una de sus manos en su hombro.—Mierda —soltó—, ¿qué harás ahora?, ella no qui
Cristian tomó un trago de wisky, su rostro en aquel momento se veía aún más demacrado que antes. Recién había acabado de leer los papeles y ahora no quería saber nada de trabajo y mucho menos de su esposa.Por alguna razón tenía un resentimiento hacia ella. A su mente venían pensamientos sobre las veces que Lorena se enojó con él. Cosas como “no trabajes en casa”, “llega temprano a casa”, “los domingos son de familia”, “los viernes son noches a solas conmigo” y muchas cosas más, en aquel momento lo estaban agobiando.En aquellos años trató de ser el mejor esposo, intentar tener una relación perfecta, pero… esa noche se sintió derrumbarse. Le entristecía tener ese pensamiento de que Lorena lo estaba ahogando, quería apropiarse de su vida.Sentía que comenzaba a marearse,
Cristian se acercó un poco más a su esposa, no se veía para nada contenta, de hecho, sus ojos estaban enrojecidos y con lágrimas a punto de desbordarse.—Lo siento —musitó—, lo siento —subió más su voz—. Me sentía muy estresado, necesitaba estar a solas, pensar.—¿Pensar qué? —inquirió Lorena en un gruñido.—En cómo sería nuestra vida con un bebé.—Ya sé que no quieres hijos.—Sí los quiero, Lorena, pero… no ahora, aunque, si ese fuera el caso, lo aceptaría.—No tendrías otra opción, te resignarías a la idea.Cristian decidió sentarse en un sillón, se sentía físicamente agotado, su cuerpo no podía más. Fue ahí cuando su mirada se concentró en la pequeña mes
Esa tarde Lorena llegó a la casa y encontró a Cristian sentado en un rincón del cuarto que habían decorado juntos días atrás. Parecía un perrito triste en aquel rincón, tenía las piernas abrazadas por sus brazos y parecía que había estado llorando.—Cristian, ¿qué haces ahí? —preguntó al asomarse.—Lorena, ¿realmente quieres separarte de mí? —inquirió el joven.—¿Estás borracho?—No, ¿por qué?Lorena entró a la habitación un tanto incómoda, ¿qué le sucedía a su esposo?—No quiero separarme de ti, —respondió mientras se acercaba a él— ¿de dónde sacas eso?—Dijiste que querías criar a nuestro hijo sola.—Fue en un momento de rabia. Somos
—¡Nada! —gritó la niña mientras corría a él.La expresión de Marc se tornó seria, ¿acaso era lo que estaba imaginando?—Vaya —dijo—, ¿ahora te has vuelto padre?Miguel volvió su rostro a él y después bajó la mirada al chocolate que sostenían sus manos.—Bueno… —comenzó a decir— esa niña es muy tierna, ¿no?—Sí, se nota que se llevan muy bien —dijo Marc—, te sabe sobornar.—Me encanta, quiero verla crecer —confesó.—¿Y él? —Marc observó al hombre que estaba bastante cerca de ellos y conversaba con la niña.—Es una buena persona, ¿sabes? No es igual a los demás. Ama a su hija como a nada en el mundo y… me ha sabido atrapar.—Wao —fu