Los hombros de Cristian comenzaron a temblar mientras observaba fijamente a la joven frente a él.
El cura volvió a subir el pequeño escalón y trató de arreglar su túnica mientras una gota de sudor corría por su frente.
Pronto por todo el interior de la iglesia comenzó a escucharse una carcajada. Cristian no podía dejar de reír por culpa del rostro enrojecido de Lorena.
La joven llevó una mano hasta su nuca y después soltó una gran risotada.
La iglesia resonó por las fuertes risas de todos los allí presentes que fueron contagiados por las carcajadas de la pareja.
Después de aquello, Lorena superó su miedo y la ceremonia finalizó sin ningún contratiempo.
.
En medio de la recepción, Sasha conversaba alegremente con Laura mientras bebían copas de champaña y soltaban fuertes risotadas.
Sasha se levantó de la mesa indignada, envió una mirada fulminante a Camilo y se alejó perdiéndose entre los muchos invitados.Camilo hizo un gesto de fastidio y dejó salir un suspiro. Se acomodó en su silla mientras veía a Miguel tratando de esquivar su mirada..Sasha se acercó a una mesa donde había varias botellas de vino y tomó una para después encaminarse hacia los adentros de la gran casa de los señores Vides.Dejó salir un resoplido al ver a Adam acercarse a ella con aquella retorcida sonrisa.—¿A dónde pretendes ir con esa botella? —preguntó el joven mientras caminaba a su lado.—Piérdete, Adam, no estoy de humor para tus chistes sarcásticos.—Oye, deja de ser tan grosera, yo sólo quiero hacerte un poco de compañía, ¿no te parece un poco aburrido bebe
Adam y Sasha escucharon unas voces acercarse a la habitación. La joven tomó al chico de una mano y lo arrastró hasta el fondo del cuarto, pudieron divisar entre la oscuridad un closet que abrieron y entraron en su interior.El closet estaba vacío, sólo tenía unos ganchos amontonados a un extremo del tubo que los sostenía.—¿Por qué nos escondemos? —preguntó Adam en un susurro.—¿Crees que quiero que me vean contigo? —susurró la joven—, mis amigas son las mujeres más chismosas que pueden existir. Y ni hablar de Marc, debes huir de su lengua..Marc soltó un estornudo y después tomó un trago de su copa de vino.—Pero, a todo esto, Laura. No puedes pasar el resto de tu vida soltera —dijo Marc.—Me parece que estás exagerando, yo estoy demasiado joven como para decir que ter
Laura se levantó de su puesto y se acercó a Lorena.—Ya me voy —informó.—¿Por qué? Todavía es muy temprano —soltó Lorena con rostro un poco triste.—Estoy muy cansada —informó Laura—, tengo mucho sueño.—Pe-pero —trató de alegar la joven.—Amor, Laura está muy cansada, deja que se vaya —replicó Cristian a su lado.Las dos jovencitas se despidieron con un abrazo y después Laura se alejó de la pista de baile. Llegó hasta la mesa donde antes estaba, tomó su pequeña cartera de una silla y después se alejó de la fiesta.En todo este tiempo la mirada de Camilo la siguió con una impotencia consumiéndolo por dentro.“¡Laura estuvo a punto de morir por tu culpa!” recordó aquellas duras palabra
Marc se acercó a la mesa donde Miguel había dejado su bolso, escuchó un celular sonar dentro del mismo y decidió sacarlo para contestar.—¿Hola? —preguntó.—Buenas noches, ¿Miguel? —era la voz de una mujer.—¿Quién lo llama?—Por favor, dígale que lo llama Sofi.Marc puso los ojos en blanco al no soportar la voz chillona de aquella mujer.—Miguel está ocupado en este momento, si quiere, puede dejarme el mensaje que yo se lo doy.—¿Con quién hablo?—Con un amigo de Miguel, no se preocupe, yo le doy su mensaje.—Bueno, por favor, dígale a Miguel que me llame, que deje de ignorar mis mensajes, necesito hablar con él. ¡Ah!, mejor dígale que mañana lo espero en mi apartamento, que no huya, no muerdo.Marc llevó la mano que no ten&
Marc sabía que por dentro tenía envidia. Envidia de ver a su mejor amiga tan feliz por su noche perfecta. Allí, corriendo de un lado a otro probándose los muchos vestidos sin saber cuál elegir para despedir la noche.Mientras, él se resumía a estar sentado en un sillón tratando de embriagarse con la botella de vino.—El rojo oscuro te queda bien, además, al quedarte por las rodillas, te da más comodidad, ¿no? —opinó.Lorena se observó en el espejo del tocador y se posó a medio lado, observando las plataformas negras.—¿Lucen con el vestido? —preguntó.—Sí, claro que sí —respondió Marc.—Cierto, es muy lindo —Lorena dio una vuelta como si fuera niña pequeña—. ¡Estoy demasiado emocionada, todo ha salido tan perfecto, creo que hoy no podr&ea
Adam apretó sus labios mientras la veía fijamente, “ya salió con sus cosas” pensó. Le dio una pequeña bofetada a Sasha, pero sabía que había sido bastante suave para lo que ella deseaba. Así que volvió a golpearla, pero esta vez con más fuerza.La chica soltó un pequeño grito, algo que asustó al joven, ¿se había propasado?La mejilla de Sasha quedó colorada, aunque, ella sonreía y después soltó una pequeña carcajada.—Así me encanta —dijo mientras se abalanzaba a besarlo.—Eres una diabla, te gusta el sadomasoquismo —la hizo tumbarse boca arriba de la cama y la tomó de las manos—. ¿Quieres que te haga llorar?Aquella pregunta la sorprendió, pero después comenzó a reír como niña pequeña.&mdas
Lorena y Cristian llevaban quince minutos de viaje. La noche era estrellada y la luna se alzaba a lo alto del cielo con su redonda figura juguetona.Pero algo no estaba marchando muy bien. Lorena comenzó a sentir un dolor en su abdomen bajo que la hizo retorcerse de dolor.—Amor, ¿qué tienes? —inquirió Cristian.—Me está dando muchos cólicos, —Lorena se acomodó en su puesto— no me siento nada bien, me duele mucho.Las manos de la joven se tornaron frías y sus pupilas quemaban por las ganas de llorar.—¿Y te estás manchando? —inquirió su esposo preocupado.A Lorena se le revolvió su interior al escuchar aquella pregunta. ¿Por qué a su cuerpo se le ocurría pasar por su menstruación en la noche de bodas?—No siento que me esté manchando, sólo tengo muchos cóli
—¿Crees que no me iba a enterar? —inquirió Marc—, ¡deja de verme la cara de estúpido!, ¡yo no soy ningún idiota!, ¡maldito!—¡¿Pero, de qué estás hablando?! —soltó Miguel exasperado.Marc negó con la cabeza y mordió su labio inferior.—¡De esa, la estúpida esa con la que te vas a ver mañana en su apartamento! —gritó Marc mientras dejaba salir las lágrimas—, ¡eres un maldito!, ¡¿crees que no me iba a enterar?!, ¡¿quién crees que soy?!Miguel abrió su boca mientras negaba con la cabeza.—¡Por Dios, Marc, eso no es cierto, yo no tengo nada con nadie! —trató de acercarse a Marc, pero él retrocedía para impedírselo—, ¡deja que te explique las cosas, por favor!, ¡ella es s&