Los siguientes días y semanas no fueron distintas en el hospital psiquiátrico. Después de aquella primera vez en el consultorio, Angélica volvió a todas sus citas, no obstante, hablaba poco y divagaba mucho.Aun así, presentaba una leve mejoría, sus ataques de ansiedad habían ido en descenso, ya no se escondía detrás de los muebles o sufría arranques de agresividad. Todo era más calmado hasta el punto de quitarle la camisa de fuerza y darle la oportunidad de salir al jardín a tomar el sol y relacionarse con otros pacientes.—Vamos a salir de aquí, muy pronto, y vamos a vengarnos por todo el daño que nos han causado, Angélica. Pero tienes que ser muy inteligente como hasta ahora, tienes que controlar el cambio de enfermería, buscar un punto ciego y cuando menos se lo esperen podremos dejar este lugar —murmuró viéndose al espejo.Angélica miraba a la pequeña rubia en su lugar, aquella imagen que ella convirtió en su otro yo. La imagen que de una u otra manera fue su compañía en los peor
Ryan se quedó de una pieza al escuchar las palabras de su esposa y el helado de mango que tanto trabajo le había costado hacer terminó derramándose sobre el piso cuando él dejó caer el vaso. —¿Natalia? —preguntó aturdido—. ¿Nuestra Natalia? —repitió. Emma apretó los labios en una fina línea. Ella adoraba, amaba cuando Ryan se ponía divertido, pero aquella madrugada, aquella madrugada era totalmente distinta y el dolor que nacía en su bajo vientre y corría hasta su columna vertebral, le hizo gritar: —¡Claro que es nuestra Natalia y si no te das prisa, espero que estés preparado para recibirla tú! —Emma se dobló por el dolor, una mano se aferró a su vientre y la otra a la mano del sillón. —¡Cielos, porque tiene que ser tan madrugadora! —expresó Ryan mientras corría de un lado a otro sin llegar a ningún sitio. Emma quería enfadarse y gritarle, no obstante, dejó escapar una risita tonta, entre el llanto y la diversión. —¡Ryan, ve por la maleta de la niña, debes llevarme al hospital!
Clarise miró a Richard, el hombre estaba obsesionado por Natasha Jones y ella no entendía la razón.—Haré todo lo que me pidas, Richard, puedes estar seguro de eso, no obstante, me gustaría saber la razón por la que haces todo esto —preguntó con calma.Richard la miró por un largo y silencioso momento, se encogió de hombros. Clarise pensó que no iba a responder al verlo caminar de un lado a otro.—Cuando la conocí, me pareció la mujer más hermosa que jamás había visto. Era hermosa, risueña, casi parecía un ángel. Me enamoré perdidamente de ella, ni siquiera podría explicar el cúmulo de emociones que me recorrió el cuerpo aquel día —confesó.—¿Qué fue lo que pasó? —preguntó.—Ella no se fijó en mí, ni siquiera pude acercarme a ella lo suficiente para conocerla mejor, pero a partir de aquel día empecé a seguirle los pasos. Quería que en algún momento ella se diera cuenta de que estaba ahí, de que estaba esperándola.—Algo que nunca pasó —concluyó Clarise.—Estaba casado con la madre de
«El amor no es sacrificio, Emma, el amor es una combinación perfecta de afecto y compañerismo», Emma no pudo olvidarse de las palabras de su tío.Le dolía el corazón profundamente al saber que estaba marchándose con el corazón herido. Emma ni siquiera podía imaginar lo que era amar en secreto a una persona por tanto tiempo. Ella sin duda no podría hacerlo.Su mirada se deslizó sobre la figura de Ryan, mientras sostenía a Natalia en sus brazos y le cantaba una nana para hacerla dormir aquella primera noche en casa. Y, en definitiva, ella no podría vivir amando a Ryan sin decirle todos los días que era su amor. Ella jamás podría concebir una vida en la que él no estuviera.—Se ha quedado dormida —anunció Ryan acercándose a la cuna y depositando el pequeño y frágil cuerpo de su hija en el suave colchón.—Pues yo me habría dormido también, cantas bonito —le dijo palmeando el lugar vacío en la cama.—No voy a discutir eso contigo, un día me dices que lo hago horrible y al siguiente me lanz
Los siguientes dos días, tanto Emma como Michael se ocuparon de la contratación del nuevo rostro de la compañía, mientras Ryan cuidaba de Natalia, los días que no iba a la joyería. En mutuo acuerdo habían llegado a la conclusión de dejar a Melisa a cargo de las dos tiendas y Ryan solamente se ocupaba de que no sucediera nada ilícito. Porque él quería dedicarse a su hija y su esposa, tenía dinero suficiente para hacerlo, pero jamás se atrevería a frenar la carrera de Emma, por lo que, en días como estos, era él quien venía de visita con Natalia.—¡La princesa quiere ver a mamá! —exclamó Ryan entrando a la oficina de Emma.—¿Solamente la princesa? —cuestionó Emma mientras se ponía de pie y salía detrás del escritorio para reunirse con sus amores.—Tu marido también te echa de menos, así que estaba pensando en mudarme a la oficina —bromeó.—Tonto —dijo Emma en medio de una sonrisa mientras le daba un beso en los labios para luego tomar a Natalia en sus brazos y dejarle un beso sobre la p
Michael sintió como si le hubiesen echado un baldazo de agua fría sobre el cuerpo, tomó la foto entre sus manos y apretó los dientes con impotencia preguntándose, ¿Cómo había llegado esa foto a su oficina? ¿Qué es lo que pretendían con enviarla? Tantas preguntas que rondaban su cabeza y para las cuales Michael solo podía encontrar una respuesta. ¡Richard Lewis! Ese había sido su modus operandi en el pasado justo antes del secuestro de Emma.Un nuevo escalofrío recorrió su columna vertebral, sintiendo como si el aire se le cortaba y sus pulmones luchaban por una bocanada de oxígeno. Era la sensación más espantosa que solamente había experimentado en el pasado. Saber a su esposa y su preciosa nieta en peligro era demasiado para él.Michael se llevó una mano al pecho al sentir que su corazón palpitaba de manera acelerada. El dolor se extendió por su brazo izquierdo y la sensación de ahogamiento lo abrumó. De manera torpe se aflojó la corbata y abrió los primeros botones de su camisa mien
Natasha miró a Michael, estaba dormido y tenía varios cables conectados a su cuerpo, ella respiró profundo antes de levantarse de la silla y dirigirse a Emma y Ryan.—El doctor dijo que Michel no despertará en algunas horas, vayan a casa Emma…—No voy a dejarte sola mamá, y menos con el peligro que nos acecha —interrumpió Emma abruptamente las palabras de su madre.—Llévala a casa, Ryan, este no es un lugar para Natalia, antes de pensar en nosotros, tienes que pensar en tu hija, Emma. Natalia es el tesoro de la familia Collins —dijo Nat acariciando la cabecita de la niña que estaba dormida en brazos de su madre—. Tengo miedo que sea ella el objetivo. Por favor, Emma, no me hagas más difícil este trago amargo por el cual estamos pasando. Cuídate, cuida de tus hermanos y de nuestra niña —añadió Natasha mostrando un rostro tan serio que Emma ya no se atrevió a replicar.—Estaré de regreso mañana —prometió Emma.—Si no es necesario, no vengas —pidió.Emma asintió para no llevarle la contr
Emma esperó unos breves segundos a que la mujer apartara la mirada de su marido, no obstante, Aranza continuaba mirando a Ryan de una manera muy extraña, hasta el punto que sus ojos se cristalizaron.—Sé muy bien que mi marido es digno de admiración, pero considero que es una falta de respeto que lo hagas delante de mí —soltó Emma haciendo que Aranza bajará el rostro de inmediato.—Lo siento, señora Black, no volverá a repetirse —expresó la mujer rápidamente.Emma frunció el ceño ante la manera que Aranza lo había llamado.—¿Cómo sabes el apellido de mi esposo? —preguntó mirándola fijamente.—Eh, yo… He leído algunos artículos de revistas financieras, además sus joyerías han ganado un lugar privilegiado en el mercado. Soy modelo, tengo que saber —respondió con voz ronca y un inglés mal pronunciado y, aun así, Emma sabía que esa mujer no era extranjera, lo que incrementó sus sospechas.—Supongo que tiene razón —convino Emma mientras su cabeza tejía los hilos para unir las piezas del ro