**Lorna** Al marcharse Elizabeth, mi padre subió las escaleras todo endiablado y rojo de la furia gritando el nombre de mi madre que estaba descansando en su recámara. Yo lo seguí sin entender nada todavía, pero lo que sí sabía era que todo tenía que ver con los documentos que leyó hace un rato. —¡Dónde está Louise! ¡Traiganlo ahora! —empezó a gritar muy furioso. Mi madre salió de la habitación toda aturdida por los gritos sin saber qué pasaba mientras que yo seguía en shock temiendo lo peor.—¡Lucrecia, ven al estudio! —bociferó él abriendo la puerta del estudio abruptamente. Mi madre fue tras él asustada y yo me quedé detrás de la puerta escuchando los gritos que provenían de adentro. —¡Lucrecia! ¿¡Qué significa esto!? —lo escuché gritar. Y me imagino que le está mostrando esos papeles —¿¡Has gastado toda esa cantidad de dinero!?. —No sé de qué hablas, cariño, yo...—¡De esos papeles enviados del maldito banco! —gritó, y escuché un golpe como si le fuera pegado al escritorio —
**Elizabeth** Al llegar a la mansión, un Callum preocupado escaneado mi cuerpo de pies a cabeza me recibió. Sonreí negando con la cabeza por su cara inquieta e impaciente.—Salí ilesa —sonrío, acercándome a él para abrazarlo muy fuerte. Me fui solo como una media hora y ya lo extrañaba —¿Lo ves? Estoy bien. Me sujeta de los hombros y se separa para verme a la cara y buscar cualquier falla emocional. Pero seguí sonriendo. —Tenía miedo —me abraza cuando termina el escaneo —¿No te insultaron? ¿Que te dijeron? ¿La pasaste mal?. —Oye, cálmate —me vuelvo a separar para tomar su rostro entre mis manos —. Todo estuvo bien, no hay nada de qué preocuparse, ¿De acuerdo?. —¿Me vas a decir lo que hiciste? —inquirió, mirándome. —Lo que tenía que hacer —suspiro con alivio —. Mi padre en estos momentos debe de estar volviéndose loco. Hubieras visto su reacción, nunca lo había visto así, créeme. —Hagas lo que hagas, eso no será suficiente, eso no compensará todo lo que te han hecho, Eli —frunce
**Callum**Subí las escaleras dejando a Elizabeth con esa mujer abajo acudiendo al llamado de mi padre. Ya era suficientemente incómodo estar en la mesa que todos ellos, pero por lo menos Elizabeth se veía animada. Solo por esa razón me permití quedarme. Avanzo por el pasillo para llegar al despacho de mi padre, pero antes de que diera con la puerta para girar la perilla, escucho la voz de Asher provenir de ahí. No quería escuchar la conversación que tenían, quería entrar, pero al escuchar el nombre de mi madre, me detuve. —¿Cuando le vas a decir la verdad? Nos odia porque piensa que somos unos intrusos —esas fueron las palabras de reproche de Asher hacia mi padre —. ¿No te da pena por mi madre? Le ocultas la verdad a tu hijo dejándonos a nosotros como los villanos, mi madre tiene que ser señalada como tu amante mientras tú ocultas lo que hizo tu difunta esposa. ¿Crees que es justo para nosotros?. ¿De qué demonios hablan?. —Justo quiero hablar de eso con él, pero temo su reacción.
***La noche golpea el día dándole paso a la luna brillante. Los ojos de Lucrecia recorren la mansión antes de salir sin ser vista por nadie tomando un taxi estando afuera de esos grandes muros de concreto. Suspira con alivio mirando la hora en su celular. No tiene que tardar mucho para no levantar sospechas. Vuelve a revisar que la cantidad de dinero sea la estipulada después de haber venido algunas de sus joyas. Era correcta. Solo tiene que hacer lo mismo de siempre, entregar el dinero, y volver. El taxi se estaciona a pocos metros de la vieja casa donde Lucrecia poco después de pagar, entra. Mira a todos lados antes de ingresar, pero cuando la puerta se cierra, un hombre vestido de negro sale de la oscuridad sosteniendo una cámara en sus manos. Captó justo el momento exacto cuando entró, y tiene memorizado el lugar donde según la versión que le dieron, debía de vivir el hombre que Lucrecia frecuenta a escondidas. —No tengo más joyas para vender —Lucrecia deja de mala gana la c
*** Elizabeth. Cuelgo el teléfono con una gran sonrisa después de haber escuchado todo lo que me contó Kate. Todo en la mansión Jones es un caos total. Están sufriendo. Se están pudriendo en la desesperación. Mi padre debe de estar volviéndose loco al igual que Lucrecia al darse cuenta que no sirvió de nada guardar ese secreto durante años para terminar así de miserable.Solo debo dar el golpe final a todo esto y estaré más tranquila. Justo en este momento el auto que Raúl preparó para mí, está esperándome afuera. El último golpe será enfrentar a mi padre, pero antes de eso, tengo que destruirlo por completo. Y justo estoy de camino en busca de mi pieza de ajedrez. Me embarco en el auto y este se pone en marcha. Ir allí es peligroso, es un barrio marginado, pero tengo a Raúl conmigo y ese escolta que Callum contrató para mí. No niego que estoy nerviosa. Me veré cara a cara con el hombre que le quitó la vida a mi madre justo después de yo nacer. Y desde ese momento empezó mi infi
***Mi mente estaba serena esperando el momento para volverse un caos. Cada paso que daba adentrándome en el jardín era un paso más a mi victoria, lista para dar el golpe final. Raúl se mantiene detrás de mí avanzando a mi paso tranquilo pero nervioso. Todo está bien, solo falta poco, un poco más y serás libre. Me decía a mí misma dándome valentía. Suspiro manteniendo la calma cuando me detengo en medio del jardín viendo la mesa donde está sentado mi padre moviendo su pie en modo de impaciencia. Ya se me es raro cuando quiero reunirme con él, y acepta de inmediato sin dudarlo. Seguramente esta vez aceptó para pedirme algo a cambio. —Papá —capto su atención de inmediato. Se gira hacia mí y me sonríe. No veo a un hombre empoderado como antes, ni deslumbrante, ni arrogante. Todo lo contrario, se ve acabado, decaído, las bolsas de las ojeras que lleva son notorias, se ve bastante melancólico. El día de ayer armé mi plan final, y este no debe fallar. Me enteré por Kate que mi padre n
*** El silencio en el despacho de Enzo era sepulcral. Él se encontraba sentado en una silla sirviendo la sexta copa de whisky para seguidamente beberla de un trago. El hombre estaba destruido. Su mente se encontraba en una neblina oscura sin fin que lo atormentaba llenándolo de recuerdos. De cuando golpeaba y gritaba a su hija pequeña, su verdadera hija. De la muchas veces que le dio la espalda para estar con su esposa y sus supuesto hijos que terminaron siendo falsos. Cada palabra, cada acción, cada grito, se hacen lentamente presentes en su dañada cabeza. Al hombre ya no le importa nada, porque en sí, ya no le quedaba nada ni nadie. Ni la mujer que amaba, ni a su hija, ni su fortuna. Todo se esfumó en un santiamén dejándolo hundido en un pozo oscuro de una desesperación interminable. Toda su vida vivió creyendo que tenía una familia perfecta, cuando en realidad tenía hijos falso, y una mujer que mató al amor de su vida por celos. ¿Qué más se espera de una vida tan miserable? So
***—¡Asesino! —eran las palabras llenas de dolor y odio que Lorna le gritaba a su padre esposado, el cual estaba siendo llevado por agentes de policía —¡Eres un maldito asesino! ¡La mataste!. El hombre no decía nada. Su mirada estaba vacía, como si no estuviera cuerdo. Miraba como su hija era tomada de ambos brazos por Louise para calmarla porque quería lanzarse encima del hombre y matarlo. La policía fue informada minutos después de que se llevaran a Lucrecia al hospital, y como la mujer murió por los golpes propinados por su marido, lo llevaron detenido. Enzo ni siquiera puso resistencia, simplemente le leyeron sus derechos y se dejó esposar. —¡Cálmate, Lorna! —le grita su hermano, sacudiendo sus hombros para que reaccione —¡Ya se lo llevaron! ¡Cálmate!. —¡Mató a nuestra madre! —exclama, con los ojos rojos de tanto llorar —¿¡No te importa!? ¡Está muerta! ¡Mi madre está muerta!. —¡Ha no hay nada que hacer! —proclama, soltando su agarre —¿¡Qué quieres que haga!? ¡Se murió!. Lor