***La noche golpea el día dándole paso a la luna brillante. Los ojos de Lucrecia recorren la mansión antes de salir sin ser vista por nadie tomando un taxi estando afuera de esos grandes muros de concreto. Suspira con alivio mirando la hora en su celular. No tiene que tardar mucho para no levantar sospechas. Vuelve a revisar que la cantidad de dinero sea la estipulada después de haber venido algunas de sus joyas. Era correcta. Solo tiene que hacer lo mismo de siempre, entregar el dinero, y volver. El taxi se estaciona a pocos metros de la vieja casa donde Lucrecia poco después de pagar, entra. Mira a todos lados antes de ingresar, pero cuando la puerta se cierra, un hombre vestido de negro sale de la oscuridad sosteniendo una cámara en sus manos. Captó justo el momento exacto cuando entró, y tiene memorizado el lugar donde según la versión que le dieron, debía de vivir el hombre que Lucrecia frecuenta a escondidas. —No tengo más joyas para vender —Lucrecia deja de mala gana la c
*** Elizabeth. Cuelgo el teléfono con una gran sonrisa después de haber escuchado todo lo que me contó Kate. Todo en la mansión Jones es un caos total. Están sufriendo. Se están pudriendo en la desesperación. Mi padre debe de estar volviéndose loco al igual que Lucrecia al darse cuenta que no sirvió de nada guardar ese secreto durante años para terminar así de miserable.Solo debo dar el golpe final a todo esto y estaré más tranquila. Justo en este momento el auto que Raúl preparó para mí, está esperándome afuera. El último golpe será enfrentar a mi padre, pero antes de eso, tengo que destruirlo por completo. Y justo estoy de camino en busca de mi pieza de ajedrez. Me embarco en el auto y este se pone en marcha. Ir allí es peligroso, es un barrio marginado, pero tengo a Raúl conmigo y ese escolta que Callum contrató para mí. No niego que estoy nerviosa. Me veré cara a cara con el hombre que le quitó la vida a mi madre justo después de yo nacer. Y desde ese momento empezó mi infi
***Mi mente estaba serena esperando el momento para volverse un caos. Cada paso que daba adentrándome en el jardín era un paso más a mi victoria, lista para dar el golpe final. Raúl se mantiene detrás de mí avanzando a mi paso tranquilo pero nervioso. Todo está bien, solo falta poco, un poco más y serás libre. Me decía a mí misma dándome valentía. Suspiro manteniendo la calma cuando me detengo en medio del jardín viendo la mesa donde está sentado mi padre moviendo su pie en modo de impaciencia. Ya se me es raro cuando quiero reunirme con él, y acepta de inmediato sin dudarlo. Seguramente esta vez aceptó para pedirme algo a cambio. —Papá —capto su atención de inmediato. Se gira hacia mí y me sonríe. No veo a un hombre empoderado como antes, ni deslumbrante, ni arrogante. Todo lo contrario, se ve acabado, decaído, las bolsas de las ojeras que lleva son notorias, se ve bastante melancólico. El día de ayer armé mi plan final, y este no debe fallar. Me enteré por Kate que mi padre n
*** El silencio en el despacho de Enzo era sepulcral. Él se encontraba sentado en una silla sirviendo la sexta copa de whisky para seguidamente beberla de un trago. El hombre estaba destruido. Su mente se encontraba en una neblina oscura sin fin que lo atormentaba llenándolo de recuerdos. De cuando golpeaba y gritaba a su hija pequeña, su verdadera hija. De la muchas veces que le dio la espalda para estar con su esposa y sus supuesto hijos que terminaron siendo falsos. Cada palabra, cada acción, cada grito, se hacen lentamente presentes en su dañada cabeza. Al hombre ya no le importa nada, porque en sí, ya no le quedaba nada ni nadie. Ni la mujer que amaba, ni a su hija, ni su fortuna. Todo se esfumó en un santiamén dejándolo hundido en un pozo oscuro de una desesperación interminable. Toda su vida vivió creyendo que tenía una familia perfecta, cuando en realidad tenía hijos falso, y una mujer que mató al amor de su vida por celos. ¿Qué más se espera de una vida tan miserable? So
***—¡Asesino! —eran las palabras llenas de dolor y odio que Lorna le gritaba a su padre esposado, el cual estaba siendo llevado por agentes de policía —¡Eres un maldito asesino! ¡La mataste!. El hombre no decía nada. Su mirada estaba vacía, como si no estuviera cuerdo. Miraba como su hija era tomada de ambos brazos por Louise para calmarla porque quería lanzarse encima del hombre y matarlo. La policía fue informada minutos después de que se llevaran a Lucrecia al hospital, y como la mujer murió por los golpes propinados por su marido, lo llevaron detenido. Enzo ni siquiera puso resistencia, simplemente le leyeron sus derechos y se dejó esposar. —¡Cálmate, Lorna! —le grita su hermano, sacudiendo sus hombros para que reaccione —¡Ya se lo llevaron! ¡Cálmate!. —¡Mató a nuestra madre! —exclama, con los ojos rojos de tanto llorar —¿¡No te importa!? ¡Está muerta! ¡Mi madre está muerta!. —¡Ha no hay nada que hacer! —proclama, soltando su agarre —¿¡Qué quieres que haga!? ¡Se murió!. Lor
[***]Louise se inclina logrando poner sus rodillas en el verde pasto. Sus ojos se nublan por las lágrimas al dejar esas rosas blancas en las lápidas de su hermana y su madre. Las lágrimas empiezan a caer en ese duro pedazo de concreto que lo separa de sus seres queridos. Golpea con fuerza las lápidas logrando asomar sangre en sus nudillos. Hace unos días atrás, una mañana después de haber llegado borracho, encontró a su hermana colgada del candelabro sin vida. Asumió una segunda pérdida, y como si la vida no fuera lo suficientemente cruel, fue una pérdida seguida de otra. Dos golpes certeros para destruirlo por completo.Solo recuerda haberle gritado a su hermana la última vez que la vio, y ya al día siguiente la encontró muerta. Era una devastadora situación que muy pocas personas podrían soportar. La noticia de la desgracia Jones no dudó en esparcirse por los medios. El esposo asesina a su esposa a golpes, es llevado a la cárcel por sus actos delictivos, y esa misma noche su hij
***Hoy era un día hermoso para salir de compras con Callum. Teníamos tiempo que no la pasábamos tan bien por todo lo que había ocurrido las últimas semanas. Y justo hoy, donde la primavera nos vuelve a sonreír, decidimos tomar este día para los dos. —¿Te gusta el de flores? —le pregunté, modelando para él un vestido blanco con flores amarillas muy primaveral —¿O prefieres el anterior?. —Ambos me gustan —confirma, mirándome de pies a cabeza —. Quiero los dos. Le sonrío volviendo al vestidor. No ha habido alguno que no le guste, excepto el que tenía una escote de encaje en mi espalda. Cuando salgo nuevamente ya vestida como mi ropa casual, no lo veo sentado en el sofá, sino hablando con la mujer de la boutique. Ella asentía a todo lo que decía, movían sus labios, pero no podía escuchar nada. Justo en ese momento mi cara se pone roja al ver las prendas de lencería que trae la mujer en sus manos. Se las enseñó a Callum, y este las escogió casi todas. Entre ellas unas color rojo, y o
[***]—¿Cómo te llamas? —la pequeña niña que merodeaba por el parque se detuvo a preguntar al niño que yacía en el suelo hecho un ovillo —¿Estás jugando?. No le contesta, solo se levanta del suelo sacudiendo la arena de sus pantalones listo para irse sin darle importancia a la chiquilla curiosa. —¡Espera! —ella lo sigue —¿Quieres jugar conmigo?. —No. Vete —contesta por fin, avanzando sin darle interés. —¿Como te llamas? —sigue sus pasos dando pequeños brincos —¿Vienes a jugar aquí también?. —Oye, niña —el chico se detiene, irritado —¿Vas a seguirme todo el camino? Eres molesta, desaparece. Al decir eso, retoma su camino de nuevo, pero frena en seco cuando escucha los sollozos de una niña. Se voltea, y la niña de hace un momento estaba llorando. —¿Qué...? —reacciona confuso —¿Estás... llorando?. —Eres malo —gimotea, y corre hacia el parque de nuevo. Se esconde en una pequeña casa de madera donde los niños suelen jugar. El chico suspira y la sigue dando con ella en su escondite