Definitivamente, estos dos rompieron todas las cláusulas, y están jugando con fuego, no olviden las reseñas.
Cuando finalizaron la melodía, Elsa y Myriam aplaudieron. —Nuestro turno —advirtió Elsa, bebió un sorbo de tequila y solicitó un tema. Las notas de «A quién le importa by Thalia» se escucharon en las bocinas. Elsa tomó el micrófono y jaló a Myriam a bailar con ella y corear el tema. Las chicas contoneaban sus caderas, y bailaban con sensualidad. Gerald bebía su tequila y no dejaba un solo instante de mirar a Myriam, sonreía al escucharla corear: «¿A quién le importa lo que yo haga? ¿A quién le importa lo que yo diga? Yo soy así, y así seguiré, nunca cambiaré» —Ojalá nunca cambies —susurró él. Luego de que Elsa finalizó su presentación, Myriam que ya había bebido dos copas más mientras cantaban se armó de valor y solicitó un tema: «De mí enamórate by Daniela Romo» Empezó a moverse con lentitud y sensualidad frente a su novio, se mordió los labios, y empezó a entonar el tema con su dulce y melodiosa voz. El corazón de Gerald se estremeció al oírla, puso toda su atención a
Gerald bebió un sorbo de vino, y por primera vez, no tuvo una respuesta, frunció el ceño. —No sé qué vi en ella —expresó con sinceridad—, la conozco desde que éramos niños, su papá era la mano derecha del mío, Bianca era una niña muy dulce, me agradaba su compañía. —Suspiró—, con el tiempo Isis empezó a trabajar en la empresa, y sedujo a mi padre, mi abuelo que era muy sabio me dijo que no debía juzgar a Bianca por los errores de su hermana, y la seguí tratando, salíamos al cine, a la discoteca, a comer, la pasábamos bien —relató y observó a Myriam a los ojos—, un día le propuse ser mi novia, y me rechazó, pensé que, porque no quería perder la amistad que durante años consolidamos, pero no fue así. —Bebió otro sirvo de vino—, me dejó por un hombre mayor con más dinero, y me decepcionó. —Frunció los labios—, creo que al igual que tú, me refugié en Bianca, confundí el amor con la ilusión, luego de eso decidí no tener pareja estable, la mayoría de mujeres de mi círculo solo buscan homb
Myriam bajó de la cómoda, y con absoluta sensualidad se dirigió hacia el lecho, su verdosa mirada lo observaba con un brillo especial. Gerald enfocó sus ojos en ese cuerpo de curvas perfectas, puso toda su atención en sus voluptuosos senos, en sus amplias caderas, inhaló profundo para contener sus deseos y no irse encima de ella como un animal en celo. —Eres perfecta —susurró él. Myriam sonrió al escucharlo, con sensualidad subió a horcajadas encima de él, entonces tomó los labios de Gerald en un apasionado beso, y a pesar de que él aún traía la ropa puesta, pudo sentir como por debajo de sus pantalones su erguido falo punzaba en su humedecido sexo. Myriam restregaba sus caderas en el miembro de él, y lo escuchaba gruñir y respirar agitado, sus labios besaron su cuello, guardando en su boca y en su memoria su aroma tan varonil a cedro. Luego ella se dio a la tarea de empezar a despojarlo de las prendas, pero fue el propio Gerald, el que se puso de pie y se desnudó. Los lab
Los amplios jardines de la mansión Lennox estaban decorados con rosas rojas y blancas, sillas vestidas de dorado y azul, estaban acomodadas en hileras frente al altar. El sitio donde los novios contraerían nupcias estaba adornado con cortinas de seda blancas y flores del mismo tono. Desde temprano los organizadores ultimaban detalles. Anne fue por la novia, golpeó la puerta de la habitación de Gerald. —¿Quién? —indagó él, aún somnoliento, aferrado al cuerpo de su futura esposa. —Vine por la novia, no puedes verla antes de la boda —replicó al otro lado de la puerta. —¿Puedo pasar? ¿Están vestidos, tortolitos? —indagó y carcajeó. Myriam talló sus ojos, parpadeó aún adormecida, entonces se sentó de golpe. —¡La boda! ¡Tony! —exclamó y se puso de pie. Gerald ladeó los labios, y los mordió, la recorrió con la mirada. —¿Vas a salir así? —cuestionó. Myriam se dio cuenta de su desnudez, y por instinto se cubrió. —Cierra los ojos —ordenó. Él carcajeó, divertido. —Parece
—Por favor escúchame —suplicó sollozante—. No te cases, yo sé que lo vas a hacer por despecho, y que me amas —expresó lloriqueando. Gerald negó con la cabeza, rodó los ojos. —Bianca, déjame en paz —solicitó con firmeza—, además yo jamás dije que te amaba —refutó hablando con voz fuerte—, yo no te amo, de la única persona de quien estoy enamorado es de Myriam Bennett —declaró. —¡No es cierto! —gritó Bianca. —¡Mientes! —lloró con desespero—, si te casas con Myriam, yo… Acabaré con mi vida, y todo será tu culpa. Gerald sintió un escalofrío, jamás imaginó que Bianca tuviera esos alcances, pero no iba a caer en sus chantajes.—No voy a caer en tus juegos —enfatizó—, no me molestes más. —Colgó la llamada, y sacudió su cabeza. *Faltaban diez minutos para las doce del día, Gerald bajó al jardín para recibir a sus invitados. La mirada de Helena se iluminó al verlo, y su corazón se estremeció, entonces le pidió a Anne que empujara la silla de ruedas hacia donde estaba su hijo. —Te ve
Todos los periodistas enfocaron su atención en la joven y empezaron con un interrogatorio, Noemí respondió con la verdad. —Yo he sido pareja de Raymond desde que él echó a mi hermana de su vida —confesó—, es todo lo que puedo decir, ese hombre no se merecía a Myriam, me alegro de que ella ahora sea feliz con alguien que en verdad la ama, y que mi sobrino tenga una familia, eso es lo que debe importar, nada más. —Giró y se alejó a toda prisa, desapareciendo de la mansión. Myriam suspiró profundo, y por primera vez su corazón se emocionó ante un gesto de Noemí, que jamás ella imaginó que tendría, rogó porque algún día su hermana fuera feliz, y encontrara un amor. Los periodistas ya no hicieron más preguntas, y se retiraron, entonces la fiesta comenzó. Myriam aún seguía tensa, pero los fuertes brazos de su esposo la cobijaron para darle valor. En horas de la noche la pareja se despidió de Anne y Helena. —Les encargamos mucho a Tony, cualquier cosa nos llaman —solicitó Myriam, b
Gerald llegó al hospital y subió al piso en donde tenían internada a Bianca, al salir del elevador un montón de periodistas lo acribillaron con preguntas. —¿Es cierto que la señorita Bianca lo hizo por despecho? ¿Por qué está aquí interesado por ella y no con su esposa? —Fueron varias de las preguntas que escuchó y que él no respondió. Observó a los periodistas con profunda frialdad, y se abrió paso en medio de ellos, se acercó a Isis. —¡Por tu culpa! —gritó ella sollozando y lo golpeó en el pecho. Los recuerdos de la adolescencia, y la culpa que cargaba luego de la muerte de Henry se agolparon en su mente, no podía cargar con otra muerte en su conciencia, aunque lo de Bianca no era culpa suya, sin embargo, no dejaba de sentir ese sentimiento que lo atormentaba. —Ella lo hizo por voluntad —refirió con voz seca. —Porque la despreciaste, te casaste con esa mujerzuela, arribista e interesada. —¡Cállate! —rugió Gerald iracundo—, a mi mujer la respetas, no voy a permitir que
En industrias Wilson un gran caos se vivía. En la sala de juntas, varios gritos retumbaban en las paredes. —Esta empresa se está cayendo en pedazos, y tú: Raymond, metido en líos de faldas —gritó arrugando la frente: Jacob Wilson, el padre de Ray, soltando sobre la mesa el diario donde se había publicado las declaraciones de Noemí. —Eso que publicaron no es cierto —balbuceó ceñudo—. Myriam y Noemí siempre han estado enamoradas de mí —aseguró. —Deja de mentir —gruñó Kendra—, te he justificado muchas cosas, porque eres mi único hijo, pero yo, vi muchas veces a Noemí saliendo del edificio en el que vivías con Myriam. ¿Cómo pudiste? —cuestionó negando con la cabeza. Raymond apretó los puños y vociferó. —Ustedes querían tanto un nieto —rugió—, y yo le exigí a Myriam que me diera un hijo, sin importar la manera en la que lo consiguiera —declaró al verse perdido. —¿Qué? —rugió Jacob, sintiendo un hormigueo en su brazo izquierdo. —¿Cómo pudiste llegar tan bajo? Ray se llevó las ma