CAPÍTULO 55

Mientras caminaba a su encuentro puse mi mascara de que nada me importaba, solo yo. Massimo se puso de pie cuando llegue a la mesa situada al fondo donde nos daría la privacidad para hablar de lo que quisiera

—Buenas noches— mi voz salió serena.

Y era un logró porque lo menos que me sentía era serena. Corrió mi silla invitándome a tomar Asiento. Al menos algunas cosas no cambian me dije a mi misma. La caballerosidad de Massimo fue una de las cosas que me gustaron cuando lo conocí. Hizo una seña y un camarero se acercó hasta nosotros y se escondió detrás de la carta

—Bienvenidos a sesto canto —comenzó el camarero —Puedo tomar su orden

—Tomé la del señor— dije tomando la carta y mirando el menú.

—De entrada, los canapés de calabacín —escuche a Massimo decir —y tomare el risotto

—¿Algún vino? ¿postre de preferencia? — pregunto

—Un tinto joven —respondió —y preferiría al finalizar un café solo —baje la carta y lo mire detenidamente. Ahora llevaba un traje negro de tres piezas que le daba
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