CAPÍTULO 61

El auto recorre las principales calles de Palermo mientras Conte y Leónidas van en frente en silencio.

Mi móvil suena y sin mirar descuelgo

—¿Si? —Sigo mirando por ventanilla de la camioneta

—Señorita Lombardi. Soy Lazo y tengo días tratando de hablar con usted

—Dígame—dije al saber que era mi abogado, además él se había encargado de defender a mi padre

—Ayer recibí una notificación del reclusorio donde denegaron la petición de su padre en cuanto a su estado de salud —cerré mis ojos y alejé las ganas de gritar que tenia de repente

—No sé qué decirle lazo—respondí en voz baja—Mi padre está enfermo, pero si eso no es suficiente, no sé qué hacer—fui sincera

—Apelaremos ante el juez y veremos que sucede, pero eso podría tardar meses—me dijo

—Haga lo necesario—insistí—¿Algo más?

—Quería saber cuándo puedo verla para que firmemos su testamento. Hace tres meses lo tengo hecho y usted no ha venido a que concluyamos ese asunto—es cierto, con lo sucedido con mi padre me olvide de eso

—Lo sé—dij
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