Elizabeth Romano.Estos meses han sido más complicados de lo usual, el embarazo sumado a la enfermedad de mi abuelo.Él me pidió que me encargara de la empresa porque no puede hacerse cargo como quisiera, Ricardo está muerto y Ro en prisión, por lo tanto, soy la única Romano que queda.Aunque también está Flavia, pero mi abuelo insistió y no pude negarle nada.Raúl me ha enseñado poco a poco, agradezco toda la paciencia que me ha tenido. En verdad, es muy buen profe.La matemática nunca fue uno de mis fuertes, pero he aprendido mucho y él es muy persistente, cada vez que digo que no, él me recuerda que no todos nacimos sabiendo. Hasta ahora nunca se ha rendido conmigo.Me estoy preocupando porque cada vez falta menos para la fecha en la cual deben nacer los niños. Tengo todo listo, pero no estoy preparada emocionalmente, ni siquiera defino el nombre del segundo gemelo.— Ya no puedes ni bailar, ¿eh, Elizabeth? —se burló Raúl por décima vez de mi estómago. En este tiempo he descubierto
Rodrigo Montalban Me sorprendí cuando me pidieron que fuera a la dirección. No creía tener problemas porque últimamente me había comportado bien.Tengo deseos de asesinar a alguien luego de saber que me condenaron injustamente. Quise morir cuando escuché la sentencia de diez años, pero no he formado ninguna pelea.Diez años, sin mi Elizabeth y sin mis hijos. Antes de ese castigo, prefiero la muerte, pero soy consciente de que si muero iré al infierno debido a que fui una basura y nunca más veré a mi ángel.No importa lo que tenga que sufrir, debo aguantar por ellos. Algún día saldré y veré esos ojos hermosos color cielo, tocaré esa piel de porcelana y volveré a probar esos labios que son mi adicción.La esperanza de volver a verla es lo único que me queda.Cuando entré a la dirección, la directora me informó que tenía una llamada.Nunca me habían llamado en la dirección. Estaba desconcertado y aterrado; solo esperaba que Ellie y mi madre estuvieran bien.—Ro —pronunció Camilo, mi me
Elizabeth Romano—Quiero que los niños y tú vivan con nosotros —me pide mi abuelo por décima vez en el día.No me gusta contradecirlo, pero no quiero volver a esa casa en la cual viví un infierno. Tampoco se me antoja pelear con mi ex suegra todo el tiempo. Sobre todo ahora que tengo dos bebés.—Por favor, Ellie, te juro que Lucrecia no te molestará. De hecho, ella en un viaje. Tu casa es muy pequeña, amor; no hay espacio para los gemelos. Debes entender que todo lo que yo poseo es de ustedes. Solo intentémoslo un tiempo, hazlo por mí —me dice, su voz suplicante y llena de ternura.—Ya entendí de quién heredé lo chantajista. Te amo, abuelo —respondí, sonriendo.—¿Funciona? —pregunta, con una sonrisa astuta.—Está bien, abue —cedí, acercándome para darle un abrazo.Fuimos interrumpidos cuando los bebés comenzaron a llorar. Estos pequeños se han puesto de acuerdo para acabar con mi sueño. Apenas cerré los ojos en la noche, comenzaron a llorar.Bueno, en realidad no los dos, pero es lo
Elizabeth Romano.Me despertaron en medio de la noche los gritos de mi madre. Cuando abrí los ojos, noté que ella estaba llorando, su rostro reflejaba una desesperación que me golpeó como un puñetazo en el estómago.Todo ha ocurrido demasiado rápido, aún me parece un sueño o más bien una pesadilla. Ella no necesita decir nada para que yo lo entienda. En pocos segundos, comenzaron a brotar lágrimas de mis ojos.—¡No, mamá! —grité, sintiendo cómo mi mundo se desmoronaba.—Lo siento, mi amor, tu abuelo… —comenzó a decir, su voz quebrada.—¡No es cierto! ¡Él estaba bien hace unas horas! —protesté, aferrándome a la esperanza.—Casandra lo acaba de revisar, amor. Murió dormido —explicó, abrazándome.Sin siquiera vestirme, salí prácticamente corriendo hacia su habitación, donde estaban Casandra y sus demás enfermeras. Me acerqué a él y le di un abrazo, su cuerpo estaba frío y sus ojos cerrados. La realidad me golpeó con una fuerza brutal.No puedo perder a mi abuelo. Él es la única familia q
Ayer leímos el testamento de mi abuelo. Me dejó como heredera de la mayoría de sus propiedades: empresas, mansiones, su avión privado, y parte de la empresa entre otras cosas. A Lucrecia le heredó una mensualidad, al igual que a mi tía Caridad y a Flavia para su sustento. También mencionó a Rodrigo, dejándole el cuarenta por ciento de las acciones de la empresa, y a mí el sesenta por ciento. A mis tías Rosalba y Eva las protegió con una cláusula para que no pudieran ser desalojadas de la casa, a menos que ellas lo desearan, y dejó un dinero para los estudios de Eva. A mis gemelos les dejó un fondo para sus estudios y acciones de sus empresas en partes iguales, reclamables al cumplir la mayoría de edad; mientras tanto, Rodrigo o yo las manejaríamos.Hasta el final, confió en que Rodrigo saldría y siempre lo consideró su nieto, incluso le dejó una carta que guardaré.En este momento, estoy celebrando con Raúl y mi madre. Ellos están felices, pero yo muy preocupada, diría que demasiado.
Elizabeth Romano. —¿Cómo dormiste, amor? —Raúl me abraza la cintura en cuanto entra a mi oficina, su voz profunda llenando el espacio. —Muy bien, ¿y tú? —respondo, sonriendo mientras siento su calidez. —Perfecto, soñé contigo toda la noche —dice, acercándose para besarme. Le devuelvo el beso por unos segundos antes de apartarme suavemente. —Raúl, debemos hablar —digo, intentando mantener la seriedad. —No quiero hablar, solo comerte a besos, Ellie —él baja sus besos a mi cuello, su aliento cálido haciendo que me estremezca. —¡Raúl, de verdad tenemos que hablar! Yo quiero ser sincera —insisto, poniendo una mano en su pecho para detenerlo. —Sé que no me amas, Ellie, pero eso cambiará. Solo quiero una oportunidad para ganarme tu corazón, sé que puedo lograrlo. ¿Qué dices? —me mira con ojos llenos de esperanza y determinación. —Quiero que sepas que mis hijos siempre estarán primero que todo —digo con firmeza, sosteniendo su mirada. —Lo sé, por eso te amo. Eres la mejor madre del
Mi madre está feliz con mi relación con Raúl, al igual que yo. Él ha sido muy detallista y romántico durante estos meses. Se ha encargado de que los niños y yo estemos felices y tranquilos, nos consiente y cuida mucho.Incluso me ha propuesto presentarme a su familia materna, pero viven lejos, por lo cual deberíamos viajar. Está muy ilusionado, planeando un viaje cuando nuestro trabajo nos lo permita.En este momento estoy con él en mi casa. No deja de besar mis labios y mi cuello. Siempre que siento que intenta avanzar más allá de los besos, lo detengo. Aún no me siento lista para tener relaciones y mi maravilloso novio me respeta.—Sabes que te amo mucho, Ellie —dice, mirándome con sus ojos llenos de ternura.—¿Ah, sí? ¿Mucho? —respondo, jugueteando con su cabello.—Demasiado, hechicera, pero debo irme. Vuelvo en la noche. Te amo.—Yo más —bese sus labios suavemente, él me sigue el beso.—Flavia te fastidia mucho, pobrecito —comento, notando su ligera sonrisa.Él ríe—. No tengo opci
Rodrigo Montalban Cuando Lila me dijo que estaba libre, creí que estaba bromeando, pero no era así. Aún no entiendo cómo lo hizo, pero ganó la apelación. No estoy del todo libre; la investigación sigue abierta y sigo siendo uno de los sospechosos. Solo gané tiempo. Puedo esperar el juicio en libertad y debo firmar todas las semanas para que la policía se asegure de que sigo en el país, pero al menos podré esperar en libertad. —No dices nada —me dice Lila cuando salimos a la calle.Lila es muy guapa, tiene el cabello oscuro y lacio, ojos verdes, es esbelta y alta. Siempre está vestida formal debido a su trabajo.—Aún me parece un sueño —dije, observándola con incredulidad.—Eres libre, Ro, y te aseguro que ganaremos el juicio. Es solo cuestión de tiempo; no tienen nada en tu contra —respondió Lila con una sonrisa segura.—Solo puedo decir gracias —me acerqué a ella y le di un abrazo, el cual ella correspondió cálidamente.Cuando se apartó de mí, llevó sus manos a mis mejillas y