Finalmente, cuando la oscuridad envolvió el palacio y la mayoría de los habitantes se retiraron a descansar, llegó el momento de actuar. Con pasos silenciosos y corazones acelerados, se dirigieron hacia la puerta trasera donde el guardia les esperaba.Al verlas llegar, el guardia les hizo una seña para que se acercaran, su rostro oculto por las sombras de la noche.—¿Segura que quiere hacer esto, princesa? —dijo en un susurro, el hombre estaba algo preocupado.Anastasia asintió segura, ya no podía retroceder, lo hecho ya estaba. Sin mirar atrás, abrió la puerta y juntas, se adentraron en las profundidades del palacio, hacia ese misterioso sótano.A medida que descendían por las escaleras hacia el sótano, Anastasia sentía un escalofrío recorrer su espalda. La oscuridad y el silencio del lugar la envolvían, aumentando su sensación de intriga y nerviosismo. A su lado, la joven sirvienta avanzaba con seguridad, mostrando una valentía que impresionó a Anastasia.El guardia les indicó que d
―No sabría decirle con exactitud, alteza ―comenzó a decir la dama.La joven le contó que cuando Anastasia se sintió mal, del fuerte dolor de cabeza que le dio, ella fue a buscar un analgésico para ese malestar, pero no pensó que se equivocaría. Igualmente, el frasco que la otra empleada le dio indicaba que eran pastillas para el dolor común, y que no se necesitaba una receta para tomarlas. Eso fue lo que Anastasia ingirió, y como no tenía malos pensamientos de que le fueran a tratar de envenenar o hacer algún daño, ella confió en su empleada.Con sus manos temblorosas, miraba a la princesa; en sus ojos se reflejaba completa sinceridad y Anastasia se dio cuenta de eso.Ya no tenía tanto frío como antes; si temblaba, era porque le preocupaba que alguien llegara y encontrara a la princesa allí, en ese lugar. Anastasia había pedido al guardia que le trajera unas prendas abrigadoras para la empleada, y ahora estaba vistiendo la ropa limpia y cálida.―Muchas gracias por la ropa, alteza ―dij
El sol comenzaba a filtrarse a través de las pesadas cortinas cuando Anastasia abrió los ojos. La ansiedad por lo ocurrido la noche anterior con aquella joven sirvienta la tenía nerviosa, con la mente ocupada en lo que podría suceder si el príncipe se enteraba antes de tiempo de la desaparición de la empleada.Anoche, al salir de ese lugar, le dijo al guardia que se hiciera cargo, que en cuanto ella regresara a su dormitorio, sacaran a la dama de ese calabozo frío y la llevaran a otro lugar, donde nadie pudiera dar con ella.Al incorporarse en la cama con el corazón encogido, sus sospechas eran palpitantes. Rhys no había ido a buscarla a la habitación; ella esperaba que él fuera o enviara a alguien para informarle sobre el viaje que le dijo que harían.Intentando calmarse, se levantó de la cama y tomó la bata de dormir que una de las damas le había dejado la noche anterior. Se la puso y luego se dispuso a salir del dormitorio real. Suspiró mientras caminaba por el pasillo, pero una de
Rhys notó la ligera tensión en el rostro de Anastasia mientras abordaban el jet real. No era usual verla así, y aunque intentaba disimularlo, sus gestos delataban una preocupación que él no podía ignorar.Una vez dentro del avión, se aseguró de que estuviera cómoda. La condujo con cuidado hasta los asientos donde ambos se sentarían, ella junto a él.—¿Quieres desayunar ahora o esperar un rato más? —preguntó con suma amabilidad.Anastasia se mordió el labio inferior antes de responder. No creía lo que estaba oyendo, tanta atención por parte de Rhys la inquietaba, pero al mismo tiempo, no podía sacar de su mente la imagen de la dama que ayudó y las posibles de que él cambie con ella cuando se entere de lo que hizo.—Voy a esperar —murmuró, tratando de sonreír para ocultar sus nervios.Rhys le dedicó una mirada penetrante, como si buscara más allá de sus palabras. Sin embargo, decidió no presionarla más por el momento.Cuando el jet comenzó a moverse, Anastasia se aferró al reposabrazos
La respuesta de Rhys dejó a Anastasia atónita. La idea de una luna de miel era completamente inesperada para ella, considerando el estado actual de su matrimonio y las tensiones que habían enfrentado desde el principio.—¿Luna de miel? —repitió, sin poder ocultar su sorpresa. —¿Acaso crees que es el momento adecuado para eso?Rhys la miró fijamente, con una mezcla extraña que no había mostrado antes.—Sé que las cosas entre nosotros no han sido fáciles, Anastasia. Pero creo que necesitamos este tiempo juntos, lejos de todo, para poder realmente conectar y entender qué queremos el uno del otro. Y si no lo quieres hacer por mí, hazlo por nuestro matrimonio, para demostrarle a mi padre que hay esperanza a que esta unión funciones.Anastasia se sintió abrumada por la sinceridad en las palabras de Rhys. Durante tanto tiempo, había luchado con sus propias dudas y miedos sobre ese matrimonio, pero ahora, frente a la propuesta de su esposo, se encontraba en una encrucijada.—¿Y qué hay de nue
Anastasia sintió un torbellino de emociones dentro de sí misma mientras los labios de Rhys rozaban los suyos. Por un momento, todo a su alrededor parecía desvanecerse, dejándola solo con la sensación de calor que emanaba de su esposo. Cerró los ojos, permitiéndose dejarse llevar por el momento, dejando a un lado todas las dudas y los temores que la habían atormentado durante tanto tiempo.Cuando Rhys finalmente se separó, el aliento de Anastasia se quedó atrapado en su garganta, anhelando más de ese contacto. Lo miró, buscando respuestas en sus ojos azules profundos, preguntándose si él también sentía lo mismo que ella.—¿Lo ves, Anastasia? —dijo Rhys en un susurro, su aliento cálido acariciando su rostro. —No todo tiene que ser complicado entre nosotros. A veces, solo necesitamos dejar de lado nuestras preocupaciones y permitirnos estar bien el uno con el otro.Las palabras de Rhys resonaron en el corazón de Anastasia, llenándola de una sensación de anhelo que no había sentido en muc
Rhys permaneció a su lado, sosteniendo su mano, preguntándose qué la había afectado tan profundamente. Observó su rostro, buscando alguna señal que le explicara el cambio repentino en su comportamiento. Su preocupación crecía a cada segundo que Anastasia permanecía en silencio, con la mirada fija en algún punto distante.—¿Puedes decirme qué te pasa, Anastasia? —su voz era suave, casi un susurro, temeroso de empeorar su estado.Ella parpadeó lentamente, regresando de sus pensamientos tumultuosos, y finalmente lo miró. Había una tormenta de emociones en sus ojos, una mezcla de miedo, culpa y desesperación que nunca antes él había visto en ella.—Rhys, yo... —empezó a decir, pero se detuvo, incapaz de confesar su secreto.—¿Qué pasa? No importa, dime lo que sea, confía en mí Anastasia —dijo, intentando calmarla con sus palabras mientras apretaba su mano.En ese momento, unos golpes resonaron en la puerta con varios golpes. Rhys indicó que entrarán, y abruptamente ingresó Avalon, el esco
Mientras volvían al dormitorio, Anastasia seguía tensa, sus pensamientos en otra parte.—¿Te has vuelto a sentir mal? Necesitas cuidarte —dijo Rhys suavemente. Él no quería ser duro con ella; había decidido llevar su relación con calma para que no hubiera ningún otro malentendido.—No, es por eso que quería caminar un poco —respondió ella, forzando una sonrisa mientras entraban a la habitación.Una vez dentro, Rhys se disculpó por haberla dejado brevemente; él había decidido no ir con su escolta, no por ahora. Les ordenó que se encargaran de todo ellos solos y que cualquier cosa que sucediera le informaran de inmediato.Anastasia continuó pensando en cómo escapar un momento de su esposo. Sabía que Rhys estaba haciendo lo que consideraba mejor, pero la urgencia de la situación con la sirvienta requería acciones rápidas y decisivas. Necesitaba llegar más pronto a ella, antes de que fuera tarde.Cuando el médico entró, ella mantuvo su compostura, respondiendo a sus preguntas y permitiend