Sin embargo, no podía ignorar su conciencia y permitir que las injusticias continuaran sin al menos intentar hacer algo al respecto. Una mezcla de indignación y determinación se apoderó de ella en ese momento.—No se me hace justo —murmuró.—¿Perdón, alteza?, ¿dijo algo? —inquirió la joven. Ya se había alejado y estaba ordenando unas cosas para salir de la habitación, pero antes iba a preguntarle: —¿Necesita que la ayude en algo más?Anastasia estaba distraída en sus pensamientos, pero cuando percibió un ligero tono de voz, se giró y miró a su dama. La sirvienta de inmediato bajó la mirada mientras Anastasia negaba con su cabeza. Como vio que no se daría cuenta de su respuesta, dijo.—No, estoy bien así —volvió su mirada al espejo.Se observó por unos segundos. No llevaba maquillaje, le pidió a la dama que no le colocara nada en el rostro, ni siquiera base para darle color a su piel pálida. Nunca fue el tipo de mujer que se maquillaba para cubrir imperfecciones, solo se ponía gloss de
Anastasia se quedó en silencio, procesando toda la información que acababa de recibir. Se sentía abrumada por la mezcla de emociones que la invadían. Por un lado, estaba indignada por la situación de injusticia que rodeaba a la dama en el sótano, pero por otro, se encontraba desconcertada por las revelaciones del interés que tuvo Rhys por ella.Nunca había considerado la posibilidad de que el príncipe realmente se preocupara por ella de esa manera. Durante ese tiempo, había visto su compromiso con él como una carga impuesta por las circunstancias, más porque había sido obligada, ya que no estaba allí por su propia elección. Pero las palabras de la joven sirvienta la hicieron dudar de sus suposiciones.—¿Crees que se mostró real y no fue una actuación suya para hacer creer a todos su amabilidad falsa? —preguntó Anastasia con una voz llena de incertidumbre.Aunque eso asombró a la sirvienta, asintió con firmeza, sin levantar la mirada.—Lo sé, alteza. He servido a la familia real durant
El rey sonrió con indulgencia ante la preocupación de su hijo.—No te preocupes por mí, Rhys. Tengo a mis consejeros para ocuparme de los asuntos del reino en tu ausencia. Además, todos necesitan un descanso de vez en cuando, incluso tú y Anastasia. Y sobre el posible embarazo, si fuera cierto, eso sería motivo de celebración para todo el reino y no una desgracia como muchos lo están haciendo saber —aseguró el rey con una mirada llena de complicidad.Rhys se quedó sin palabras ante la sugerencia de su padre. Nunca había considerado la posibilidad de tomar unas vacaciones y menos llevar a Anastasia.«¿Una luna de miel?»Pero la idea empezaba a tomar forma en su mente y no podía evitar sentirse emocionado ante la perspectiva de pasar tiempo a solas con ella, lejos de las responsabilidades y las presiones de la corte.—Padre, pero no estás bien de salud. No es bueno que te canses con todos los asuntos tú —dijo, pensando primero en su rey.—Como te dije antes, no te preocupes por mí. Yo y
Se había arrepentido de haber ido a verlo. «Fue un error» pensaba mientras miraba por la ventana.Llevaba rato que había regresado de esa oficina. Se sentía molesta, no estaba feliz por el viaje, para nada, creía que era otra orden suya y se sentía obligada a ir. Sin embargo, Rhys no le dijo que debía ir sí o sí, solo menciono que ella sería su compañera de viaje.Con todo lo negativo que creía de el no había espacio para otros pensamientos. Se recostó en el sofá de la sala pequeña que había en esa habitación. Se sumió en sus pensamientos. La propuesta de Rhys de tomar unas vacaciones juntos la había tomado por sorpresa. No podía evitar sentirse frustrada y molesta por la situación.«¿Cómo es que se puede tomar un descanso así como si nada? ¿Que pasara con la joven que tiene encerrada?»Se había pasado tanto tiempo alimentando su resentimiento hacia Rhys que le resultaba difícil aceptar cualquier gesto de amabilidad o preocupación por su parte. Aunque trataba de recordar las palabra
Finalmente, cuando la oscuridad envolvió el palacio y la mayoría de los habitantes se retiraron a descansar, llegó el momento de actuar. Con pasos silenciosos y corazones acelerados, se dirigieron hacia la puerta trasera donde el guardia les esperaba.Al verlas llegar, el guardia les hizo una seña para que se acercaran, su rostro oculto por las sombras de la noche.—¿Segura que quiere hacer esto, princesa? —dijo en un susurro, el hombre estaba algo preocupado.Anastasia asintió segura, ya no podía retroceder, lo hecho ya estaba. Sin mirar atrás, abrió la puerta y juntas, se adentraron en las profundidades del palacio, hacia ese misterioso sótano.A medida que descendían por las escaleras hacia el sótano, Anastasia sentía un escalofrío recorrer su espalda. La oscuridad y el silencio del lugar la envolvían, aumentando su sensación de intriga y nerviosismo. A su lado, la joven sirvienta avanzaba con seguridad, mostrando una valentía que impresionó a Anastasia.El guardia les indicó que d
―No sabría decirle con exactitud, alteza ―comenzó a decir la dama.La joven le contó que cuando Anastasia se sintió mal, del fuerte dolor de cabeza que le dio, ella fue a buscar un analgésico para ese malestar, pero no pensó que se equivocaría. Igualmente, el frasco que la otra empleada le dio indicaba que eran pastillas para el dolor común, y que no se necesitaba una receta para tomarlas. Eso fue lo que Anastasia ingirió, y como no tenía malos pensamientos de que le fueran a tratar de envenenar o hacer algún daño, ella confió en su empleada.Con sus manos temblorosas, miraba a la princesa; en sus ojos se reflejaba completa sinceridad y Anastasia se dio cuenta de eso.Ya no tenía tanto frío como antes; si temblaba, era porque le preocupaba que alguien llegara y encontrara a la princesa allí, en ese lugar. Anastasia había pedido al guardia que le trajera unas prendas abrigadoras para la empleada, y ahora estaba vistiendo la ropa limpia y cálida.―Muchas gracias por la ropa, alteza ―dij
El sol comenzaba a filtrarse a través de las pesadas cortinas cuando Anastasia abrió los ojos. La ansiedad por lo ocurrido la noche anterior con aquella joven sirvienta la tenía nerviosa, con la mente ocupada en lo que podría suceder si el príncipe se enteraba antes de tiempo de la desaparición de la empleada.Anoche, al salir de ese lugar, le dijo al guardia que se hiciera cargo, que en cuanto ella regresara a su dormitorio, sacaran a la dama de ese calabozo frío y la llevaran a otro lugar, donde nadie pudiera dar con ella.Al incorporarse en la cama con el corazón encogido, sus sospechas eran palpitantes. Rhys no había ido a buscarla a la habitación; ella esperaba que él fuera o enviara a alguien para informarle sobre el viaje que le dijo que harían.Intentando calmarse, se levantó de la cama y tomó la bata de dormir que una de las damas le había dejado la noche anterior. Se la puso y luego se dispuso a salir del dormitorio real. Suspiró mientras caminaba por el pasillo, pero una de
Rhys notó la ligera tensión en el rostro de Anastasia mientras abordaban el jet real. No era usual verla así, y aunque intentaba disimularlo, sus gestos delataban una preocupación que él no podía ignorar.Una vez dentro del avión, se aseguró de que estuviera cómoda. La condujo con cuidado hasta los asientos donde ambos se sentarían, ella junto a él.—¿Quieres desayunar ahora o esperar un rato más? —preguntó con suma amabilidad.Anastasia se mordió el labio inferior antes de responder. No creía lo que estaba oyendo, tanta atención por parte de Rhys la inquietaba, pero al mismo tiempo, no podía sacar de su mente la imagen de la dama que ayudó y las posibles de que él cambie con ella cuando se entere de lo que hizo.—Voy a esperar —murmuró, tratando de sonreír para ocultar sus nervios.Rhys le dedicó una mirada penetrante, como si buscara más allá de sus palabras. Sin embargo, decidió no presionarla más por el momento.Cuando el jet comenzó a moverse, Anastasia se aferró al reposabrazos