Las luces de la gran mansión de los Russo iluminaron de vida la noche con los enormes faroles que lanzaban una luz naranja. Los cientos de autos iban y venían dejando a las familias de élite de Roma en aquella residencia que para la mayoría era un privilegio visitar. La mansión Russo era en su esplendor la residencia más costosa de toda Italia, tal vez por su fuente con un ángel de oro puro que decoraba la entrada, o tal vez por el costoso mármol y las innumerables piezas de arte que decoraban sus paredes. Thomas Russo era el hombre más adinerado de Italia y eso quería dejarlo claro en aquel evento magnífico que había planeado. Rebecca estaba nerviosa y eso para los ojos de Aleksander fue sumamente tierno, su esposa tenía un ligero rubor en su rostro que denotaba su nerviosismo. El atuendo le había sentado de maravilla. —Te ves preciosa. —¿Estás seguro? —Claro que estoy seguro, mis ojos nunca mentirían—dijo el hombre con una ligera sonrisa en sus labios mientras le miraba de arrib
Tensión.Aleksander había estado en situaciones incómodas en su vida, pero ninguna como esa. Ni siquiera cuando la mujer de la tienda le había corrido había sentido tanta presión como ahora. Estaba mentalmente agotado y solo quería irse de allí y dejar de sentir la mirada de Alfredo Leroux sobre él. Justo cuando estaba por ponerse de pie, su padre rompió el silencio.—¿Qué tanto miras a mi hijo? ¿Temes que opaque la presencia de tus demás yernos? —Por favor, Salvatore, la confianza que tienes en tu hijo es avasallante, sin embargo, su amistad con el viejo Russo no es nada comparado con las fortunas, contactos y renombre de Clement y Steve. Los matrimonios son uniones que traen beneficios. Dios no me dio varones, pero sí tres hijas que podrían a la vez darme hijos políticos, a pesar de ello, nunca pensé que me tocara uno tan débil en la lista.—¿Débil dices? —Pietro sonrió burlonamente—. Escuche que tu yerno fuerte te hizo perder mucho dinero. Que pena, que pena me da por ti. Me impor
—Pensé que bromeaba cuando lo dijo, si fuera por mi le daría el premio a mi esposa.—Se que no eres tan banal, eres justo, además, te aseguró que tendrás una lista de personas detrás, dándote las mejores opciones, no nos guiaremos solo de la percepción si no que la mejor se adapte a la tarea. Aunque no tengo dudas que tu esposa lo haría bien —comentó Russo—. Estoy seguro que Rebecca no se enfadaría contigo porque seas justo. ¿O me equivocó? —Nadie sería más infeliz que yo si mi marido me diera algo que no merezco.—Esa actitud me agrada mucho.El comentario del hombre fue escuchado por las demás mujeres de la mesa, causando una sonrisa sincera solo en los labios de Antonella. Sirvieron la deliciosa cena para que los invitados tuvieran deleite mientras miraban a las mujeres ser llamadas. Algunas cantaban melodías, otras el violín, el arpa, la flauta… algunas no tan bien, pero al menos hacían el intento.Para la mala suerte de Rebecca, fue su hermana Camille quien pasó primero a deleit
Las manos de Rebecca se paralizaron y la nota se detuvo cuando las luces se apagaron. La mujer casi rozó las teclas, pero entonces recordó que un solo error en aquel momento la hubiera acabado. Sabía que ante una situación así lo adecuado era dejar la pieza donde se había quedado antes de tocar un mal acorde. El murmullo de las personas no se hizo esperar sorprendidos ante la falta de electricidad. De inmediato, el maestro de ceremonias intentó calmar a todos.—Eso sí que ha sido una terrible suerte, pobre Rebecca—murmuró sin pudor alguno Camille agradeciendo la oportunidad que le daba la luz para poder sonreír extasiada. Parecía que alguien no podría terminar la pieza y para su mala suerte, era la última. —¿Qué ha pasado? —Parece que ha ocurrido un fallo en la energía, los intendentes intentaran corregirlo. No hay nada de qué preocuparse y aunque lo haya, su presentación hasta el punto donde la llevaba me pareció la mejor de la noche. Las demás o se equivocaron en una nota o simpl
No podía haber una sonrisa más brillante que la de Rebecca. Estaba realmente contenta por lo acontecido y esperaba de forma ferviente poder pasar al segundo nivel sin ser descalificada. Aleksander se notaba inquieto, mirando de vez en cuando a Camille y a Clement con unos ojos inquisidores que Rebecca intentó de quitar con una sonrisa haciendo que el italiano también dibujara una en su rostro.—La energía nos ha dado un enorme susto. ¿No lo crees? —Así ha sido. Solo un susto que tuvo solución—comentó Alek haciendo a su esposa asentir. El italiano sintió una mirada sobre él y al voltear en esa dirección miró a Harmon observarle con curiosidad. —He escuchado que tu empresa recupera de forma sana su valor en la bolsa italiana luego de caer hasta los suelos cuando falleció tu hermano. Debió haber sido un golpe demasiado duro para tus finanzas y la de toda tu familia en general. Nunca habías estado al frente de una empresa, pero pareces llevarlo bien.Pietro estuvo apunto de contestar
Camille amaba a Clement. Puede que la mujer fuera una persona déspota y malvada, pero amaba a su marido más que a nada. Cuando la eligió sobre Rebecca pensó que lo había hecho porque la quería, aunque un deje de dolor le impactó el pecho al imaginar que el motivo de sus sentimientos no era más que ambición y posición delante de su padre. Su corazón estalló de cólera al escucharlo hablar de esa forma en aquel baño, pero sus sentimientos a pesar de estar centrados en su malagradecido marido, también se centraron en su hermana a quien despreciaba más que a nada.Rebecca no era culpable de los sentimientos o de las propuestas indecorosas de Clement, pero Camille estaba demasiado molesta como para aceptarlo. Camille debió esperarlo, quiso mentirse a sí misma pensando en que todo lo que su marido le había dicho en el pasado era a causa del alcohol, aquella noche cuando soltó toda clase de improperios en su dirección, improperios que se clavaron en lo más profundo de su duro corazón. Una r
Aleksander siempre pensó que su madre había estado sola.Bianca, el único nombre con el que la conocía, nunca mencionaba a su familia. Cuando era niño le preguntaba sobre sus abuelos o hermanos, pero ella solo decía que tenía a Mónica. Mónica no era su hermana, de hecho, a la que durante años había conocido como su tía, no era absolutamente nada de su madre más que el único apoyó que encontró cuando huyó de casa. Ella había tenido problemas con su familia, pues su apellido original era Rinaldi, sin embargo, aquella familia tuvo líos con la mafia italiana y todos murieron, la querían a ella, pero huyó y cambió de apellido para no ser el pago de la deuda de su padre y trabajar en un prostíbulo durante toda su vida. Ambas mujeres trabajaron duro para obtener el dinero necesario y falsificar los papeles, en los que Bianca conservó su apellido original, pero cambió de padres con nombres falsos. Unos conocidos de Mónica hicieron el trabajo falsificando papeles y ambas decidieron ser herman
El sonido de las máquinas era agotador, ese “bip” incesante y ese sonido de aire salido de la máquina de oxígeno podría ser la pesadilla para cualquier persona. En aquella cómoda cama de hospital un hombre movía su mano ligeramente intentando descubrir donde se encontraba, sus ojos se mantenían cerrados, pero su mano luchaba por hacerlo sentir “vivo”. Su cabeza martilleaba y todo su cuerpo parecía estar entumecido. ¿Cuánto tiempo llevaba allí? ¿Un día o dos? Su mente había perdido la noción del tiempo, lo único que recordaba era el sonido del metal haciendo como una lata de soda y luego el impacto que le hizo salir disparado del auto. Apretó sus ojos con fuerza, como si aquello le ayudará a lidiar con el dolor. ¿Dónde estaba? ¿Qué demonios estaba pasando? ¿Dónde estaban todos? Su línea de tiempo se había quedado un par de meses atrás, iba a casarse, tenía una linda prometida que le agradaba y las empresas que manejaba aspiraban a crecer. Todo era perfecto hasta aquel día donde pe