¿Quién es él?Domenico miró el cuerpo inerte de Pilar sobre la cama, había logrado que el médico de turno firmara el traslado y la había traído a casa. Sabía que era una locura darle tanto conocimiento, pero mientras estuviese inconsciente, no la miraba como un peligro.—No debiste traerla a la isla —dijo Vittorio entrando a la habitación acompañando a la enfermera encargada de vigilar la salud de Pilar.—No tuve más opciones, no podíamos quedarnos en Palermo luego del ataque —mencionó Domenico prestando atención a la mujer que aplicaba una dosis de antibiótico en el suero conectado a la vena de Pilar.—¿Confías en ella? —preguntó una vez que la mujer salió de la habitación.—Hay muchas cosas que pasan por mi cabeza, Vittorio. Quizá y solo quizá tengas razón —aceptó, dejando a Vittorio confundido.—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó.—Esa noche en el antro —dijo, alejándose de Pilar y posando su mirada sobre el inmenso mar que rodeaba la isla Bella—. Esa noche fui yo quien se fijó
Zona prohibida Pilar apartó la mira para no ver más a Paolo, el niño jugaba por los alrededores, ajeno a ella y por el momento prefería que fuera así. Ella no sabía si la enfermera estaba en lo cierto, lo único que ahora le importaba era recuperarse y no pensar en que le importaba poco a Domenico como para no estar en la habitación con ella. Pilar cerró los ojos y se quedó dormida de nuevo. Dos horas más tarde el hambre la despertó, supuso que moriría famélica; sin embargo, se encontró con Vittorio y una bandeja de comida. —El chef ha seguido las instrucciones del doctor y la enfermera, no habrá ningún problema con que comas —expuso. Pilar asintió y no se detuvo a preguntar qué era lo que había en la taza, ella comió como si no hubiese un mañana. —Hazlo despacio, Pilar, nadie te está corriendo —la regañó, pero su tono era jocoso, por lo que Pilar se sonrojó. —Lo siento —se disculpó. Vittorio negó, se apartó de ella para dejarle comer y se acercó al ventanal, pensando en cómo ret
Por culpa de una manzana«¿Tienes un hijo?»Domenico se congeló en su sitio al escuchar la pregunta de Pilar, se mordió el labio hasta hacerse sangre al comprender que debía existir una razón fuerte para que ella hiciera tal cuestionamiento y solo podían existir dos opciones: Paolo se había dejado ver o ella había salido de la habitación, lo cual era imposible dada su condición, a lo mucho Pilar podía caminar dentro del chalet y confiaba su vida a Vittorio como para imaginar que él hiciera ese tipo de comentario.—¿Por qué no respondes, Domenico? —insistió Pilar. La joven de repente sintió un extraño vació en el pecho, algo que fue haciéndose más y más grande.—¿Quién te ha dicho que tengo un hijo? —cuestionó en lugar de responder.—Vi al niño en el ventanal y sé que ha estado aquí —susurró.Domenico giró sobre sus pies y miró a Pilar, pensando si decirle o no la verdad, ¿Qué pasaría si ella un día lo traicionaba? ¿Podría confiar en ella la vida de su hijo, un único hijo vivo? La culp
¿Serás mi mamá?«¡Iba a morir por culpa de una manzana!»«¡Iba a morir!»Aquel pensamiento se colocó en su cabeza y cogió fuerza al intentar pasar el trozo de manzana, sin embargo, parecía que su garganta se había cerrado sobre aquel pequeño bocado y no había manera de tragarlo o sacarlo.—¿Estás bien? —preguntó Paolo con evidente preocupación, el rostro de Pilar había cambiado de color.Ella negó incapaz de hablar.—¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Alguien que nos ayude! —gritó Paolo abriendo la puerta y gritando a todo pulmón para que alguien pudiera escucharlo. Para su fortuna lo hizo, Domenico dejó lo que estaba haciendo en la biblioteca y corrió escaleras arriba al escuchar los gritos de auxilio que su hijo pronunció.Domenico nunca esperó que su hijo estuviera en la habitación con Pilar, pero no prestó atención a ese detalle al ver el rostro casi azulado de su esposa.—¿Qué pasó? —preguntó Domenico mientras se acomodaba detrás de ella.—Creo que se ha tragado un pedazo de manzana —señaló el niñ
Nueva mamá«Me gustaría tener una mamá…»Pilar sintió que se le formaba un nudo en la garganta, porque ella misma había pronunciado aquellas palabras muchas veces.«Me gustaría tener un papá», le había dicho a su madre una infinidad de veces. Tantas que ahora se arrepentía, pues su padre no resultó ser nada de lo que ella se imaginó y conocerlo solamente fue su castigo. Conocer a Ennio Di Monti se había convertido en una maldición para ella.Mientras tanto, Domenico esperó a que Pilar dijera algo. Paolo tenía la mirada fija en ella, esperaba expectante y nervioso. Lo sabía por la manera en que el pequeño movía el cubierto sobre el plato y en la manera que sus labios se apretaban.Para Domenico no era fácil aceptar que su hijo quisiera a otra mujer como madre, pero por alguna razón creía que Pilar podía hacerlo, podía darle ese amor que Paolo no había tenido desde el primer día que nació.Pilar echó un rápido vistazo a Domenico, no sabía qué pensaba él de todo aquello, pero la mirada e
Un duelo de titanesPilar tragó en seco, de repente fue consciente de lo que estaba por venir. Domenico era muy capaz de reprender su actitud en público y eso sería humillante, sobre todo, con Loretta detrás de ella.—No delante de Paolo —pidió Pilar sin apartar la mirada de los ojos de Domenico.Pilar no quería dejarle ver el miedo que estaba sintiendo en ese momento, sabía que, si le daba una sola oportunidad a Domenico de dominar ahora, no tendría más opciones que obedecer y bajar la cabeza cada vez que él lo dijera y ella no era ese tipo de mujer. ¡Era latina y de sangre caliente!—¡Vittorio! —gritó Domenico.El guardaespaldas apareció como por arte de magia junto al niño y lo tomó de la mano, pero él tuvo su primer acto de rebeldía al liberarse del agarre del hombre y correr hacía Pilar.—No te enojes con ella, ha sido mi culpa —dijo—. He sido yo quien le ha pedido salir.—Hablaré contigo luego, ahora por favor ve con Vittorio —pidió Domenico, cambiando su semblante.—Si te hace
Jaula de oro Domenico estrelló su puño contra la pared al darse cuenta de lo que había hecho. Ni siquiera podía decir en qué momento sus labios se unieron con los labios de Pilar, estando en plena discusión sobre un tema realmente importante y que ni siquiera terminaron de aclarar. El hombre se mesó el cabello con frustración, sentía la sangre caliente correr dentro de sus venas y el incómodo malestar en su entrepierna le hizo consciente del poder que Pilar ejercía sobre él. Un poder que seguramente ella no sabía que tenía y que por el momento era mejor que continuara ignorando. La vida en la mafia no era fácil y lo que ellos podían perder a consecuencia de su unión solamente complicaba las cosas. Domenico soltó una cantidad de maldiciones en italiano, inglés, español y cuantos idiomas recordó saber al sentir que el deseo no aminoró con la huida de Pilar. —Es solo físico, solo sexo —musitó, renuente, a aceptar que se sentía atraído por su esposa. —Señor —la voz de Loretta le hizo
Donante Pilar era un manojo de nervios cuando subió al helicóptero que los llevaría fuera de la isla Bella, no sabía exactamente a donde, pero se concentró en Paolo para disipar sus miedos e inseguridades. Domenico le había entregado una gran responsabilidad y ella no pensaba defraudarlo, no por él, porque hasta ahora no había demostrado ser nada más que un hombre arrogante que pensaba que el mundo giraba a su alrededor, pero lo haría por Paolo, el niño también confiaba en ella.—Estaremos bien —le susurró, mientras sus ojos se posaron sobre Domenico, que fue convirtiéndose en una mancha, mientras ellos se elevaban por los aires.—Iremos a Grecia, nadie te conoce ahí, pero deberás tener cuidado —dijo Vittorio, quién había sido el encargado de viajar con ella.—¿Qué ha pasado? —se atrevió a preguntar; sin embargo, Vittorio negó, mirando a Paolo, Pilar comprendió que no le diría nada en presencia del niño, así que espero a estar en un lugar seguro y a solas para preguntar.—¿Él estará