Natalia Bernal Cuando llegue a la mansión a la habitación de Adrián etaba paralizada por la frialdad en los ojos de mi esposo, su silencio era más elocuente que mil palabras. Sentí como si el mundo se desmoronara a mi alrededor, incapaz de comprender cómo Leonel pudo difamarme de esa manera. No había hecho nada para merecer tal traición.Me invadía un torbellino de emociones. No podía creer que Leonel me hubiera utilizado tan despiadadamente, manipulándome como un títere, no entendía porque lo había hecho. ¿Cómo podía disfrutar al hacerme sufrir de esta manera, cuando yo nunca le había hecho ningún daño?Mi mente se enfocó en Adrián, mi esposo. Necesitaba explicarle la verdad, hacerle entender que su mejor amigo había mentido y difamado nuestra relación. La rabia me consumía al darme cuenta de cómo Adrián estaba lanzando toda mi ropa al suelo y destrozando la habitación.—Mi amor, yo te juro...— Me acerqué e intenté tomar sus manos.—No jures nada.— Me gritó mientras alejaba mis man
Aún no lograba dejar de llorar. No podía creer que Adrián me haya corrido de la casa. Temprano había llegado Paula con sus maletas y algo de ropa mía. —La señora Adela pudo rescatar esto, es la carta que te dejó mamá y son algunas prendas. De verdad lo siento, Natalia. Todo es mi culpa —dijo Paula, visiblemente afectada. —No es tu culpa, Paula. Ha sido mía. Siempre he sabido cómo es Adrián, que es un miserable, y no es nuevo que no confíe en mí. —Es un imbécil. Aún no puedo creer cómo caí en esa trampa. Ese tipo me ha bloqueado de todas las redes. —Seguramente fue un plan de Leonel desde un principio. Pero esto no se quedará así —respondí, con determinación en mi voz. Ya no tenía a mamá, pero tenía a mi hermana. Paula y yo nos apoyaríamos mutuamente en este momento difícil, y juntas encontraríamos la forma de enfrentar esta situación y salir adelante. Con el corazón palpitando de furia, me dirigí al departamento de Leonel. Después de todo, ese miserable ya no podía hacerme
Los días han pasado, sumiéndome en un estado cada vez más deteriorado. Lo más sorprendente es mi constante apetito. Aunque nunca fui de comer mucho, ahora me encuentro incapaz de contenerme. Mis noches se ven interrumpidas, y en la madrugada, despierto para asaltar la heladera sin reconocerme a mí misma. Actualmente, estoy en la empresa con Omar, sé que es masoquista; sin embargo, es mi única oportunidad porque nuevamente Adrián me ha boletinado en todas las empresas como "Persona poco confiable" y nadie me contratará. Por ello debo cuidar mi puesto de trabajo. — Estuve investigando a Jason, el exnovio de tu hermana y descubrí algo interesante, Natalia.— Anunció Omar. Él ha sido la única persona que me ha apoyado y creído además de Adela después todos me han dado la espalda — ¿Qué?— Pregunté. — Su madre se llamaba Julia Pérez y fue secretaria de Rafael Fontana. — El papá de Adrián.— Expuse incrédula — Exacto. Es la madre de Leonel también. Él y Jason son medios hermano
Reuniendo todo mi valor, me dirigí a la casa de Adrián, preparada para enfrentar lo que viniera. Para mi sorpresa, me recibió, aunque la tensión en el aire era palpable. — ¿Vienes a hablar del divorcio? —preguntó, pero mi respuesta lo dejó en silencio. — No. Adrián, estoy embarazada —confesé, sintiendo cómo el peso de esas palabras caía sobre mí. Por unos minutos, su rostro expresó sorpresa, seguido de tristeza y, finalmente, enfado. — ¿Y me lo refriegas en la cara? No puedes ser más cínica —reprochó con ira. — ¿Qué...? —intenté entender, pero sus palabras me cortaron. — ¿Quieres que sea el padrino o qué? Cuántas veces te pedí tener un hijo y te negaste. Y ahora tendrás un hijo con Leonel —acusó con amargura. — ¡Eres un imbécil, Adrián! ¡Mi hijo es tuyo! —defendí mi verdad, pero su risa despiadada me hizo sentir una punzada en el corazón. — ¿Qué te pasó, Natalia? Leonel no quiere hacerse cargo, y me buscas a mí —dijo con frialdad, y las lágrimas brotaron de mis ojos an
Adrián Fontana. Han pasado varios meses desde que Natalia desapareció de mi vida. Después de su abrupta salida de la empresa, no he sabido absolutamente nada de ella. Emir, mi suegro, la despidió y se marchó sin dejar rastro. Lo único que recibí de ella fue el divorcio, enviado a través de un abogado que Omar contrató para ella. Fue un proceso rápido y sin complicaciones, y para mi sorpresa, Natalia no pidió nada para sí misma en el acuerdo. Debido a que ella fue quién renunció al acuerdo lo perdió absolutamente todo. Oficialmente, estoy divorciado de Natalia desde hace meses. Poco después, me casé con Clara, la hija de Emir. La vida sigue adelante, pero no puedo negar que la ausencia de Natalia ha dejado un vacío en mi vida. No he dejado de pensar en ella y el bebé, si lo ha tenido o no. Ni siquiera estoy seguro de cuánto tiempo de embarazo tenía cuando me confesó que estaba embarazada. Emir, en un gesto inesperado, me entregó una enorme cantidad de dinero para levantar mi em
Natalia Bernal: Me sentí como si el universo entero se estuviera burlando de mí. De todas las personas en el mundo, tenía que ser precisamente Adrián y su esposa quienes me tocaban atender. Era como si la mala suerte se hubiera concentrado en mí en ese preciso momento. Mi corazón latía con fuerza mientras caminaba hacia su mesa, tratando de mantener la compostura y ocultar mi incomodidad. La tensión en el aire era palpable, y cada paso que daba parecía más pesado que el anterior. Con una sonrisa forzada, me acerqué a la mesa donde Clara y Adrián estaban sentados. Intenté mantener la calma y la compostura mientras les explicaba el menú, tratando de disimular mi incomodidad por la situación. —Buenas noches, ¿les gustaría ver nuestro menú? —pregunté con amabilidad, tratando de ignorar las miradas frías que me dirigían. Clara me fulminó con la mirada antes de responder con desdén: —No necesitamos tu ayuda. Solo tráenos agua y déjanos en paz. Mi corazón se hundió ante su respuest
Intenté descansar durante toda la noche, pero las quemaduras en mi piel me molestaban, y mi bebé no dejaba de moverse en mi vientre. Estoy a pocas semanas de dar a luz, y he estado ahorrando todo el dinero posible para su llegada. Paula también ha estado trabajando en sus ratos libres para ayudarme. Afortunadamente, no me ha faltado nada, ya que Omar y Marco han sido increíblemente generosos. Omar es como un hermano para mí, y Marco es como un cuñado; amo la pareja que forman. Anoche, Omar me advirtió que Adrián lo siguió cuando me trajo a casa, y luego lo siguió hasta su departamento. Creo que ese imbécil realmente piensa que Omar es mi amante, cuando en realidad, a él ni siquiera le gustan las mujeres. En este momento, me encuentro en la clínica con la señora Luciana, la mamá de Omar. Ella es muy amable y ha tenido mejoras en estos meses. La visito todas las semanas para estar al tanto de su salud. — Te ves hermosa embarazada, mi vida.— Expresó Luciana — Muchas gracias, mamá.
Clara Harrington Mis manos temblaban de rabia mientras escuchaba el relato de lo sucedido con Adrián. Sentía una mezcla de indignación y vergüenza al enterarme de sus acciones. ¿Cómo podía mi esposo comportarse de esa manera, humillándome de esa forma? Caminé de un lado a otro en la lujosa sala de la mansión, sintiendo el peso de la traición y la desconfianza. No podía creer que Adrián estuviera tan obsesionado con Natalia, arriesgando nuestra reputación y mi propia dignidad. La imagen de Adrián, ebrio y descontrolado, intentando forzar un beso a Natalia, se grabó en mi mente, alimentando mi enfado y mi dolor. ¿Qué estaba pensando?. Pero los escoltas de mi padre quien lo trajeron a casa me contaron la historia. La confrontación fue inevitable. Con la mirada llena de furia, enfrenté a Adrián, exigiendo una explicación por su comportamiento imprudente y deshonroso. —¿Adrián, te das cuenta de lo que acabas de hacer? —mi voz temblaba de indignación mientras lo miraba fijamente,