Adrián Fontana. Han pasado varios meses desde que Natalia desapareció de mi vida. Después de su abrupta salida de la empresa, no he sabido absolutamente nada de ella. Emir, mi suegro, la despidió y se marchó sin dejar rastro. Lo único que recibí de ella fue el divorcio, enviado a través de un abogado que Omar contrató para ella. Fue un proceso rápido y sin complicaciones, y para mi sorpresa, Natalia no pidió nada para sí misma en el acuerdo. Debido a que ella fue quién renunció al acuerdo lo perdió absolutamente todo. Oficialmente, estoy divorciado de Natalia desde hace meses. Poco después, me casé con Clara, la hija de Emir. La vida sigue adelante, pero no puedo negar que la ausencia de Natalia ha dejado un vacío en mi vida. No he dejado de pensar en ella y el bebé, si lo ha tenido o no. Ni siquiera estoy seguro de cuánto tiempo de embarazo tenía cuando me confesó que estaba embarazada. Emir, en un gesto inesperado, me entregó una enorme cantidad de dinero para levantar mi em
Natalia Bernal: Me sentí como si el universo entero se estuviera burlando de mí. De todas las personas en el mundo, tenía que ser precisamente Adrián y su esposa quienes me tocaban atender. Era como si la mala suerte se hubiera concentrado en mí en ese preciso momento. Mi corazón latía con fuerza mientras caminaba hacia su mesa, tratando de mantener la compostura y ocultar mi incomodidad. La tensión en el aire era palpable, y cada paso que daba parecía más pesado que el anterior. Con una sonrisa forzada, me acerqué a la mesa donde Clara y Adrián estaban sentados. Intenté mantener la calma y la compostura mientras les explicaba el menú, tratando de disimular mi incomodidad por la situación. —Buenas noches, ¿les gustaría ver nuestro menú? —pregunté con amabilidad, tratando de ignorar las miradas frías que me dirigían. Clara me fulminó con la mirada antes de responder con desdén: —No necesitamos tu ayuda. Solo tráenos agua y déjanos en paz. Mi corazón se hundió ante su respuest
Intenté descansar durante toda la noche, pero las quemaduras en mi piel me molestaban, y mi bebé no dejaba de moverse en mi vientre. Estoy a pocas semanas de dar a luz, y he estado ahorrando todo el dinero posible para su llegada. Paula también ha estado trabajando en sus ratos libres para ayudarme. Afortunadamente, no me ha faltado nada, ya que Omar y Marco han sido increíblemente generosos. Omar es como un hermano para mí, y Marco es como un cuñado; amo la pareja que forman. Anoche, Omar me advirtió que Adrián lo siguió cuando me trajo a casa, y luego lo siguió hasta su departamento. Creo que ese imbécil realmente piensa que Omar es mi amante, cuando en realidad, a él ni siquiera le gustan las mujeres. En este momento, me encuentro en la clínica con la señora Luciana, la mamá de Omar. Ella es muy amable y ha tenido mejoras en estos meses. La visito todas las semanas para estar al tanto de su salud. — Te ves hermosa embarazada, mi vida.— Expresó Luciana — Muchas gracias, mamá.
Clara Harrington Mis manos temblaban de rabia mientras escuchaba el relato de lo sucedido con Adrián. Sentía una mezcla de indignación y vergüenza al enterarme de sus acciones. ¿Cómo podía mi esposo comportarse de esa manera, humillándome de esa forma? Caminé de un lado a otro en la lujosa sala de la mansión, sintiendo el peso de la traición y la desconfianza. No podía creer que Adrián estuviera tan obsesionado con Natalia, arriesgando nuestra reputación y mi propia dignidad. La imagen de Adrián, ebrio y descontrolado, intentando forzar un beso a Natalia, se grabó en mi mente, alimentando mi enfado y mi dolor. ¿Qué estaba pensando?. Pero los escoltas de mi padre quien lo trajeron a casa me contaron la historia. La confrontación fue inevitable. Con la mirada llena de furia, enfrenté a Adrián, exigiendo una explicación por su comportamiento imprudente y deshonroso. —¿Adrián, te das cuenta de lo que acabas de hacer? —mi voz temblaba de indignación mientras lo miraba fijamente,
Después de abrazar y dormir a la señora Luciana me dirigí a mi habitación y me di cuenta que Paula estaba dormida. Ella también accedió quedarse en la mansión con nosotros mientras la señora Luciana se recupere. Busque entre mis pertenencias la carta que escribió mi madre y la leí estaba decidida a saber la verdad de una vez por todas. "Natalia, mi amor. Te he amado desde el primer momento en que te vi, desde que te cargué entre mis brazos. Pero necesito decirte la verdad. Te mentí. Tu mamá no te abandonó como te lo he dicho los últimos años. La verdad es muy diferente. Tu madre se llama Luciana Duarte y está con vida. La conozco desde que soy una niña, a ella y a su prima Emma. Luciana cometió el error de enamorarse del mismo hombre que Emma. Es una mujer fría y capaz de todo. Tu padre se llama Emir Harrington, uno de los hombres más poderosos del país, un famoso empresario. Él se casó con tu madre, y vivieron nueve meses hermosos durante su embarazo. Esperaban gemelas, sin embargo
Adrián Fontana En plena madrugada, fui despertado por mi madre. Su voz temblaba mientras me decía que Natalia había tenido un accidente anoche. Sin dudarlo, salté de la cama y corrí a la clínica, mi corazón latiendo frenéticamente en mi pecho. Al llegar, vi a Emir, su esposa y Omar en la sala de espera. Sus rostros reflejaban una desesperación que aumentó mi angustia. El aire estaba cargado de tensión y miedo. No podía ser posible. No podía perderla. No se podía morir. Ella me engañó, pero yo la amo con toda mi alma. No sé vivir sin Natalia. Entré a la sala de espera con pasos rápidos y descompasados, mi respiración entrecortada. Me acerqué a Emir, quien me miró con ojos llenos de lágrimas y dolor. Su esposa, a su lado, tenía el rostro pálido y Omar, normalmente tan sereno, se paseaba de un lado a otro, completamente fuera de sí. —¿Qué pasó? —pregunté, mi voz apenas un susurro. —Fue un accidente —respondió Emir, su voz quebrada—Se cayó del balcón. Sentí como si el
Sentí que el dolor me invadió por completo cuando me dijeron que Natalia había entrado en un estado de coma y que no sabían si algún día despertaría. Las palabras del médico resonaban en mi mente como un eco interminable, un recordatorio constante de la tragedia que se había abatido sobre nosotros. Han pasado más de cinco meses desde ese maldito momento. Durante este tiempo, he visitado a Natalia día y noche, sin descanso. También he estado al lado del bebé, cuidándolo con todo mi ser, aunque el peso de la culpa y la angustia no me han dejado en paz ni un solo momento. He descuidado por completo la empresa, dejando que todo se desmorone a mi alrededor mientras me sumerjo en la incertidumbre y el dolor. Mis prioridades han cambiado por completo, y aunque intento mantenerme fuerte por el bien de Natalia y el bebé, a veces siento que estoy al borde de perderme en la oscuridad de mi propia desesperación. En este momento, me encuentro con el pequeño Thomas entre mis brazos. Es increí
Me encontraba frente a Natalia, el amor de mi vida. Su rostro, aunque tranquilo, me desgarraba el alma al verla postrada en esa cama de hospital. Los monitores emitían un constante y frío pitido, una confirmación cruel de que, aunque su corazón seguía latiendo, ella no estaba realmente aquí conmigo. Hace meses que Natalia estaba en coma. Desde el accidente, no había pronunciado una sola palabra ni abierto los ojos. Cada día, cada hora, cada minuto se había convertido en una agonía interminable. Me acercaba a su lado, tomaba su mano fría y susurraba palabras que esperaba pudieran alcanzarla en algún lugar lejano, en algún rincón de su mente. —Te necesito, Natalia —decía, mi voz apenas un susurro ahogado por el dolor—. Thomi te necesita. Es solo un bebé y no sé cómo criarlo sin ti. Las lágrimas caían silenciosamente por mis mejillas. A veces, pensaba que ella podría sentirlas, que tal vez, en algún nivel, sabía que estaba ahí con ella. Miré una fotografía de Thomi. Me dolía saber