-Káiser-
Káiser se movió a toda velocidad recorriendo los pacillos del palacio de Elíseo, hasta llegar al despacho de Laurent, que al verlo entrar con la cara desencajada se puso de pie.
—¿Qué te ocurre?—inquirió expectante
—¿Desde cuándo no me dices las cosas que haces?—le cuestionó Káiser sin rodeos dejando papeles de cuentas bancarias sobre la mesa.
—¿de qué estás hablando?—volvió a cuestionar Laurent observando con el ceño fruncido los papeles.
—Me acaban de avisar que ya confirmaron el envío de todo tu dinero a entidades benéficas, incluso, hasta p
-Nina-Britanny llegó como lo esperado, con un modesto pastel de cumpleaños, las manos suaves de Donata acariciaron mi rostro con cariño.—Feliz cumpleaños cariño…Sonreí débilmente.—¡Nina! Es tu cumpleaños, ¡cambia esa cara jovencita!—dijo mi tío riendo —porque tengo una sorpresa para ti, y juro que estás haciendo que me arrepienta de dártela si sigues con esa cara.—¿Una sorpresa? ¡Amo las sorpresas!—exclamó Britanny dando saltitos de alegría—Vamos a fuera —susurro mi tío, yo asentí.Un sutil pero llamativo co
La catedral de Nôtre Dame se alzaba imponente frente a mis ojos. Bajo una tarde fría y nublada, el perfume con olor a lluvia envolvía mis sentidos mientras corría desesperado; mi corazón latía como si fuese el galope de un caballo salvaje que no deseaba dejarse atrapar. A medida que iba acercándome más, comencé a aminorar el ritmo; me volteé en varias ocasiones para asegurarme de que nadie venía detrás de mí.Apreté la mandíbula soportando el roce que producía el lánguido suéter de lana en mi piel. A pesar de que me sentía exhausto, todavía apreciaba el dolor causado por las heridas que llevaba ocultas tras esa áspera lana. Cada movimiento de mi hombro me punzaba sobremanera. Seguí avanzando rumbo a la Catedral, sabía m
Mi tío, Egmont Fisher, se convirtió en mi tutor al producirse la muerte de mis padres; él era lo único a lo que podía llamar «familia».––Desde que tus padres no están, me he dedicado por años a trabajar para construir una empresa sólida; nada más que eso me da energía o, por lo menos, me motiva. Para un hombre como yo, que siempre ha tenido lo que quiso, la existencia se torna aburrida y eterna. No quiero lo mismo para ti, quiero que disfrutes de la vida, Nina: eres joven y estás perdiendo mucho aquí. He sido un viejo egoísta reteniéndote.––Sí, lo sé… ––susurré.Mi pasado trascurrió de acuerdo con una lógica extraña: un día abrí los
-Luca-El hombre chillaba de dolor ante cada golpe que le propinaba. Apenas si se podía levantar del suelo del cubículo en el que estábamos, donde solo se veían una mesa y una silla. Edwin tomó al individuo para acomodarlo de nuevo en el asiento; se hallaba en el piso porque yo lo había golpeado con fiereza, tirándolo.–Luca, creo que ya es suficiente–me susurró Edwin casi al oído.—¡Púdrete!–le contesté mientras me sentaba en el borde de la mesa y seguía bebiendo mi lata de cerveza.–Ya les dije que no tengo nada–el hombre parecía a punto de echarse a llorar. Se le notaban raspones en los brazos, el rostro machucado por los golpes, y le salía sangre por la boca y
-Vera-Duncan me dejó en una fiesta que realizaban los alumnos de la universidad; la efectuaban con frecuencia anual, al aire libre detrás del campo de baloncesto. Había muchos que concurrían por primera ocasión, como en mi caso.En una noche que no terminaba de ser fría por completo, el recinto se veía lleno; había mesas con bebidas, largos caminos de focos colgados que iluminaban el lugar proyectando la luz a una corta distancia, y detrás de todo, un cerco que comunicaba con un bosque.No me costó integrarme. A pesar de que había tenido mis dudas de quedarme allí, con el correr de los minutos logré entablar una charla con varias personas. El único requisito de esa fiesta de presentación era precisamente no presentarse; un chi
-Luca-Me encontraba desesperado, envuelto en la locura. Fisher se había adelantado, yo aún no le había dicho que lo haría, todo era mi culpa. ¿A quién quería engañar? Si ella estaba a escasos metros de mí, fue porque yo hice que aquello girase en torno a mis deseos. Mi razón jamás me revelaba como partícipe de esas visiones; siempre eran los demás, yo oficiaba de receptor. A partir de la llegada de ella al mundo, fui parte de algo, comencé a notar y a percibir que, si continuaba vivo, era porque todavía quedaban otras cosas que concretar.Desde que Nina empezó a colarse en mi entendimiento, yo también aparecía. La maldición solo me mostraba ante esa joven, no había excepciones; yo existía en el futuro únicamente si ella
-Nina-Mi despertador sonó temprano. Todavía sentía el cuerpo cansado de aquellos fatídicos días y debía comenzar con otra jornada que sería tediosa para mi existencia; solo me interesaba conseguir un teléfono para poder hablar con mi tío, necesitaba escapar de ese lugar detestable. Añoraba horrores volver a casa, me arrepentía día y noche de estar allí. Suspiré de frustración al notar que el baño de la noche anterior no había logrado relajarme lo suficiente; percibiendo una cierta tensión en mis músculos, traté de evitar pensar en lo ocurrido: simplemente quería alejarlo de mi cabeza.Salí del cuarto sintiendo turbación y deseosa de no toparme con Luca. Vi que la puerta de su habitación estaba cerrada, lancé una exhalación de alivio, caminé hacia la cocina y tomé una manzana
-Luca-–Luca, ¡aguanta un poco más!Duncan intentaba contenerme con evidente desesperación. Llevaba casi toda la noche en vela, torturado por siniestras imágenes que invadían mi mente. Había destrozado todo alrededor: se veían pedazos de vidrios desparramados por doquier. El cuarto estaba dado vuelta. Aún vestía la ropa que usaba para dormir, la camiseta se me pegaba de manera incómoda al pecho y la espalda, los nudillos y las manos dolían por las lastimaduras. Duncan corrió hacia la puerta y la abrió levemente. Salió de la habitación de forma furtiva, asegurándose de que Nina tomaba un baño. Pronto se iría.La había visto despertarse mientras una perversa sucesión de imágenes atormentaba mi mente. Esa simple visión de segundos me obligó a contener la amargura y el dolor. Necesitaba reprimirme, nadi