-Nina-
Cerca de Luca, sentía que mi corazón giraba suavemente como en una caja musical, él era la música que hacía mover mi corazón dando suaves giros.
No había venido a casa desde hacía más de dos semanas. Tomé mi bolso, y salí hacia afuera, la mañana estaba gris, cubrí mi cuello con mi cárdigan, había descubierto que el otoño en Irlanda se sentía más indiferente o quizás era yo quién estaba congelada en el frío de su ausencia.
— Señorita— me voltee sobre mis talones, un hombre de cabello negro de unos cuarenta y ocho años, de zapatos bien lustrados, pantalón negro, llevaba un abrigo grueso de color marrón y una bufanda que le cubría el cuello,
-Nina-Me encontré descubriendo que mi estado anímico había cambiado completamente, si hasta hacía rato había tenido un leve atisbo de tranquilidad, ahora sentía que estabapeor que antes, la turbación por lo que había escuchado me llevaba a creer que me estaba por volver loca, sentía que deliraba, dentro de mi propia realidad, y Luca era parte de una pesadilla, escuchar el nombre de mi tío, me hacía pensar que Luca y él se conocían más de lo que yo creía.Todo parecía ser un cruel engaño, moví mi cabeza hacia un costado, quite el pequeño frasco de pastillas de mi bolsillo, y lo dejé cerca del borde de la puerta, ni siquiera podía pensar, mi cerebro tenía tanto para procesar que sentía que perdería la
-Luca-Lanz y yo éramos como dos gotas de agua, la única que lo lograba diferenciarnos era mi madre, luego de ella nada ni nada jamás pudo distinguirnos, la gente común siempre se guiaba por lo que veía, nosotros dos éramos asquerosamente iguales, nuestro físico, color de pelo, altura, no nos diferenciaban en lo más mínimo, éramos una copia exacta uno del otro.Lo que nadie sabía era que a pesar de ser tan idénticos, éramos muy diferentes. Lanz, era como el día, su extroversión lo llevo a tener muchos amigos , su humor era alegre, vivía riendo por todo, era el alma de las fiestas, extremadamente inteligente para los negocios, vestía de forma cuidadosa y muy bien pensada, mientras que yo, era la noche, muchas veces desee ser como él ya q
-Luca-Después de meses de aquel suceso no tuve visiones, yo tomaba ese tiempo como unas vacaciones, una persona normal, disfrutaba viajando o haciendo lo que para cualquiera fuese motivo de descanso, yo sentía tranquilidad cuando mi maldición no violentaba mi mente de esa manera tan retorcida, si algo odiaba de todo eso, es que esa extraña sensación de no tener visiones me incomodaba, estaba tan acostumbrado a mi maldición que no tenerla me poníaa la defensiva por lo que pudiese pasar.De a pocomi maldición se encargaba de regresar y todo volvía a ser lo mismo. Una tarde cuando regresaba a casa, entre a mi habitación, estaba en penumbras, solo el gran balcón abierto de par en par iluminaba todo allí, a un costado estaba Lanz sentado en una silla, esperándome, estaba ebr
-Vera-Había pasado una semana buscando algo que me llevase a entender todo, pero no conseguía nada, absolutamente nada que me acercase al pasado de Luca. Llamar a mi tío para preguntar sobre él, podía ser muy arriesgado, levantar alguna sospecha era lo que menos deseaba hacer en esos momentos.Llegue a cuestionarme si todo aquello no era producto de mi mente, quizás estaba sufriendo alucinaciones y todo aquello no era más que un horrendo producto de mi mente.Si me mente me estaba poniendo a prueba entonces, lo hacía muy bien, erguí suavemente mi cabeza hacia delante mientras bajaba por las inmensas escalinatas de launiversidad, el día estaba extrañamente soleado, desde que había llegado allí solo
-Luca-Alexia caminaba entre los cadáveres con total tranquilidad, lo hacía como lo haría la princesa del mundo de los muertos, Fred luchaba con su guante de látex, sus dedos eran muy gruesos para entrar en esa goma tan ceñida, yo me puse mis guantes mientras Alexia revisaba las pequeñas etiquetas amarillas de cartón que colgaban de uno de los dedos del pie de los cadáveres.—Helen Thinks—anuncio con tranquilidad sacando el cadáverde la cámara frigoríficaque lo conservaba, todo el lugar estaba lleno de tétricos azulejos blancos, el fuerte olor a los líquidos que usaban habitualmente parecían filtrase por cada poro de la piel, viciando el aire de manera densa y desagradable. Indudablemente era el aroma a la muerte.
-Nina-—No…no…puedo seguir… —balbuceó Danna, finas y frágiles lágrimas caían sobre sus mejillas, yo estiré mis manos y tomé las de ella, ni siquiera yo deseaba en eso momentos que ella continuase, todo aquello era muy duro.—Puede detenerse, todo está bien—le aseguré con cariño, la anciana asintió con suavidad meneando su cabeza para dispersar ese recuerdo doloroso.—A Gabrielle y a mí, nos gustaban las tulipanes, habíamos decidido que el día que nos regalásemos un ramo de esa flores seria porque deseábamos que la otra fuese feliz, cuando murió, lleve un ramo para ella, con el tiempo entendí, que para Gabrielle quizás todo aquello fue una doloro
-Nina-Moví mi cabeza, sentía la punta de la nariz muy fría, un suave «miau» termino por despertarme, me erguí y encontré a León sobre la cama de Luca observándome mientras se movía, su cascabel sonaba, yo tenía frío mucho frío, el inmenso ventanal de la habitación estaba abierto de par en par, inmediatamente o por producto del frío descubrí que tenía una gruesa frazada que me cubría, la tomé y me envolví en ella cuando me puse de pie, caminé hacia la sala.Encontré a Duncan cerrando uno de los inmensos ventanales, observé que había trozos de troncos cerca de la chimenea.—Duncan…— balbucí temblorosamente.&mdash
-Nina-Desde aquel entonces, no volví a tocar el tema sobre mi destino, ya que no podía asimilar todo aquello que solo podía remitirse a un delirio, admitiendo quemi cuerpo no reaccionaba de la misma manera cerca de él, en vez de perecer bajo su presencia, vivía, y con una intensidad envidiable.Duncan, cada vez estaba peor, varias veces tuvimos que llamar al médico, alguna que otra taquicardia inestable solían invadirlo de la nada, se negó a que lo llevásemos a un hospital, «necesito estar solo, y si ustedes están aquí, no van a perderme pisada, realmente lo necesito» había dicho Duncan, asegurándonos una y otra vez que estaría bien, Luca y yo decidimos hacer lo que nos pedía.Miré po