-Nina-
—No…no…puedo seguir… —balbuceó Danna, finas y frágiles lágrimas caían sobre sus mejillas, yo estiré mis manos y tomé las de ella, ni siquiera yo deseaba en eso momentos que ella continuase, todo aquello era muy duro.
—Puede detenerse, todo está bien—le aseguré con cariño, la anciana asintió con suavidad meneando su cabeza para dispersar ese recuerdo doloroso.
—A Gabrielle y a mí, nos gustaban las tulipanes, habíamos decidido que el día que nos regalásemos un ramo de esa flores seria porque deseábamos que la otra fuese feliz, cuando murió, lleve un ramo para ella, con el tiempo entendí, que para Gabrielle quizás todo aquello fue una doloro
-Nina-Moví mi cabeza, sentía la punta de la nariz muy fría, un suave «miau» termino por despertarme, me erguí y encontré a León sobre la cama de Luca observándome mientras se movía, su cascabel sonaba, yo tenía frío mucho frío, el inmenso ventanal de la habitación estaba abierto de par en par, inmediatamente o por producto del frío descubrí que tenía una gruesa frazada que me cubría, la tomé y me envolví en ella cuando me puse de pie, caminé hacia la sala.Encontré a Duncan cerrando uno de los inmensos ventanales, observé que había trozos de troncos cerca de la chimenea.—Duncan…— balbucí temblorosamente.&mdash
-Nina-Desde aquel entonces, no volví a tocar el tema sobre mi destino, ya que no podía asimilar todo aquello que solo podía remitirse a un delirio, admitiendo quemi cuerpo no reaccionaba de la misma manera cerca de él, en vez de perecer bajo su presencia, vivía, y con una intensidad envidiable.Duncan, cada vez estaba peor, varias veces tuvimos que llamar al médico, alguna que otra taquicardia inestable solían invadirlo de la nada, se negó a que lo llevásemos a un hospital, «necesito estar solo, y si ustedes están aquí, no van a perderme pisada, realmente lo necesito» había dicho Duncan, asegurándonos una y otra vez que estaría bien, Luca y yo decidimos hacer lo que nos pedía.Miré po
-Nina-Me encontraba una vez más frente al computador de la universidad, la encargada me había advertido un par de veces que debía salir, ya que había gente de mantenimiento trabajando y pronto cortarían la luz para realizar algunas refacciones.Rápidamente busqué el nombre de Laurent Cornicova, pero no obtuve nada que fuese de ayuda, habían muchos Laurent, y nada que diese con el perfil de ese hombre, borré el apellido Cornicova, cambiándolo por Sjulik y como si aquel apellido fuese una mágica palabra, mis ojos se abrieron expectantes y sorpresivos ante la primer fotografía, un hombre de impecable traje y sonrisa perfecta, aparecía saludando a una muchedumbre de gente, a su lado le acompañaba una rubia mujer delgada tan elegante como él.
¿Estaba frente a un asesino?Deje el auricular apoyándolo con suavidad. No podía pensar en tener calma, voltee mi rostro hacia ese hombre que me sonreía suavemente, me obligue a hacer lo mismo.—Gracias—susurré a duras penas, casi tropiezo pisándome los cordones de mi zapatillas, el asesino me tomo del brazo sosteniéndome, yo ahogue un grito espantada.—¿Te asuste?—No, para nada, son los truenos, las tormentas me dan algo de miedo—aduje agachándome para anudar el cordón de mi zapatilla.—Entonces deberías apurarte pronto lloverá—me advirtió el sujeto mientras yo terminaba de anudar mi zapatilla.
-Nina-Moví mi cabeza despertando con rapidez, al oír voces, me levanté de un salto, un sobre blanco se deslizo sobre mis piernas, lo tome, mientras caminaba hacia la puerta de entrada de la casa de Duncan que estaba abierta, voltee hacia su sofá y él ya no estaba allí, nos habíamos quedado dormidos esperando a Luca, caminé hacia la puerta y me detuve sin pasar el umbral, Alexia hablaba con Duncan lucía preocupada, llevaba un maletín que sostenía fuertemente.—Duncan, ¿guardaste su revólver?—sí, fue lo primero que hice a penas se fue—confirmo Duncan de manera pensativa y seria.—Temo por él…—aseveró Alexia bajando las escaleras del pórtico
-Nina-—Si me permites el atrevimiento, creo que soy el primero que lo logra, pero no creas que este rédito solo es mío, tuve ayuda—aquello picó mi curiosidad—mi mejor maestra fue: Gabrielle—sonrió con la satisfacción surcándole el rostro.—Mientes—sentencié— Ella jamás haría una cosa así, mucho menos algo que pueda lastimar a su hijo—argumenté con total seguridad.—No soy el enemigo, Nina —afirmó.—Entonces: ¿para qué quieres a Luca?—cuestioné de manera decidida.—nos une una causa en común, él a m
-Luca-A través del gigante umbral una empleada se abría paso hacia adentro del estudio. La mujer se detuvo frente a Bastián.—Oliva, llévate a la jovencita, para que pueda desayunar—Nina se volteó hacia mi sus dedos se trenzaron aún más con los míos.—Puedes ir, te veré dentro de un rato…—le susurré a lo que ella asintió yéndose con la empleada.Bastián se volteó hacia mi cuando ellas dos desaparecieron.—Lo que te hice yo, él, también puede hacerlo. Claro está, que en el segundo caso, la situación sería mucho peor, si Laurent se entera sobre c
-Nina-Estaba atardeciendo, acomodé mis apuntes—Lefrevre, Nina—levanté la vista hacia la secretaria que desde que la conocía yo no parecía caerle muy bien, o quizás nadie le caía bien, ni siquiera su propia sombra. Sus lentes se habían detenido en la punta de su nariz mientras alzaba una ceja marcando su mal humor, el sonido de su zapato repiqueteaba sobre el suelo de la sala.—¿sí?—Afuera te buscan—asentí mientras una invasión de extraña alegría se colaba en mi pecho.«Luca»—penséEra el único nombre que producía un particular eco en mi corazón mien